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¿La ofensiva del patriarcado o el repliegue del feminismo? Yo opino

¿La ofensiva del patriarcado o el repliegue del feminismo?

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Dayana Barrios Núñez
Por : Dayana Barrios Núñez Magíster en Derecho Internacional de los Derechos Humanos
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Tras el 8 de marzo es importante reflexionar sobre las conquistas, desafíos y paradojas que atraviesa el feminismo en la actualidad. Vivimos tiempos en que ningún avance feminista puede considerarse garantizado de forma definitiva. El patriarcado, lejos de ser una estructura estática, ha demostrado históricamente una gran capacidad de adaptación, repliegue y contraofensiva ante cada cambio social impulsado por los movimientos feministas.

Un ejemplo claro es lo ocurrido recientemente en Estados Unidos con Donald Trump, quien logró retroceder avances en derechos relacionados con la comunidad LGTBIQA+, dejando en evidencia que las conquistas sociales pueden revertirse rápidamente bajo ciertas condiciones políticas. Este fenómeno, conocido teóricamente como “backlash” o reacción patriarcal, ha sido ampliamente estudiado por autoras feministas como Susan Faludi, quien señaló que cada progreso del movimiento feminista suele encontrarse inmediatamente con una reacción que busca neutralizarlo o revertirlo.

Pero en este contexto, cabe hacerse otra pregunta menos abordada: ¿le ocurre algo similar al propio feminismo? ¿Podría ser que el feminismo también experimente ciclos de expansión, contracción o repliegue, especialmente al institucionalizarse dentro de estructuras gubernamentales o económicas?

Académicas como Nancy Fraser han planteado precisamente esta problemática. Fraser ha advertido que cuando el feminismo es incorporado por estructuras institucionales o sistemas políticos dominantes, puede producirse una “cooptación” que neutraliza su potencial transformador. Este proceso de institucionalización podría derivar en una contracción ideológica y política, limitando la capacidad del feminismo para cuestionar profundamente las estructuras patriarcales.

Del mismo modo, autoras como bell hooks y Angela Davis han alertado que ciertas versiones más aceptadas socialmente del feminismo, a menudo cercanas al poder político y económico, terminan diluyendo la fuerza radical y revolucionaria que históricamente ha caracterizado a este movimiento.

Este 8 de marzo, es necesario reconocer que el feminismo no solo enfrenta las reacciones externas del patriarcado, sino que también debe lidiar con dinámicas internas complejas. La institucionalización, si bien necesaria para ciertos avances prácticos, no debe hacernos perder de vista la capacidad crítica y transformadora que permite al feminismo cuestionar las estructuras de poder vigentes.

Conmemorar este día implica mantener una visión crítica y alerta. Las conquistas alcanzadas requieren vigilancia permanente, pues la historia nos enseña que ningún derecho está asegurado para siempre. A la vez, mantener la vitalidad del feminismo exige estar conscientes de sus propias dinámicas internas, evitando que la institucionalización se transforme en cooptación, y que los avances obtenidos sean verdaderamente irreversibles y profundos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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