“Diálogo de la convivencia social y natural” se expone en el Parque Cultural de Valparaíso y a través de ella “las personas viven, sienten o entran en un estado, que por lo general los remite a recordar quienes somos en lo esencial, como parte de un todo, del universo, la naturaleza y las personas… cosa que tendemos a olvidar durante la vida cotidiana”, comenta la creadora.
Sólo hasta el domingo podrá verse la instalación “Diálogo de la convivencia social y natural”, de la artista visual Carolina Navarro (Santiago, 1975), en el Parque Cultural de Valparaíso (Cárcel 471, cerro Cárcel), en el marco del Festival de las Artes del puerto.
Se trata de una obra que mezcla sonidos y tejido, y se inscribe en la temática social y medioambiental que ya es típica en esta artista, cuyas obras han estado entre otros en la Feria Chaco (2011) y Japón (2012).
Navarro inició su carrera como escultora, desarrollándose en el ámbito de las intervenciones en espacios públicos, con un enfoque social y medioambiental. Su investigación se ha centrado en el uso de los espacios público y la historia de esos lugares, a través de reflexiones interactivas sobre el entorno, la convivencia social y el equilibrio medioambiental.
“Esta exposición surge a partir de relaciones entre la naturaleza y la convivencia social”, explica Navarro. En este caso particular, la artista hace referencia a una pequeña esfera de alga llamada “marimo”, proveniente de Japón, que cumple la función de equilibrar el ecosistema acuático.
“Lo curioso es que es una esfera perfecta independiente pero que vive en comunidad”, relata. “De esta forma, la relación que establece con su entorno cumple una función y su subsistencia depende de la rotación que le proporcionan las corrientes acuáticas para capturar la luz del sol y hacer fotosíntesis”.
Según Navarro, “de alguna forma, como relación simbólica es que muestro a estas delicadas algas, poco conocidas en el mundo, que en la cultura indígena del norte de Japón han sido bendecidas desde tiempos ancestrales y utilizadas como símbolo para la educación medioambiental en la actualidad, particularmente difundida en la educación a través de los niños”.
La artista explica que en esta muestra se combinan diferentes cosas que integran una totalidad. Por un lado, el uso del textil reciclado y manufacturado por mujeres, “vinculando al origen de la vida, al vientre”; por otro, “las macro y microalgas mencionadas para establecer el vínculo con la naturaleza y lo expuesto anteriormente, que también nos remiten al origen de la vida, como las microalgas”.
Un tercer aspecto es el uso de los sonidos binaurales, “que tienen una función de restablecer el equilibrio interior por medio de frecuencias o vibraciones sonoras. Se trabaja con los dos hemisferios del cerebro, con estados de conciencia: alpha, beta, delta y theta”, dice.
“La instalación es sensorial, el espectador vive una experiencia a través del tacto, el sonido y la visión. Luego deja su huella a través de palabras o en esta versión, dibujos para los niños -y adultos-, muchas veces llamados ‘mandalas’ por la cultura oriental”, señala Navarro.
No hay un mensaje explícito de la obra. “La reflexión, según la experiencia de mi trabajo, se da espontáneamente”, comenta Navarro. “Las personas viven, sienten o entran en un estado que por lo general los remite a recordar quienes somos en lo esencial, como parte de un todo, del universo, la naturaleza y las personas… cosa que tendemos a olvidar durante la vida cotidiana. La experiencia es grata y por lo mismo emociona”.
Es esto mismo lo que explica el título de la muestra. “Es un diálogo, somos parte de un todo que dialoga y convive”, dice. “Puede sonar trivial, pero la vida cotidiana nos obliga a olvidar lo que es tan simple de comprender, sobre todo en estos tiempos que urge despertar y reaccionar”.
Los próximos proyectos de Navarro se vinculan con esta misma instalación, ya que cada versión incluye diferentes elementos. “A veces incorporan más elementos sensoriales y cada una constituye una investigación según la interacción que deja el espectador, por medio de palabras o dibujos, lo que me permite ir descubriendo necesidades y apuntando la obra con más precisión para lograr ciertos objetivos”.
“Espero poder llevar esta obra y ofrecerla como una ofrenda a la comunidad japonesa que honra a estas esferas”, concluye.