Según Elena Pulquillanca, una de las cuatro poetas que introduce el libro Perrimontun, Maribel Mora habla en su libro, el más logrado, «del territorio ancestral vagando en el desarraigo y nos recuerda que la historia de nuestro pueblo es un laberinto donde caemos. Y mientras nos levantamos nos apuntan como ayer, nos acusan de terroristas y nos encarcelan, pero no logran encerrar nuestra alma.”
Cuatro poetas mapuches nos introducen con sus palabras a Perrimontun. Ellas saludan este libro, aplauden y estimulan el vuelo de Maribel por los parajes de sus ancestros, por el ritmo de sus metáforas, por la belleza y sabiduría de su pueblo.
Ellas le dicen que su texto agrega buena leña al fuego de esta memoria compartida, y le piden que la belleza de su canto, el de este libro, el de Maribel, nos ayude a mantenernos despiertos.
Y es que Perrimontun nos remite al vuelo del alma y del cuerpo que viven quienes se inician como machi. Un vuelo físico y espiritual emprendido desde el ethos profundo del pueblo mapuche.
Por ello Elena Pulquillanca Nahuelpan una de las cuatro poetas que nos reciben en la antesala del viaje de Maribel, advierte que Perrimontun dialoga con el territorio originario de los pehuenches, profundiza en su kupalme, o linaje, y describe los profundos dolores.
“Habla del territorio ancestral vagando en el desarraigo, escribe Elena Pulquillanca, y nos recuerda que la historia de nuestro pueblo es un laberinto donde caemos. Y mientras nos levantamos-prosigue Elena- nos apuntan como ayer, nos acusan de terroristas y nos encarcelan, pero no logran encerrar nuestra alma.”
-Nadie puede saber dónde ir si no sabe de dónde viene- sentencia en mapudungún Manuel Manquilef cuando Maribel Mora Curriao no dice en sus presagios que la habita el delirio, y en medio de él le canta a Berta Quintremán que mira desde lejos el Bío Bío:
“Ahí estarás en el recuerdo/erguida y fuerte/para herir nuestra cobardía.
Y usaremos la luz eléctrica/y las carreteras /sin reparos /cada día/y cada hora.
“Y lloraremos tu casa y tu valle/por las noches y en silencio.
“ Así estaremos sin los árboles/ sin los prados sin las nubes/ que viajaron en tus ojos/el último día de ese invierno.”…
En Wesa Pewma, o sueño malo escribe “En la frontera”, y en esos versos nos narra que “Como oscuras imágenes,/oliendo a suelo usado,/a tiempo gastado por la lluvia,/ irrumpen esos pueblos,/esos manoseados pueblos,/ esos pisoteados pueblos,/para increparnos desde el barro,/para recordarnos desde el barro,/aún cuando tengamos cincuenta /o cien años de distancia,/ que de un pueblo somos/ y a un pueblo volvemos..”
La voz clara de Maribel nos guía por la ruta de un largo viaje. Un viaje cruzado por las lágrimas, los ríos, las iras, el fuego, las lluvias, el extravío, y los naufragios para luego concluir su Perrimontun que culmina con la elegía a Manuela Colipe. “Porque solo mi abuela es digna de un pedazo de cielo”/
Maribel Mora Curriao es ensayista, poeta, magister en Literatura Hispanoamericana y doctoranda en estudios americanos. Parte de su poesía ha sido traducida al inglés y al catalán, y en el año 2011, ella junto a Fernanda Moraga editaron un libro fundamental: la Antología Poéticas de Mujeres Mapuches siglo XX y XXI, una antología bilingüe que reunió las voces de cerca de treinta mujeres mapuches de Chile y Argentina, junto a tres estudios críticos que nos hablan del vigor y la riqueza en la que se desarrollan estas poéticas.
Pero sin duda en Perrimontun, encontramos su legado más rotundo. No solo porque esta obra inaugura la Editorial Indígena Konunwenu, o entrada al cielo, que contiene ilustraciones de Sebastián y Mariel Huenun Mora, de Angélica Islas Huenun y de la propia autora.
Y es que en estas páginas Maribel Mora Curriao dialoga con sus orígenes, interpelándolos en sus victorias y derrotas.
Pero a la vez desde una ética y estética propias, que no admite cánones reduccionistas la autora confronta el estereotipo y nos recuerda que es parte de un pueblo vivo que pese a las derrotas, discriminación y desarraigo sigue creando.
“Una garza blanca /desafía la tarde.
Su figura inmóvil/desborda el horizonte.
El último rayo de luz/huye sigiloso por el río.
La tierra respira hondo/´para seguir viviendo.”
Como bien lo recuerda Manuel Manquilef nadie puede saber dónde ir si no sabe de dónde viene.
¡Y Maribel Mora Curriao tiene muy claro para dónde va!