
Si amenazan nuestros derechos, las niñas respondemos
Hace ya un tiempo se refleja una alarmante realidad en las conversaciones cotidianas entre amigas y compañeras, acrecentada con la llegada de marzo y las preparaciones para las distintas conmemoraciones por el Día Internacional de la Mujer: la preocupación por el avance global y local de ideas conservadoras, movimientos de ultraderecha y discursos de odio.
Estas disposiciones sociales y políticas terminan por repercutir negativamente en nuestras vidas. A nivel latinoamericano, persiste la violencia de género en sus diferentes manifestaciones, acompañada de barreras para acceder a la educación, igualdad de condiciones laborales y empleo.
A nivel nacional, destaca el desafío de garantizar el ejercicio pleno de los derechos sexuales y reproductivos, obstaculizados por barreras económicas, falta de información concisa sobre anticonceptivos, fallas de calidad que disminuyen su efectividad y las altas cifras de objetores de conciencia que complican el acceso a la ley IVE (CIDH, 2023).
Los movimientos feministas, las mujeres, jóvenes y niñas no nos vemos intimidadas. Hemos sido conscientes desde nuestra infancia de los desafíos que nos acompañan en razón de nuestro género y sabemos que somos capaces de responder a ellos. Según la Consulta Regional de las Niñas 2024 (Tremendas), el 98% de las encuestadas considera prioritario prevenir la violencia física y psicológica contra niñas y mujeres.
Además, 9 de cada 10 niñas destacan la urgencia de recibir Educación Sexual Integral (ESI) no sexista. Desde nuestra organización respaldamos la opinión de estas niñas, porque entendemos que nuestra lucha es fuerte y se ha consolidado en el tiempo. Resuena y remueve las experiencias de distintas generaciones. Con base en la solidaridad entre mujeres, hemos encontrado en nuestro movimiento una trinchera desde la cual actuar con dirección, en resguardo, defensa y exigencia de nuestros derechos y calidad de vida.
Existen sectores que minimizan los riesgos que asumen las minorías sociales con el alza al poder de los movimientos conservadores o ultraderechistas, considerándolo parte de un curso político cíclico, deslegitimado la respuesta organizada de las mujeres y niñas frente al cuestionamiento y amenaza de sus derechos, clasificándolas como alarmistas. Sin embargo, estas movilizaciones no nacen del miedo infundado, sino de la experiencia directa y colectiva.
Las niñas y jóvenes no solo comprenden las implicancias de estas amenazas —el 98% de las niñas encuestadas en la Consulta Regional de las Niñas 2024 identifican la violencia de género como una prioridad urgente—, sino que también responden con acciones concretas, organizándose en sus comunidades, participando en espacios de debate y promoviendo la defensa activa de sus derechos.
Como juventudes estamos informadas, conectadas y listas para transformar nuestras sociedades. La amistad y el compañerismo, desde el gran espacio de escucha, apoyo e inspiración que otorgan, representan una oportunidad clara para dar paso a la participación cívica concreta y la defensa frente a estas amenazas. Es por eso que instancias como la Primera Cumbre Regional de las Niñas, evento que busca reunir a jóvenes activistas de toda Latinoamérica, son espacios tan necesarios en nuestra desafiante actualidad, permitiendo que nuestras voces se amplifiquen y generen cambios concretos.
Hacer frente a la violencia de género y la amenaza de nuestros derechos es una necesidad. A través de la organización, el diálogo y la acción colectiva, demostramos que no permitiremos que nos dejen fuera de la toma de decisiones que nos conciernen, para que las voces de las siguientes generaciones de niñas sean escuchadas en el futuro, nosotras responderemos tan fuerte como sea necesario en el presente.
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