MV, es uno de los mejores programas de la televisión chilena. Sin embargo, es un espacio que aún se muestra temeroso de su potencial, un resabio involuntario, quizás, de esa forma antigua y un poco rancia de hacer TV, que por décadas ha primado en televisión y que resulta difícil de sortear para quienes han trabajado en los demás canales antes de llegar al de Quilín.
Mentiras Verdaderas de La Red está en medio de una de sus semanas claves, la misma semana final del año en la cual canales y programas definen su futuro. El contrato de Jean Philippe Cretton vence el 31 de enero y hasta ahora no se ha renovado pese a que podría haberse hecho hace ya unos días.
Un conflicto provocado por el manager del animador, Jorge Hernández, conocido en el medio por trabajar con figuras como Pampita, Benjamín Vicuña y Thiago Correa fue el que generó el conflicto que entrampó la permanencia del conductor.
En el canal privado acusan excesivos requerimientos económicos, algo que no es difícil de creer para quienes conocemos a Hernández, un tipo a quien le resulta difícil sintonizar con eventos y situaciones que no tengan glamour de por medio y que muchas veces tiende a sobrevalorar a sus representados, algo como lo ocurrido en La Red.
Había una intención de la estación privada para renovar por dos años con el conductor del late. Pero hoy se barajan otras alternativas y, pese a que es el canal quien tiene la pelota en su área en este momento, no se ha concretado la recontratación.
Me parece en todo caso que sólo se trata de dar una lección de humildad y de conseguir una negociación económica conveniente, más que de una intención concreta de prescindir de Cretton. Sin embargo, algunos afilan sus cuchillos pensando en la posibilidad de animar uno de los mejores programas de la televisión chilena.
Claro porque Mentiras Verdaderas lo es, a mi juicio. Tiene ritmo, profundidad, provoca empatía y está a tono con lo que las personas quieren ver. Se nota en la sintonía y en las repercusiones de sus entrevistas.
Sin embargo, es un espacio que aún se muestra temeroso de su potencial, un resabio involuntario, quizás, de esa forma antigua y un poco rancia de hacer televisión, que por décadas ha primado en televisión y que resulta difícil de sortear para quienes han trabajado en los demás canales antes de llegar al de Quilín.
La Red es rara y lo sabemos, contraprograma y le resulta. Eso la hace atractiva en su programación. Errática a ratos, pero cercana en su discurso. Y la línea del MV va también por ahí. Entrevistas incisivas y humanas que lamentablemente han caído en la melosidad en varios casos en los cuales se privilegió tener a un personaje de las “grandes ligas” por sobre el contenido.
El mejor caso es el de Cecilia Bolocco, que habló 45 minutos de cosas sobre las que ha hablado por años, con un rating variando entre los 3 y 4 puntos (malo) y sólo en los últimos 10 minutos dijo algo que trascendiera a su consabida verborrea de autoayuda y que aportara esa cuota de novedad y honestidad que se le exige a un espacio así, sumando además más de 7 puntos promedio en sintonía… Es decir, la dueña de casa que ve las teleseries turcas del Mega se cambió cuando terminó su teleserie para seguir la otra teleserie.
Sumando y restando entrevistas como esa desperfilan a una marca tan consolidada, más aún porque su competencia en Mega tuvo la misma entrevista dos meses antes y con similar grado de novedad y mea culpa.
Claramente era Cecilia quien tenía más que ganar estando ahí que lo que ganó la apuesta de MV. Y así ha pasado en algunas ocasiones en el pasado aunque debo agradecer que poco a poco estén evidenciando esa debilidad y optando más por la pauta original o alternativa que por aquella repetida y fome.
Y esa sutil línea editorial no está aún lo suficientemente afinada. Pero avanza con rapidez más en estos meses que cambió la mano con la inclusión de una nueva editora. Mentiras Verdaderas no es el programa donde quiero ver a los típicos referentes de la cultura pop hablando lo mismo de siempre, victimizándose o lavando su imagen. Para eso están los estelares melosos.
