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Como en las películas: Neurocientíficos logran alterar los recuerdos mientras se está dormido Una nueva publicación del convenio con Centro Interdisciplinario de Nuerociencias de Valparaíso

Como en las películas: Neurocientíficos logran alterar los recuerdos mientras se está dormido

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A raíz del reciente estudio de Katherina K. Hauner de Northwestern University de Chicago, la técnica para alterar experiencias almacenadas en la memoria, a la que alude la película «El Eterno Resplandor de Una Mente Sin Recuerdos», de Michel Gondry, ya no sería una ficción. Los resultados de esta investigación podrían dar pie a eventuales tratamientos para aquellos trastornos asociados a experiencias traumáticas, como lo sería el caso de las fobias e incluso el Trastorno por Estrés Postraumático, siendo especialmente útil si se aplica de forma inmediata al evento traumático, pues permitiría prevenir importantes secuelas psicológicas.


¿Se imagina poder modificar algún recuerdo traumático, como hechos de violencia, accidentes, catástrofes, etc., mediante un tratamiento cómodamente aplicado cuando usted duerme? Gracias al reciente estudio de Katherina K. Hauner y sus colaboradores de Northwestern University de Chicago, esta técnica a la que se hacía alusión en la película El Eterno resplandor de una mente sin recuerdos, de Michel Gondry, ya no sería una ficción.

Aunque se reservan diferencias con el filme, donde Jim Carrey y Kate Winslet se someten a un tratamiento en el que a través de una máquina les borran los recuerdos mientras están dormidos, diversas investigaciones científicas previas  han destacado la importancia del dormir para nuestra memoria. Basado en esos hallazgos, el equipo de Hauner diseñó un experimento basado en el condicionamiento clásico.

El condicionamiento clásico es un procedimiento en el cual se expone a un sujeto a un estímulo neutro en forma simultánea a otro estímulo (agradable o desagradable), para que así este genere en su memoria una asociación entre ambos.

En el experimento de Hauner, se solicitó a 15 personas sanas que observaran 2 fotografías de rostros, las cuales se presentaban acompañadas de un olor a cítrico que funcionaba como una clave contextual, es decir, una pista que servía como recordatorio de los rostros observados. A su vez, una de las caras se asociaba a un leve golpe de corriente en un pie, de modo de condicionar una respuesta de miedo frente a ese rostro. Como era de esperar, cada vez que los sujetos volvían a observar ese rostro, presentaban una respuesta de miedo a nivel fisiológico. Esto ocurría aunque ya no estuviera presente el golpe de corriente, puesto que la respuesta de miedo había sido condicionada.

En una segunda fase del experimento, se les pidió a las mismas personas que hicieran una siesta mientras se registraban sus ondas cerebrales con electroencefalografía. Cuando los sujetos alcanzaban la fase de sueño de ondas lentas (sueño profundo), eran expuestos por unos minutos al mismo olor a cítrico que previamente se había asociado a los rostros como clave contextual. Una vez despiertos, se les presentaba nuevamente las fotografías de caras, observándose que su respuesta fisiológica de miedo había disminuido significativamente frente al rostro que previamente iba acompañado de un golpe de corriente. 

¿Por qué ocurrió lo anterior?, esto sucedió porque la exposición al olor a cítrico durante el sueño profundo, funcionó como un recordatorio de la situación traumática que, al no ir esta vez acompañado de un golpe de corriente, permitió al cerebro de los sujetos “aprender” que ya no era necesario generar una respuesta de miedo frente a ese estímulo (rostro), pues éste no representaba ningún potencial peligro (golpe de corriente). El fenómeno anteriormente descrito, se conoce con el nombre de “Extinción de la Respuesta Condicionada” y se define básicamente como un proceso en el cual cesa el condicionamiento. Hace años se sabía que este proceso de extinción de una respuesta condicionada puede ocurrir mientras estamos despiertos, pero no se sabía que también puede lograrse mientras dormimos. Con este experimento, Hauner y sus colaboradores, lograron demostrar que la fase de sueño profundo es un momento clave en la cual es posible extinguir emociones asociadas a experiencias aversivas, además de evidenciar que tenemos la capacidad de adquirir nueva información mientras dormimos.

Los resultados de esta investigación podrían dar pie a eventuales tratamientos para aquellos trastornos asociados a experiencias traumáticas, como lo sería el caso de las fobias e incluso el Trastorno por Estrés Postraumático, siendo especialmente útil si se aplica de forma inmediata al evento traumático, pues permitiría prevenir importantes secuelas psicológicas.

Link Artículo: http://www.nature.com/neuro/journal/v16/n11/full/nn.3527.html

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