De un tiempo a esta parte, Alfredo Lewin ha ido ampliando su faceta más visible y evidente de hombre de TV y radio, experto en música rock, a presentador y entrevistador de escritores, sumando una nueva vertiente ligada a la literatura. El día de ayer inauguró el “Ciclo de Lecturas Públicas”, con que la Municipalidad de Providencia, durante octubre y noviembre, pretende acercar a los vecinos de la comuna o de Santiago a la obra de destacados escritores nacionales.
Dice que su ligazón con la literatura no es su lado B. Afirma que su matriz siempre estuvo en la literatura. Es más, comenta que con estas actividades de presentador tanto en el “Ciclo de Lecturas Públicas” en la red de bibliotecas de la Municipalidad de Providencia, así como en las actividades de Libro Abierto en la Biblioteca de Santiago, más su programa en Art TV “Ojo con el libro”, ha vuelto a su matriz, tal como le dijo Diamela Eltit. Y claro, por su pasado de estudiante de Literatura Inglesa y Lingüística en la Universidad Católica.
Según su visión, estas actividades como las que organiza la Municipalidad de Providencia son un aporte real a la difusión de la literatura y que cualquier persona que asiste a este tipo de exposiciones se ve beneficiada y tiene sus efectos. «La gente va de curisosa y se encuentra ahí con esta exposición que ofrecen estos artistas, creadores, y luego la gente corre a buscar el libro. Ese es el paso siguiente: leer, entonces hay que difundir la literatura e incentivar el hábito de la lectura».
Opina que el precio de los libros es un desincentivo a la lectura y más que atentar contra el acceso libre a la literatura –porque el acceso libre a la literatura también se puede encontrar con el uso más extensivo de bibliotecas, como es en el caso de las bibliotecas de Providencia y otras de Santiago–, «sí desincentiva la lectura en cuanto a armarse de un capital propio, de tener esa riqueza en la casa, de tener casas con muchos libros. Para mí las casas las divido: en las que vive gente que tienen libros y las que no tienen libros, y estas últimas me parecen súper áridas».
En cuanto a los cuatro autores (Zurita, Guelfelbein, Zambra y Costamagna) que reúne este “Ciclo de Lecturas Públicas” durante octubre y noviembre en la Biblioteca Municipal de Providencia y los Cafés Literarios Parque Balmaceda y Parque Bustamante, aquí hace un repaso de ellos, según su óptica de presentador, partiendo por el vate Zurita, el primer escritor de este ciclo que inauguró ayer.
«Posiblemente, pocos autores chilenos hayan llegado más allá que Raúl Zurita a la hora de capitalizar la relación entre obra y vida, entre palabra y el propio cuerpo. En ese sentido, creo que él está ahí junto a Roberto Bolaño, Diamela Eltit, María Luisa Bombal. Pero Zurita, de alguna forma, como que los supera al hacerse como él mismo verdugo y víctima y él es víctima de su palabra poética que es fortísima, por eso creo que, dentro de la larga tradición poética chilena, él se inscribe en una especie de Olimpo y su obra es suficiente evidencia para que la gente, por ejemplo, no ande hablando por ahí que él recibió un Premio Nacional de Literatura por favores políticos casi, que me parece una falta de respeto para su persona», afirma tajante Lewin.
Dice desconocer si haya poco interés de los lectores en la poesía, o si más bien esto responde a que las grandes editoriales han dejado de publicar poesía por criterios más comerciales.
«También puede ser que se va dando por ciclos. De pronto hay más interés por algún género; por ejemplo, dicen que las grandes editoriales no están interesadas en libros de cuentos, sin embargo, hubo un momento en que se habló bastante de los buenos cuentistas que se estaban publicando en estos últimos cinco años; y así es como vende Lillo o la misma Alejandra Costamagna, que es parte de nuestro ciclo. Pero yo también creo que la poesía es más difícil; es decir, leer poesía es un reto: tratar de entenderla y de que signifique algo para ti dentro de lo hermética que a veces supone ser».
Sobre Alejandro Zambra, otro de los escritores de este ciclo (el miércoles 13, a las 19 horas, en el Café Literario Parque Balmaceda), confiesa que se ha convertido en un escritor imprescindible de la nueva generación de escritores, porque sus tres obras muestran una evolución muy interesante. «Bonsái caló más hondo de lo que muchos de nosotros pudimos haber visto venir, al punto que es citado igualmente por compañeros de su sello editorial», lo que lo hace especialmente atractivo. «Porque firmar o publicar con Anagrama es ya una señal de prestigio, es como firmar por el Barcelona, como jugar en las primeras ligas… pero tipos como el británico Adam Thirwell, la mexicana Valeria Luiselli, el argentino Alan Pauls, todos hablan de Zambra».
Admite que el estilo que Zambra impuso es algo que lo cautiva desde su obra inicial, Bonsái. «Esto de cómo se hace ese recorte, esa mutilación del escrito para llegar a lo más básico, a lo que más duele, a lo que más define, lo sintético de todo… Llega a ser gracioso, porque Bonsái es un libro que se lee en lo que te demoras en subirte en la Escuela Militar y bajarte en la estación San Pablo del metro y no es chiste. Y cómo que va creciendo, y Zambra, con Formas de volver a casa me mostró por muchas razones que bebe de diversas tradiciones sin ningún problema: de películas, libros, de comunas de Santiago, de unas realidades que están rodeándonos y que no se parecen a nada… Es muy cretivo y también muy metaliterario; quiero decir, que coloca la literatura, pero también como que la cita más allá dentro de su obra creativa, bueno, creo que se merece todos los halagos que hay a su alrededor».
En cuanto a las escritoras que completan el ciclo, Carla Guelfenbein (miércoles 30 de octubre, a las 19 horas, en el Café Literario Parque Bustamante) y Alejandra Costamagna (27 de noviembre, mismo horario y mismo lugar), reconoce que ambas son bien diferentes en cuanto a sus estilos literarios, tipo de escritoras e incluso en cuanto a lo temático.
Según Lewin, Guelfenbein es más novelista y se interesa más en temas de mujeres (sin ser feminista). Remite a lo que hace Virginia Woolf en Un cuarto propio. Le parece que Costamagna es más cuentista y no tan novelista, independientemente de sus novelas, «pero ella brilla mucho en el formato cuento y no está metida en el rollo que tiene que pasar por el asunto feminista. En ese sentido, Costamagna es mucho más impredecible».
A Carla Guelfenbein la relaciona con fenómenos como Pablo Simonetti, en el sentido de personas muy curiosas e interesantes que han participado en talleres de literatura y que luego «empiezan a escribir de una manera que su novelística se convierte en best seller, que no tiene nada de malo. Son bien diferentes, y me agrada tenerlas a las dos dentro de los ciclos, porque representan cosas bien distintas dentro de su género femenino».