Y es que quizás la ausencia de estelares ha hecho que los lates tiendan a convertirse no solo en una moda sino además en una moda que muchas veces no hace más que cambiarle el nombre a un espacio que carece de creatividad, vanguardia y osadía… componentes prioritarios para ese formato.
Y quizás es por eso también que me gusta MV porque partió como un experimento rarísimo con la conducción de Eduardo Fuentes, quien no dudo en absoluto está arrepentidísimo de haber emigrado a Canal 13, más aún luego de verse postergado por la decisión de Luksic –sí, fue de Luksic directamente- de priorizar el late de Don Francisco por sobre la bullada apuesta que lo devolvía al canal que lo vio crecer luego de un año redondo en La Red.
Pero se fue a hacer un late y terminó haciéndolo Mario Kreutzberguer. Mal.
Chiste repetido. Fuentes nuevamente pasó a segundo plano, no se potenció lo que ganó en La Red y eso es culpa suya por elegir nuevamente el camino que sabía que era el más incierto. Pero bueno, a quién no le ha pasado.
Fuentes desearía volver a La Red y su contrato se lo permite pues es bastante flexible pese a que concluye el 2015. Pero no parece ser una de las alternativas del canal de Quilín. Humildemente, señores y señoras, les diría que lo piensen. Si bien, Jean Philippe Cretton ha sido un tremendo aporte a MV, no consigue ese equilibrio entre acidez y diversión que tenía Fuentes, mucho más cercano a ser la versión chilena de Jimmy Fallon. Fuentes es como muchos de mis conocidos, un chileno medio de esos que con dos piscolas en un happy hour, no paran de hacerte reír, sobre todo porque saben reírse de sí mismos y no solo de los demás.
Pero bueno, quizás sólo soy una nostálgica. O quizás es porque me imagino a Cretton en otra tecla, más osada pero menos comprometida. Más fiel a su estilo radial. Quizás animando una versión menos farandulera y más ácida y contingente de Intrusos, como era el proyecto original y que luego de festinar durante semanas con un jamás confirmado romance entre la Presidenta Bachelet y Víctor Barrueto, fue rápidamente cancelado y mutó a lo que es hoy. No estaba el horno para bollos, pero hoy creo que se hace hasta necesario concretar algo así al mediodía.
Pero bueno, volvamos a MV. Finalmente, si hay algo que tiene es justamente el hecho de conseguir gracias a una destacada dirección –más aún en un medio que en la actualidad carece de propuestas originales y arriesgadas-, trascender más allá de quién o quienes estén a la cabeza.
Trascendencia que, sin embargo, se pude pulir con decisiones acertadas en la conducción. Finalmente, de eso se trata hacer televisión.
Ahora, y antes de que me asesinen las seguidoras de Cretton, él es bueno. Bien bueno la verdad, pero tiene un estilo que es muy poco confrontacional y que si bien humaniza las conversaciones con los invitados sacando profundas declaraciones, le falta ser más punzante para el estilo de un espacio como este. También le falta reírse un poco más, tenerle menos miedo al ridículo o al fantasma de la desperfilación.
Y claro, finalmente, con él o sin él. El espacio ya es una marca. Varias han sido las cosas que han aportado a que lo sea, decisiones bien tomadas en el momento en que otros paveaban. No en vano, es el espacio televisivo que consigue diariamente convertirse en trending topic en Twiter y además es el que tiene más reproducciones en youtube gracias a una política que cualquier ser humano mínimamente ligado a las redes sociales habría realizado en su momento: cortar las frases de los entrevistados y las temáticas de las conversaciones y ponerlas parceladamente en un canal. Un hit.
Ojalá la decisión de formar un 2015 más afianzado no les juegue en contra tomando un mal camino. El equipo quiere mucho a Cretton según he sabido y claramente es un animador que tiene mucho por entregar. Pero en lo personal, yo no lo dejaría otra temporada, le daría más bien la oportunidad de lucirse en otro estilo más cercano a su esencia y buscaría una propuesta más cercana al alma original del proyecto de Mentiras Verdaderas.