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Parejas, ¿Peso o soporte? BRAGA

Parejas, ¿Peso o soporte?

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Elisa Massardo Parancán
Por : Elisa Massardo Parancán Licenciada en Historia y Estética y diplomada en Periodismo Cultural, Crítica y Edición
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Creo que toda la vida me preguntaré cómo o por qué funcionan las relaciones de pareja. A veces he llegado a pensar que solamente existen porque las personas “no se dejan”. Sí, así de simple, no se dejan y ya. Una de las dos siempre lucha por mantener la relación. Esa persona no tiene que ser siempre la misma, a veces es una, a veces la otra, pero siempre alguien aguanta, escucha, soporta y resiste. Y esa resistencia la mantienen durante años. En mi caso, jamás ha sido así.

¿Será que algunas personas simplemente no estamos hechas para una relación? O, quizás, solamente no logramos los acuerdos y los términos correctos, ¿hay cláusulas en una relación?, ¿cuáles son los límites y qué pasa si alguien los traspasa? Tengo amistades en cuyas relaciones se han traspasado varios límites. No podemos hablar de violencia, porque la violencia está en todo -aunque en este mundo buenista queramos hacer como que no existe-. Sí, todos los que traspasan límites lo hacen violentamente, ya sea de forma directa o indirecta, se hace. Aún así, esas parejas permanecen y se adaptan, van acomodándose en el sillón a ver una película que pareciera ser un loop eterno de consuelo y cada vez menos desconsuelo.

Mientras, las otras personas -que somos cada vez más- nos quedamos solas, acostadas en el mismo sillón preguntándonos por qué no nos resulta esa fórmula, ¿será demasiada autonomía?, ¿será demasiada pesadez?, ¿será que exigimos demasiado?, ¿será que exigimos muy poco?, ¿qué pasa con las relaciones? Hoy que, más encima, meterse en el mundo “sexo-afectivo” es cada vez más complejo, ¿cuántas son las posibilidades de tener una pareja duradera?

Y entonces, cuando comienzas a descubrir que la vida en soltería es maravillosa, aparece la “pareja perfecta” frente a ti. Ambos terapeados, con la vida bastante resuelta, pensando en casarse a los 35 años para formar una familia. Y uno los ve de lejos, con cierta sospecha, porque algo ahí pareciera estar “demasiado bien”, como que si no pudiera ser tan real esa felicidad, ¿qué les falta? Además de hijos, que ya sabemos el caos que traen en las parejas y que incluye bastante separaciones ¿Será que no les falta nada y comprendieron algo que los demás no?, ¿será que tuvieron ese modelo en sus padres y entonces, por simbiosis, saben lidiar con la otra persona?

Es un misterio. Realmente, ¿cómo lo logran y qué logran? Además, a mi al menos me pasa que a las parejas siempre las siento como una especie de “peso”. Alguien más con quien cargar en mis planes, en mis viajes, en mis salidas, en mis días de descanso, en mi madrugadas, en mis escritos, en mis pensamientos, en mis mensajes de whatsapp. Alguien que puede generar ansiedad o tristeza. Alguien que es una especie de co-protagonista/antagonista. Alguien misterioso.

Quizás esto es lo que sueltan las parejas y solo confían. Confían en que la vida los compensará por este “peso” y que en vez de “peso”, es un soporte real. Alguien con quien contar, que te conoce, te apoya y te respalda en todo momento y lugar, ¿será que las relaciones de pareja se formulan entorno a esta dialéctica de peso/soporte?

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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