
Endometriosis y los peligros de normalizar el dolor en la menstruación
La endometriosis es una enfermedad crónica en la que el tejido similar al endometrio crece fuera del útero, causando dolor, inflamación y, en muchos casos, infertilidad. Las manifestaciones clínicas abarcan un amplio espectro, desde personas asintomáticas a formas severas e invalidantes. Aunque es una condición común, su diagnóstico suele retrasarse debido a la falta de información y a la normalización del dolor menstrual. Según el Ministerio de Salud (Minsal), en Chile se estima que unas 400 mil personas menstruantes padecen esta enfermedad, aunque otras fuentes sugieren que la cifra podría ser aún mayor, alcanzando hasta 900 mil.
Uno de los principales problemas en torno a la endometriosis es la persistente creencia de que el dolor menstrual es algo “normal”. Sin embargo, cuando los cólicos menstruales incapacitan, interfieren en la vida cotidiana o persisten fuera del ciclo menstrual, es una señal de alerta que no debe ignorarse.
La endometriosis ocurre cuando el tejido similar al endometrio, que normalmente reviste el útero, crece fuera de él, provocando inflamación, adherencias y, en muchos casos, infertilidad. Es una enfermedad dolorosa que puede afectar órganos como los ovarios, las trompas de Falopio, el intestino e incluso los pulmones. A pesar de ello, las pacientes pueden tardar hasta 10 años en obtener un diagnóstico, según el Minsal.
En Chile, como en muchos otros países, su detección oportuna enfrenta múltiples obstáculos, como la falta de acceso a especialistas y a técnicas diagnósticas más precisas, como la laparoscopía, que no están fácilmente disponibles en el sistema de salud pública. Pese a esto, según datos del Minsal, en los últimos años se ha avanzado en la detección y tratamiento de esa enfermedad, pero aún queda un largo camino por recorrer. La cobertura de tratamientos sigue siendo limitada y muchas personas deben costear sus propios medicamentos o cirugías, lo que profundiza la desigualdad en el acceso a la salud.
Un aspecto relevante de abordar, además, es que la endometriosis no solo afecta la salud física, sino también la salud mental y emocional de quienes la padecen. Las personas experimentan altos niveles de ansiedad y depresión debido al dolor constante, la incertidumbre del diagnóstico y las dificultades para acceder a un tratamiento adecuado. Además, la infertilidad asociada a la endometriosis puede generar un impacto emocional profundo en muchas personas que desean ser madres.
En el ámbito laboral, en tanto, muchas personas con endometriosis ven afectado su rendimiento debido al dolor incapacitante, lo que puede llevar a ausencias frecuentes o incluso a la pérdida del empleo. En Chile representa una carga significativa en la productividad laboral, con una media de días perdidos similar a la de enfermedades como la diabetes mellitus e hipertensión arterial. A pesar de esto, no existe una política clara que garantice derechos laborales específicos para quienes padecen esta enfermedad.
Es urgente un cambio en la forma en que se habla del dolor menstrual en nuestra sociedad. Es fundamental que durante la niñez y la adolescencia se reciba educación sobre su salud menstrual y reproductiva y aprendan a identificar los signos de alerta de la endometriosis.
También Souza y Nunes (2017) exponen las formas de violencia que enfrentan las pacientes de endometriosis dentro del sistema sanitario biomédico, donde predomina la trivialización, desacreditación y psicologización de sus síntomas. Asimismo, es imprescindible que los profesionales de la salud sean capacitados para detectar la enfermedad a tiempo y ofrecer tratamientos adecuados.
La endometriosis no es un simple malestar, sino una enfermedad crónica que requiere atención y políticas de salud pública efectivas. Educar en torno a esta patología no solo permitirá un diagnóstico más temprano, sino que también contribuirá a mejorar la calidad de vida de muchas personas en Chile. Es hora de dejar de minimizar el dolor y comenzar a actuar con urgencia y responsabilidad.
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