Es considerado un hombre quitado de bulla, que cultiva el bajo perfil literario. De apariencia un tanto dura, sus cercanos lo ven como una persona afable.[Actualizada]
Por tratarse según el jurado «de un poeta inconfundible, campesino y universal», Efraín Barquero, seudónimo de Sergio Efrain Barahona, fue distinguido este lunes como Premio Nacional de Literatura 2008.
Barquero es un poeta que teje sus trabajos a partir de la visión de las cosas simples del acontecer cotidiano, como por ejemplo, el pan, la miel, la agricultura, como asimismo, existe un fuerte compromiso con la mujer, en este caso «la compañera», a quien ha dedicado tres libros (La compañera, La compañera poema de amor y La Compañera y otros poemas).
El poeta es considerado un hombre quitado de bulla, que cultiva el bajo perfil literario. De apariencia un tanto dura, sus cercanos lo ven como una persona afable.
El jurado lo integraron José Miguel Varas en su calidad de último galardonado; la ministra de Educación, Mónica Jiménez; el rector de la Universidad de Chile, Víctor Pérez; el rector de la Universidad Católica del Norte, Misael Camus y el integrante de la Academia Chilena de la Lengua, Andrés Gallardo.
Barquero recibirá como premio la suma de 14 millones de pesos por una sola vez, además de una pensión vitalicia equivalente a 20 Unidades Tributarias Mensuales (UTM), unos setecientos mil pesos.
Junto al nombre de Barquero sonaban como posibles ganadores Patricio Manns, Claudio Bertoni, Oscar Hahn y Delia Domínguez.
Vida y obra
Nacido en 1931, el vate está radicado en Francia, país donde estuvo exilado y trabajó desde 1975 a 1990, y donde permanece una parte de su familia.
Ubicada por la crítica dentro de la prolífica Generación Literaria de 1950, al igual que Enrique Lihn, Armando Uribe Arce y Jorge Teillier, entre otros, la obra de Efraín Barquero transita por una cierta continuidad de la tradición poética que incorpora elementos propios de la lírica popular y del mundo de la poesía infantil.
En la obra de Barquero la utilización de arquetipos del mundo popular y campesino, como ‘el padre’ o ‘la compañera’, son las constantes de una poesía emparentada con la tierra y con una suerte de mitología de lo cotidiano, donde se refuerza la presencia de la tradición.
Como señala la crítica literaria Ana María Larraín, en Barquero "los espacios míticos aparecen ritualizados por la individualidad del recuerdo de su infancia transcurrida en la zona central", lo que permitiría incluso vincularlo con la poesía lárica de Teillier o con ciertos pasajes de la obra de Juvencio Valle.
Considerado en sus inicios como el natural continuador de la línea de desarrollo poético abierta por Pablo Neruda, su primer libro, La piedra del pueblo (1954), fue incluso prologado por nuestro Premio Nobel, además de tener un buen recibimiento de la crítica por su temática y por el surgimiento de una voz definida y bien calibrada dentro del panorama literario.
Entre sus siguiente sobras destacan La compañera (1956) y El viento de los reinos (1967), obra que nace de un viaje a China, y en la que el poeta realiza un notorio intento por acceder a niveles de expresión y trascendencia no totalmente presentes en su obra anterior.
Tras el golpe de Estado de 1973, Barquero continuó su labor creativa en el extranjero, principalmente en Francia, país en el que escribió A deshora entre 1979 y 1985, y que fue publicado en Chile el año 1992, al igual que Mujeres de oscuro y El viejo y el niño.
Decepcionado de Chile y amarrado ya por la costumbre del exilio, Barquero regresó a Francia al poco tiempo de intentar radicarse en nuestro país.
Antes de su retorno a Francia, ahora como autoexiliado, el vate publicó La mesa de la tierra, libro con el que obtuvo el Premio Municipal de Literatura en 1999 y del que el crítico Camilo Marks dijo que "Puede y debe leerse en varios niveles y puede especialmente leerse en voz alta, lo que no sucede con la poesía actual. En definitiva, se trata de un libro que vuelve a situar a Efraín Barquero como un creador clave de la lírica chilena contemporánea".
«Arbol marino» (1950).
«La piedra del pueblo» (1954).
«La compañera» (1956).
«Enjambre» (1959).
«El pan del hombre» (1960).
«El regreso» (1961/traducción francesa 1990).
«Maula» (1962).
«Poemas infantiles» (1965).
«El viento de los reinos» (1967).
«La compañera y otros poemas» (1969).
«Epifanías» (1970).
«Arte de vida» (1971).
«El poema negro de Chile» (1974).
«Bandos marciales» (1974).
«Mujeres de oscuro» (1992).
«A deshora» (1992).
«El viejo y el niño» (1992).
«La mesa de la tierra» (1998).
«Antología» (2000).
«El poema en el poema» (2004).