Será presentada mañana en Valparaíso
Es obra del dibujante Pedro Prado y se basa en una novela del escritor Hernán Rivera Letelier. “¡Pensemos que una de las demandas de las familias pampinas eran escuelas! ¡Querían escuelas para los niños!…y los mataron. Y hoy vemos los liceos tomados por jóvenes y padres que piden lo mismo: mejor educación. Es un tema de la máxima actualidad”, asegura el ilustrador.
La primera parte de una novela gráfica sobre la matanza de mineros y sus familias a manos del Ejército de Chile, ocurrida en Iquique en 1907, será presentada mañana en Valparaíso.
Se trata de “Santa María 1907-La marcha ha comenzado” (LOM Ediciones), una obra del dibujante Pedro Prado, que se basa en la novela “Santa María de las flores negras” (Seix Barral, 2002) del escritor nortino Hernán Rivera Letelier.
El texto –el primero de una trilogía- será presentado por Boris González, magíster en Historia de la Universidad Católica de Valparaíso y director general del área de vinculación con el medio de la Universidad de Playa Ancha, y Pablo Morales, gestor cultural y licenciado en Arte de la Universidad Católica de Chile. Además tendrá una participación especial el músico y poeta Mauricio Redolés.
El evento será a las 19:00 horas en el Centro de Extensión del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (Plaza Sotomayor).
Prado (1971), con más de veinte años de experiencia como guionista e ilustrador, se ha dedicado a temas como los derechos de los niños y las niñas, y la interculturalidad, además de hacer clases en centros culturales, universidades y centros de reclusión juvenil.
La presente obra está protagonizada por animales, al estilo de la ya clásica novela gráfica “Maus”, del estadounidense Art Spiegelman (que versa sobre el Holocausto), para contar la historia de un grupo de mineros chilenos, peruanos, bolivianos y argentinos que el 10 de diciembre se declararon en huelga en varias salitreras para pedir, entre otros, el pago en dinero (no en fichas) y la apertura de escuelas para los trabajadores.
Concentrados en la escuela Santa María de Iquique, el 21 de diciembre de 1907 tropas al mando del general Roberto Silva Renard mataron entre 2.000 y 3.000 personas, entre hombres, mujeres y niños. Anteriormente, Silva había participado en la sublevación contra el gobierno constitucional de José Balmaceda, en la Guerra del Pacífico y en una masacre de obreros ocurrida en Santiago en 1905.
En esta ocasión, la orden de reprimir fue dada por el presidente Pedro Montt, mediante el entonces ministro del Interior, Rafael Sotomayor. Silva posteriormente sobreviviría a un atentado anarquista.
A Prado la idea de convertir en comic la novela de Rivera le surgió a partir de su interés en la historia de Chile, “sobre todo la historia no oficial y los capítulos ‘incómodos’ de cómo se ha construido esta patria”, señala.
“Rivera Letelier construyó un relato de un capítulo fundamental de nuestra historia, lleno de personajes entrañables que, a medida que leía la novela, pedían a gritos ser conocidos, presentados en imágenes para finalizar su nacimiento, para venir a decirnos cariñosamente al oído: ‘Recuérdennos’”, explica.
Para Prado, la matanza es un capítulo clave para comprender la historia de Chile en toda su extensión: la invasión española, el ser colonia, la guerra civil, la Guerra del Pacífico, el golpe militar, el royalty a la minería, “la mala educación como proyecto…todo”.
“¡Pensemos que una de las demandas de las familias pampinas eran escuelas! ¡Querían escuelas para los niños!…y los mataron”, dice. “Y hoy vemos los liceos tomados por jóvenes y padres que piden lo mismo: mejor educación. La matanza de Santa María es un tema de la máxima actualidad”, remata.
Una de las cosas que llama la atención de la obra es la opción de representar a los personajes en forma de diversos animales, como llamas, ratones o pavos.
“La zoomorfia es un tipo de relato omnipresente en el mundo del comic y la historieta: Maus de Art Spielgman, Blacksad de Diaz y Guarnido, Condorito de Pepo”, explica Prado.
“Creo que contar las circunstancias que culminaron en la matanza de la escuela Santa María desde la fabulación nos permite precisamente, conectarnos mejor con toda la animalidad humana que está contenida en ese hecho, desde lo más dócil de nuestro comportamiento a lo más bestial”, agrega. “En ese sentido, el tipo de animal elegido para cada personaje nos va dando las claves del devenir de su comportamiento”.
Por otro lado, para el dibujante fue el propio material literario e histórico el que terminó por seducirlo a contar la historia en esa clave.
“En el texto de Rivera Letelier, sus adjetivaciones, nombres y apellidos, están llenos de animalidad: el Jote Olegario, los señores Toro Lorca y Viera Gallo, la bailarina Garza Muriel”, relata. “Más que una acto creativo mientras más leo el texto me parece que la fabulación fue más bien un descubrimiento en el texto”.
Prado revela que esta obra es la materialización de muchos deseos y visiones en lo artístico, lo político y lo social. “Pero creo que en el centro está mi interés por relevar la importancia del soñar. Por un lado está la épica inserta en la novela, la del hombre común que atraviesa el desierto más árido del mundo para perseguir su ideal, para defenderlo a toda costa, y por otro lado está épica de mi amor por los ‘dibujitos’, dedicarse a la novela gráfica en Chile en forma profesional”, asegura.
“Creo que hemos descuidado nuestra capacidad de soñar pensando que el mundo ya está hecho y sólo nos queda adaptarnos”, reflexiona el artista. “Me gustaría que los niños, jóvenes, adultos y ancianos que leyeran la obra se emocionaran, sintieran que no se necesita nacer héroe, artista o reformador social para un día levantarse de la cama decididos a cambiar la historia, la propia y la del planeta. Cruzar ese desierto terrible y proclamar valientemente sus sueños. La obra parte así, con un despertar sorpresivo en una minúscula habitación de la pampa salitrera, y desde ahí a la historia”.
Rivera Letelier, por su parte, ha quedado más que satisfecho con el resultado. “Si mi novela humanizó una cifra de muertos por la metralla, lo que hizo Pedro Prado al graficar la historia, al fabularla, al ‘animalizarla’, fue angelizar un hecho de sangre tan terrible como el de la escuela Santa María de Iquique”, señala en la contraportada del libro. “Angelizar el hecho (he aquí su genialidad) sin soslayar el lado humano y sin esquivarle el bulto al lado bestial. El de Pedro Prado es un cómic que conmueve”.
