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La obsesión por el autorretrato del artista y editor que publicó a la Escena de Avanzada de la pintura chilena A un año de su inesperada muerte se exhiben numerosos autorretratos del pintor en la galería D21

La obsesión por el autorretrato del artista y editor que publicó a la Escena de Avanzada de la pintura chilena

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Tatiana Oliveros
Por : Tatiana Oliveros Artista, colaboradora de El Mostrador Cultura
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Zegers mantuvo a lo largo de su trabajo pictórico, además de un talento natural, su obsesión por la figura humana, especialmente por el rostro, en el que uno de sus modelos más recurrentes fue él mismo. En los años 80 se convirtió además en el editor del movimiento cultural más poderoso de la época que supo oponerse críticamente a la dictadura.


zegers1Francisco Zegers fue una figura ecléctica en el ámbito cultural chileno. Mientras en los años 80 su creatividad y faceta pública comenzaba a dar que hablar, especialmente en los círculos publicitarios a través de su primera agencia «Zegers» ganando numerosos reconocimientos en el mercado nacional, en su mundo privado Zegers era un pintor solitario y un acusioso y dedicado lector.

Su amigo, Mario Fonseca –quien a un año de la muerte del artista ha abierto una peculiar exposición en la galería D21 con una selección de sus más intrigantes autoretratos– cuenta que fue precisamente esa cualidad de lector voraz y consumidor de arte la que llevó a combinar la pintura y su gran faceta de publicista con otra de sus atrevidas apuestas: la editor de textos críticos en una época en que los libros que no fueran nacionalistas y patrióticos era considerados subversivos.

“Era difícil sacar un libro de arte en tiempos difíciles. Él estaba interesando en el arte como lector curioso, como consumidor. Él publicó lo que le parecía importante”, cuenta Fonseca, quien recuerda que su biblioteca particular tenía más de cuatro mil libros.

Y estaba en lo cierto. En esos años se convirtió en editor del movimiento cultural más poderoso de esa época, publicando catálogos de artistas de la talla de Eugenio Dittborn, Juan Dávila y Lotty Rosenfeld, entre otros, y textos de autores como Diego Maqueira y Diamela Eltit. Además de editar parte del trabajo teórico de Nelly Richard, quien acuñó el término Escena de Avanzada, generando así el relato que narra la corriente principal del arte crítico en dictadura.

zegers2Pese a no tener estudios formales en pintura, a excepción de cursos que desde adolescente comenzó a tomar con varios maestros como Carmen Silva, Rodolfo Opazo y Valentina Cruz, Zegers mantuvo a lo largo de su trabajo pictórico, además de un talento natural, su obsesión por la figura humana, especialmente por el rostro, en el que uno de sus modelos más recurrentes fue él mismo. Zegers de frente, de lado, en formato pequeño, en formato grande, a lápiz y en pintura.

Fonseca cuenta que, pese a conocerlo desde hacía muchos años, grande fue su sorpresa cuando descubrió la cantidad de autorretratos que elaboró en su vida y que, al parecer, cuando la muerte lo asaltó, hace exactamente un año, el 21 de  octubre de 2012, todavía lo seguía obsesionando.

“Muchos artistas te hacen uno o dos autorretratos. Para él era un tema del trabajo, era un tema con proyección. Él no sabía que se iba a morir en un año más.  Sus obras son una fuente interesante de contenidos. Son autorretratos contestatarios, provocadores, asustadizos, e incluso, en algunos, quizás algo esquizofrénicos”, explica Fonseca.

zegers4En la exposición que lleva adelante Fonseca se dice que la muestra de Zegers mantiene una relación entre la fotografía y la plástica, diálogo constante en los retratos del pintor, donde además se sirve del retrato para dar cuenta de un relato contemporáneo. “De esta forma se ve en su obra un interés por descubrir la individualidad de cada persona, rescatando aquello tan particular que define cada ser. Ha trabajado el rostro con una mirada personal e íntima, transitando desde lo figurativo hasta lo abstracto”.

Para Fonseca abrir, a un año de su muerte, una exposición sólo con sus retratos es “como pagar deudas pendientes con todo lo que él hizo posible. Devolverle la mano en su trabajo artístico, concretamente con su persona. Un reconocimiento a su trayectoria, a su aporte, pero también de su obra personal, porque era una persona que en ese plano le costó mucho mostrar, ser aceptado, ser reconocido , criticado y observado en  sus trabajos».

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