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Formas de volver a casa: regresar mirando el pasado

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Miguel Wolter
Por : Miguel Wolter Licenciado en Literatura UDP
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Sin afección por las grandes descripciones y párrafos extensos, el escritor Alejandro Zambra juega con las dicotomías que el lenguaje presenta, y somete a permanente cuestionamiento los aspectos literarios de lo que es cierto y de lo que no lo es.


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No sorprende lo de Alejandro Zambra. Ya en Bonsái había marcado y delimitado aspectos esenciales de su Literatura, los que confirmó posteriormente con La vida privada de los árboles y termina por ratificar en  su última novela: Formas de volver a casa (Anagrama 2011)

Sin afección por las grandes descripciones y párrafos extensos, el escritor juega con las dicotomías que el lenguaje presenta, y somete a permanente cuestionamiento los aspectos literarios de lo que es cierto y de lo que no lo es.

El afán y oficio de la escritura y los escritores (dos palabras que suenan tan parecido, pero que plantean disímiles perspectivas) se ven ampliamente reflejados en la propuesta narrativa de Zambra, quien en los cuatro capítulos del libro presenta una historia, a simple vista sencilla, pero que esconde una inusual profundidad en esa disyuntiva literaria, que amplía las posibles lecturas y entrega narraciones secundarias que es imperioso considerar.

Formas de volver a casa habla de la escritura, de los libros y lecturas, del cómo y qué se lee; el mundo de la novela se compone de libros, canciones y también de una buena cantidad de años. Esa definición de eventos  temporales, que puede sonar muy simple, es lo que atrae del libro, porque se reconoce que hay información distorsionada, que muchas veces los recuerdos que se transmiten no son coherentes con lo pasado. Más aún, cuando se intenta recuperar un hecho lejano, condicionado además por vivencias sociales, políticas, culturales y hasta naturales, porque entre el terremoto del ochenta y cinco y el del dos mil diez, ya no es posible sostener, con precisión, la certidumbre y veracidad absoluta de los eventos. Al final, es posible presumir que muchos de los sucesos son reales, pero la certeza nunca es definitiva.

Zambra coloca en jaque la construcción literaria, la estructura y forma de los eventos, de su proceso de creación. Añade capas al posible análisis literario de su obra, al interior y exterior de su libro. Formas de volver a casa es un libro sencillo, sin pretensiones descabelladas, elemento que, justamente, le otorga su mayor logro. Las historias que se nos plantean están bien contadas y la lectura se hace agradable, evoca sensaciones y también lleva al lector a ese espacio en el que opera el recuerdo. Es un constante ida y vuelta que enlaza diferentes historias, que pone en juicio las decisiones que se toman cuando quieres crear una realidad escrita que entregue respuestas, tratando de acomodar las piezas en la estructura para que operen exactamente como lo deseas, sin recurrir a la exposición de heroísmos y la auto referencia que permita vanagloriarse de lo publicado.

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