Con el rostro pintado de rojo y una chaqueta alusiva a la bandera argentina, Charly García copó todo el escenario del velódromo del Estadio Nacional. Nito Mestre parecía sólo un miembro más de la banda habitual que acompaña a este monstruo del rock argentino, que anoche deleitó en unas maratónicas tres horas de show a todos los nostálgicos de los grandes clásicos de Sui Generis.
Con hora y media de retraso y tal vez en la noche más fría de este diciembre, debutó el retorno de Sui Generis en un escenario santiaguino. Con sólo cuatro discos editados en la misma cantidad de años de carrera -entre 1972 y 1975- , el dúo argentino marcó pauta en la historia del rock latino y en la memoria colectiva de muchas generaciones, y eso se notó claramente cuando el registro vocal casi intacto de Nito Mestre comenzó a entonar "Cuando me empiece a quedar solo", el primer tema de la noche que fue coreado por la totalidad de los miles de asistentes que coparon el velódromo del Estadio Nacional.
Y aunque Nito es quien carga con la presencia de Sui Generis, a 25 años de su última y mítica presentación en el Luna Park de Buenos Aires, el alma de todo ese show fue sin duda Charly García (y su potente ego), el viejo dinosaurio, que apareció más repuesto y en sus cabales que en otras oportunidades, manejó el nostálgico espectáculo a su antojo.
Intercalando temas del recientemente editado Sinfonía para adolescentes con grandes clásicos como "Aprendizaje" (inoportunamente acompañado por un ausente Eduardo Gatti), "Confesiones de Invierno" (en versión blusera y guitarrera) e "Instituciones", entre otras, Charly dio en el gusto a la gente.
Paseando entre el escenario central y toda su carga eléctrica, y un piano y su mundo acústico ubicado unos metros más adelante, ambos músicos mostraron que pese al tremendo protagonismo de García aún mantienen un dulce complicidad y afinidad que quedó de manifiesto durante las interpretaciones de "Quizás porque" y "Necesito".
Los que fueron capaces de esperar la última parte del espectáculo tuvieron la oportunidad de escuchar los dos grandes clásicos de fogata de la banda: "Canción para mi muerte" ("¡comenzá tu primero Nito, que de esta no me acuerdo!", gritó Charly) y "Rasguña las piedras" ("quiero aclarar algo, nunca se murió mi hermana ni rasguñó piedras ni ninguna de esas boludeces", masculló el músico), cuando gran parte del público había emprendido regreso a casa.
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