María Soledad Álamos, es Licenciada en Historia PUC y Magíster en Estudios Internacionales, U de Chile.
Siempre me he mantenido al margen de las temáticas de discapacidad en Chile, ya que, me molesta profundamente la mirada compasiva y lastimera que se produce en torno a este tema, en el cual, yo no me siento identificada en lo más absoluto. Vivo una vida común y corriente, fui a la universidad, me rodeo de gente increíble y me considero una persona feliz y agradecida de las oportunidades que me ha dado la vida. Sin embargo, a mis 28 años creo que es hora de tomar conciencia y tratar de aportar en base a mi experiencia y conocimiento diario acerca de los logros y dificultades existentes para que una persona con movilidad reducida pueda desplazarse tranquilamente por la ciudad.
Hace un mes me compré una silla eléctrica, que me ha otorgado un sentimiento de libertad e independencia que nunca había sentido en mi vida y desde aquel día ha sido todo un desafío el descubrir rutas accesibles para poder movilizarme por las distintas partes de la ciudad de Santiago. Hasta ese entonces, yo me movía en una silla fabricada de aluminio, muy liviana, a esto se le debe sumar el hecho de que yo peso muy poco (aproximadamente unos 18 kilos), de esta forma, para trasladarme de un lugar a otro no habían mayores problemas y si tocaba subir una escalera, entre dos personas no significaba una tarea muy difícil.
En cuanto al transporte público en Santiago, desde que se implementó el Transantiago, creo que a mí como ciudadana me ha beneficiado profundamente, ya que, si bien todavía existen muchas barreras como micros que tienen la rampa mala o la existencia de buses antiguos en donde para una silla de rueda es imposible subirse, con paciencia y tiempo me parece que se puede recorrer gran parte de la ciudad de Santiago. En cuanto al metro, todas las líneas nuevas tienen ascensor, y tanto la línea 1 y 2 buscan ojalá en un corto plazo tener la accesibilidad necesaria. No obstante, el mayor problema que veo a diario es que no exista un vagón que sea especialmente para personas con discapacidad y personas embarazadas (en este país todos se consideran tercera edad, es así, como si el vagón también fuera para ellos se llenaría de las mismas señoras de 60 años que pasan arriba del ascensor), si este vagón existiera las personas con discapacidad se podrían subir al metro perfectamente en el horario punta, lo cual, hoy en día es una tarea casi imposible de realizar.
He viajado por algunas partes del mundo y creo que si bien en algunas ciudades de Europa el tema de la accesibilidad se encuentra en un nivel mucho más avanzado, también siguen existiendo problemas (por ejemplo, el metro de Paris es muy antiguo, una persona con discapacidad es imposible que se pueda subir, algunas estaciones del metro de Barcelona también, y Venecia es imposible recorrerla en una silla con motor, si bien hay recorrido especiales estos son muy limitados). En Latinoamérica la realidad se torna mucho peor aún, las calles de Buenos Aires se encuentran en muy mal estado, al igual que playas turísticas de Brasil como por ejemplo Paraty, que por sus adoquines es imposible de circular.
Con esto no pretendo bajo ninguna forma, decir que Chile se encuentra completamente desarrollado en la adopción de políticas públicas inclusivas en torno a la discapacidad. Sino que por el contrario, creo que como país tenemos una tarea enorme que es la de facilitar el tránsito de las personas por nuestras ciudades, para que todos, sin distinciones podamos aprovecharlas de la mejor forma posible. A su vez, considero que para generar cambios y poder avanzar hay que estar consciente de los logros que se han implementado al respecto y en base a estos colaborar para que se sigan instaurando políticas efectivas e inclusivas.
Desde que adquirí esta silla eléctrica, he constatado con mucho más detalles las dificultades en torno al desplazamiento, en especial el problema de las subidas y bajadas en las calles. Es así, como a lo largo de este mes, me he propuesto transitar por diferentes comunas de la ciudad dejando un registro de la accesibilidad en diversas rutas. Con el objetivo de comunicarme con las diferentes municipalidades para informar acerca de las irregularidades que se encuentran en la vía pública.
Según la ONG ciudadano inteligente en el gobierno de Sebastián Piñera hubo 0% de logro en torno a políticas públicas en materia de discapacidad. De esta forma, es importante hacer un llamado a las autoridades de la Nueva Mayoría para que implementen políticas públicas efectivas y que en realidad sean una ayuda más que una trampa, (por ejemplo rampas con las pendientes correctas, o si se arreglan calles que estás sean regulares, etc.) políticas de inserción laboral a personas profesionales, un sistema de pensiones justa y finalmente otras medidas que puedan hacer de Chile un país democrático, diverso y en donde todos tengan las mismas oportunidades.