En una muestra denominada «Colección Vecinal», fueron los propios habitantes del sector quienes, ante la pregunta «¿Me presta su obra de arte?», accedieron a facilitar aquellos objetos que en su opinión se acercaban a este concepto.
Las reacciones ante la pregunta fueron diversas, pero en un comienzo muchos vecinos señalaron no tener ninguna obra artística en sus hogares. Los gestores del evento volvieron a la carga, proponiéndoles escoger objetos «lo más cercanos» a lo que se les pedía. Fue así como llegaron a la galería del Centro Cultural Matucana 100 los más variados objetos, desde antiguos televisores, maletas, máquinas de escribir, carátulas de discos, planchas, radios o incluso un pequeño automóvil, hasta aves embalsamadas y reproducciones de barcos pinturas y fotografías.
Participaron tanto personas como instituciones, y entre las obras prestadas por estas últimas es posible apreciar, por ejemplo, dos cuadros del pintor nacional Roberto Matta: uno original entregado por la Peluquería Francesa, y una réplica que facilitó el Planetario USACH.
Cada pieza ha sido estudiada y dispuesta en todos los muros de la galería, recreando así las muestras de gabinete desarrolladas en la Europa del siglo XVII.
Al adentrarnos en la exposición y contemplar cada una de las paredes y rincones de la sala, podemos encontrarnos también con la propia historia del barrio, la que se ve reflejada en aquellos objetos que dan cuenta de épocas pasadas, como bandejas, adornos, relojes, muebles, algunos de los primeros teléfonos llegados al país, escudos de armas o fotos antiquísimas. Se pueden ver además dibujos y pinturas más contemporáneas, o creaciones más cercanas a la actual artesanía, dando cuenta de los gustos, preferencias y recursos de sus habitantes desde décadas pasadas hasta nuestros días.
Si bien muchas de las obras y objetos facilitados fueron creados o elaborados por diversos artistas, otros eran creaciones de los propios vecinos. Así, por ejemplo, Pía Flores entregó veinte obras de su propia autoría, consistentes en telas grandes y pequeñas, más varios dibujos. Pía ha dibujado durante la mayor parte de su vida, y pinta desde que estaba en 1° medio.
Ligado al arte también ha estado Mario Moreno, quien estudió diseño y actualmente estudia ilustración. Él facilitó once pinturas de su autoría. Algunas de las temáticas abordadas en sus obras son el sufrimiento del cuerpo. Al respecto señala una imagen de una mujer mutilada en uno de sus senos: «Es de una fotografía de una mujer que tenía cáncer y le cortaron el pecho». En otra pintura se aprecia un torso en posición de crucifixión con una mosca en su abdomen: «Es el sufrimiento de Cristo, es una crucifixión pero con un acercamiento…y le pongo la mosca para darle humanidad y sacarle la divinidad a este hecho».
Otro vecino-pintor, llamado Juan Arévalo, presentó una reproducción basada en una obra en la que aparece una bailarina española de espaldas. Esta imagen lo cautivó de sobremanera por «el gran valor de las luces y sombras» presentes en esta.
Una la aportó Gunther Birchmeier: entregó una obra hecha de mazapán que estaba en su casa y que había sido regalado a su familia como bienvenida por una vecina del propio barrio.
Otra rareza provino de Ignacio Acuña, integrante del Club de Modelismo Naval, quien facilitó una réplica creada por él mismo del «Titanic». La comenzó a construir en 2010 y la concluyó en 2012. Coincide, según sus palabras, con la construcción del trasatlántico original, cuyos trabajos comenzaron en 1910 y finalizaron en 1912, aunque sin saberlo. Increíblemente, en su presentación en el Mes del Mar en La Moneda, accidentalmente la maqueta también se hundió.
El creador de este concepto de exposición colectiva casera es Gonzalo Pedraza, actual curador del área de artes visuales en Matucana 100. Señala que desde sus comienzos le gustó ir en contra de la corriente, por eso es que cuando gente ligada al mundo más convencional de la educación y del arte le señaló que la participación de las personas sería más baja de lo que él esperaba, continuó firme adelante con su proyecto. Su clave fue descartar la imposición de una definición de arte sobre las personas, y buscó que ellos mismos explorasen su mundo privado y alcanzaran la confianza y el convencimiento para exponer sus objetos a partir de sus propias experiencias y convicciones estéticas.
La primera «Colección vecinal» se inauguró en 2008 en la Galería Metropolitana, reuniendo unas trescientas obras pertenecientes a vecinos del sector Pedro Aguirre Cerda. Un año más tarde, en el marco del «Proyecto Pedagógico» de la VII Bienal de Mercosur, Pedraza se trasladó al sur de Porto Alegre, al Museo Caxias do Sul, de Brasil, y reunió unas 350 obras que resumían de algún modo el repertorio visual de aquella ciudad. Otros proyectos similares llevados a cabo por Pedrazza, fueron los realizados también en Matucana 100 en 2011 y 2012, aunque ligados a un formato bidimensional de imágenes y videos, respectivamente.