Publicidad
Juntas por la igualdad, fuertes por nuestros derechos, ¡el 8M es de todas! Yo opino

Juntas por la igualdad, fuertes por nuestros derechos, ¡el 8M es de todas!

Publicidad


“Juntas por la igualdad, fuertes por nuestros derechos. ¡El 8M es de todas!”  se constituye en una consigna y un mensaje de unidad y empoderamiento colectivo que refleja el espíritu de nuestra lucha feminista. Para que esta consigna se vuelva realidad convocamos a todas las mujeres a unirse en la acometida por la igualdad de derechos, considerando que el 8 de marzo es un día de conmemoración y una jornada de acción y visibilidad para las mujeres en todo el mundo.

Decirnos que estamos “juntas por la igualdad”, resalta que la lucha por la equidad de género es un esfuerzo conjunto, sin importar la historia, la raza, la clase social o el origen de cada mujer, puesto que nuestra causa es común, y su fuerza radica en la unión de todas, sumando esfuerzos y voces para reclamar un presente/futuro donde todos los seres humanos, independientemente de su género, tengan los mismos derechos y oportunidades en un marco de dignidad y justicia socia

Por otro lado, cuando hacemos alusión a “fuertes por nuestros derechos”, estamos enfatizando el poder inherente que tenemos para resistir, incidir, transformar y reclamar lo que nos corresponde. La fuerza de las mujeres es física, emocional, intelectual y política. Nuestra destreza y mayor riqueza es saber utilizar esa fuerza interseccional y colaborativa, sin dejar a nadie al margen, pues nadie sobra. Todas somos importantes y aportantes.

Desde esas fortalezas y potencialidades, vamos empujando el mundo masculinista para seguir construyendo la era del respeto y reconocimiento a los aportes significativos para que el mundo sea mejor, más humano y vivible. A lo largo de la historia, hemos demostrado la capacidad de lucha incansable contra la discriminación, violencia y estructuras que perpetúan la desigualdad.

Esta fortaleza se plasma en la lucha por derechos fundamentales como la igualdad laboral, la erradicación de la violencia de género y la construcción de la paz. Las mujeres somos fuertes porque, a pesar de las adversidades, seguimos adelante con decisión, impulsadas por el deseo de justicia y de un mundo mejor para nosotras, para todos y todas, pero principalmente para las futuras generaciones.

Finalmente, cuando decimos que el “¡8M es de todas!” insistimos en la relevancia de la inclusión dentro de los feminismos, puesto que esta lucha es inclusiva debe abarcar todas las voces y reconocer las distintas formas de opresión que enfrentamos las mujeres.

Lo que buscamos y esperamos hacer realidad no es solo para un grupo específico, sino para todas las mujeres del mundo, sin importar su identidad de género, su raza, su condición social, sus creencias y sobre todas aquellas que enfrentan múltiples discriminaciones. Todas, sin excepción, merecemos ser escuchadas y visibilizadas, pues cada mujer conoce las necesidades de su entorno, por ello, cada vez más se valora a las colectivas feministas y activistas que levantan sus demandas haciéndose escuchar.

La unidad, fortaleza y pluralidad, son cuestiones relevantes para todas, siendo fuertes pilares que nos emplazan a unirnos en una causa común. El 8M nos recuerda que aún queda mucho por hacer, hay que reflexionar, analizar, cuestionar, pero por sobre todo actuar. Juntas, con diversas otredades, y en modo colectivo queremos transitar para transformar la sociedad y avanzar hacia un futuro en el que todas las mujeres y aquellos cuerpos que existen desde las lógicas feministas vivan en condiciones de justicia, respeto y equidad. Son momentos significativos donde se reafirma el compromiso por avanzar en la conquista de los derechos y la igualdad, puesto que la lucha feminista es un esfuerzo colectivo que, a través de la sororidad y empoderamiento, busca transformar las estructuras que perpetúan la discriminación y la injusticia.

Entonces, el 8M es de todas, toda vez que reafirma que cada mujer, cada cuerpo que vive en lógica feminista, con sus historias, desafíos y fortalezas, es una pieza fundamental en la construcción de un mundo más justo, puesto que la igualdad de género no es solo un ideal por alcanzar, sino una realidad que se construye día a día, con la participación activa de todas. 

Compartimos este escrito como un manifiesto que invita a cada mujer, a cada voz feminista, a unirse en una lucha sin fin hasta conseguir un mundo más justo para todas y todos. La historia ha demostrado que estas acciones no han sido en vano, si solo nos circunscribimos a nuestro país, podemos mencionar las demandas por el sufragio, la búsqueda de mejores condiciones laborales en el campo y en las salitreras, la lucha por el respeto a los derechos humanos, la democracia, la igualdad de oportunidades y la exigencia de espacios seguros libres de acoso sexual, ha sido una lucha fructífera que ha permitido construir un país mejor y que sin lugar a duda ha sido por la acción de las mujeres. Como plantea sabiamente el dicho, cada avance nos ha costado sangre, sudor y lágrimas, construyéndose sobre los cuerpos de quienes nos antecedieron. Han sido muchas las caídas, para que nosotras podamos hoy ejercer nuestros derechos, y en honor a ellas no podemos claudicar.

Como decía nuestra Julieta Kirkwood -activista feminista chilena- en 1987: “Adherir al 8 de marzo es empezar por un día (…) Se puede estar de acuerdo o no con la celebración del 8 de marzo el día internacional de la mujer. Bien puede ser, porque los hechos que se conmemoran hacen referencia casi exclusiva a reivindicaciones políticas y laborales; o bien, porque un solo día no es suficiente para conmemorar las luchas de aquéllas que sostienen la mitad del cielo: o, porque el homenaje significa un nuevo escamoteo -con banda de música- de un problema que internacionalmente aún presenta visos de no resolución. Todo eso es cierto. Sin embargo, podemos ver este día, aun un solo día, como símbolo. Como un símbolo que tiene la capacidad de extraer imágenes, recuerdos, propósitos, de la parte oscurecida de la historia; como símbolo de lucha, de rebeldía de las mujeres; como símbolo de su no-aceptación. Como expresión de un nuevo valor ético”.

Así cada 8M reconocemos que ha valido la pena estas décadas de reivindicaciones de derechos, pero, al mismo tiempo, es una deliberación del presente que abre nuevas luchas donde es necesario tener presente las voces de quienes nos antecedieron y la participación de las mujeres de hoy y del mañana.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias