Tras el concierto masivo de Los Jaivas, donde asistieron más de 60 mil personas, quedó en evidencia la falta de cultura cívica de la población y la negligente coordinación de las autoridades que, no sólo calcularon mal la cantidad de gente, sino que también se olvidaron de las necesidades básicas del público, de modo que usaron el MAC como baño del parque.
Francisco Brugnoli, director del Museo de Arte Contemporáneo no puede ocultar su indignación. Está molesto, cabreado y profundamente decepcionado. De todos, de las autoridades, de los vandálicos, pero especialmente de nuestra sociedad. “Debemos reflexionar sobre el grado de degradación cultural al que hemos llegado”, señala.
Su molestia no sólo saltó a la vista una vez que terminó el concierto masivo en el Parque Forestal, donde se conmemoró los 50 años de carrera de Los Jaivas. También se pudo oler. A las 70 toneladas de basura que botaron en los pastos las más de 60 mil personas que llegaron a escuchar el concierto, habría que sumar los cientos de litros de fluidos urinarios y excrementos que se dejaron a los pies del principal Museo de Arte Contemporáneo del país.
La falta de coordinación, de prevención, y de cálculo de quienes organizaron el magno evento, hicieron del Mac un pozo séptico.
¿Se puede calcular el daño que se le hizo al MAC?
Nos han provocado un daño invaluable, que casi no tengo palabras para describirlo. Es un daño de todo tipo, pero desde luego un daño al edificio, está todo pintarrajeado, está lleno de excrementos, de miasmas. Hoy día el edificio está lleno de olores, o sea, se afecta la capacidad de trabajo y afecta la obligación de abrir nuestras puertas al público. Nosotros somos el museo que más actividad internacional ha hecho. Hemos tenido grandes colecciones europeas con fondos franceses, fondos alemanes, españoles en nuestro museo y ahora qué sucede…estamos esperando a un gran artista francés próximamente… y bueno… ahora está como está.
A su juicio, ¿qué revela esta situación? ¿Simplemente una mala coordinación o hay algo más?
Uno de los problemas graves que revela es la pésima educación cívica del país. ¡Qué país estamos heredando! ¡Qué país nos está dejando el déficit de educación del que están reclamando los estudiantes! Acá hay una especie de mundo bárbaro que reflota en cualquier momento. Éste es un problema cultural, social, que afecta a las autoridades también, ¿de dónde vienen este tipo de cosas? ¿Cuántos baños había en el parque para el público? ¿Cuánta seguridad hubo para prevenir el daño? Son cosas como para que uno quede mirando el techo… No creo que podamos caer más bajo.
Yo hago un llamado a la sociedad chilena a tener una preocupación fundamental por su nivel de degradación cultural. Hago desde luego un llamado al Estado y a sus representantes a hacer una reflexión muy seria y ver cuáles son los caminos para solucionar este tipo de cosas. La ciudad de Santiago se ha hecho más densa, entonces ¿cuál es el número de parques que se ha aumentado o plazas? El ancho de las calles sigue igual. Los lugares de esparcimiento son necesarios, pero si son estrechos, indudablemente resultan dañados.
¿Fue un error haber hecho el show de Los Jaivas en el parque?
Yo realmente me alegro que Los Jaivas tengan esa convocatoria, porque son un conjunto que se lo merece. La pregunta es, ¿esto se puede hacer en un sitio patrimonial? El Parque Forestal tiene un sello patrimonial. Está destinado al goce de todos los vecinos, por lo tanto un acto particular que prive realmente a los vecinos del goce del parque, además de dejarlo dañado… Los edificios instalados aquí son de carácter patrimonial. En todo eso hay un daño muy grave. Hay déficit en el parque, falta iluminación. Las cámaras de seguridad que alguna vez se estuvieron instalando en el parque no están, hay delincuencia nocturna… Pero a nadie parece interesarle.
Días antes del show de Los Jaivas, el museo se vistió de gala. En un intento por ampliar las perspectivas de lo que se considera público y privado, el Mac presentó con orgullo la exposición “Juan Yarur: Un relato personal”.
La exposición compuesta por más de un centenar de obras, de gran factura, pertenecientes a la colección privada de Yarur, tenía una doble finalidad. Por un lado, que el público pudiera conocer el trabajo de destacados artistas internacionales que no se ven en los museos. Figuras como Carlos Amorales, Damien Hirst y Tracy Emin, o el trabajo fotográfico de David LaChapelle, Annie Leibovitz, Robert Mapplethorpe y Nan Goldin. Y por otro, estimular el coleccionismo privado y su apertura al público, de modo de ganar espacios comunes para la apreciación estética de obras de gran calidad que, de otra manera, no se podrían ver al estar confinadas a las paredes del coleccionista.
Pero precisamente es esa política la que podría estar yéndose a pique. Al amparo de la multitud, el jueves 15 en la noche sujetos desconocidos forzaron una de las ventanas del Mac y sustrajeron dos obras («Souls III” y “Souls IV”) de Damien Hirst, uno de los artistas contemporáneos más importantes de Inglaterra. Pero no fue un robo por encargo, fue un acto vandálico. Los ladrones no tenían ni la más remota idea de qué era lo que se estaban llevando. Horas más tarde apareció uno de los cuadros, con el marco roto, pero a salvo, y el otro fue recuperado por la PDI.
“Significa un retroceso en la política de apertura que estábamos adopatando, de ejemplificar con una buena colección. Un estímulo al coleccionismo en Chile. Con esta idea estamos abriendo también posibilidades al desarrollo de los artistas locales. Estamos acercando al mundo del arte a más de 400 jóvenes anualmente proveniente de las 22 escuelas de arte, cuyas obras en algún momento se espera que puedan formar parte de una colección privada”, sostiene Brugnoli.
La muestra de Juan Yarur fue también obra de un trabajo altamente calificado que desarrolló la curadora chilena Cecilia Brunson. Durante años se encargó de seleccionar con dedicación cada una de las obras de la colección Yarur. Hoy, mira con desconfianza, pero sin extrañeza, el daño a la cultura.
“Nuestra realidad, para bien o para mal, padece siempre de este tipo de precariedad institucional. Además, lo que ocurrió no fue un robo para usufructuar del valor de la obra, sino pura travesura chilena. Y esa travesura chilensis está mas bien relacionada al descuido de cómo nos relacionamos con nuestra ciudad y con nuestra cultura”, dice.
En cuanto a las obras sustraídas, explica“que éstas se relacionan a una etapa donde Juan estaba interesado en la figura de Damien Hirst. Esta serigrafía en particular, le tomó tres años en resolver, porque quería trabajar con pintura metálica para billboards sobre un papel. El papel no resiste ese tipo de pintura, y es por eso que inventa una forma de cuña, como para hacer tapas de libros, y de ahí salen estas mariposas metálicas de colores destellantes”.