En “Cancionero”, Lemebel tocó todos los temas habidos y por haber. Homenajeó a las víctimas de la dictadura, con textos como “Ronald Wood, a ese bello lirio despeinado” o «Claudia Victoria Poblete Hlaczik». Recordó a su amiga Gladys Marín, jefa del Partido Comunista, en textos como “Con Gladys en la ópera”. Y también habló de la vida común y silvestre, como en “La leva” o “Mensaje de amor al oído de la memoria”. Un material que luego alimentó sus libros más conocidos, como “Loco afán” y “De perlas y cicatrices”.
Muchos lo conocieron gracias a su programa radial. Entre 1994 y 2002, el escritor Pedro Lemebel tuvo su programa “Cancionero” en Radio Tierra.
Allí leyó centenares de crónicas, varias de las cuales luego formaron parte de sus libros, como “Loco afán” y “Perlas y cicatrices”, charló con su audiencia y fungió como entrevistador de algunas figuras artísticas y políticas.
Lemebel llegó a esa instancia gracias a que frecuentaba el centro feminista La Morada, como amigo de activistas y autoras como Diamela Eltit. El centro funcionaba en el mismo lugar que la radio, en el barrio Bellavista.
Primero Lemebel participó en el programa “Triángulo Abierto”, uno de los primeros espacios en los medios de comunicaciones para la diversidad sexual, conducido por Víctor Hugo Robles, donde compartió con otros escritores gays como Juan Pablo Sutherland.
Fue allí donde leyó por primera vez una crónica. “Creo que ahí nació la idea de leer textos en la radio y de hacer un programa”, cuenta Robles, algo que luego, tiempo después, se haría realidad.
En “Cancionero”, Lemebel tocó todos los temas habidos y por haber. Homenajeó a las víctimas de la dictadura, con textos como “Ronald Wood, a ese bello lirio despeinado” o «Claudia Victoria Poblete Hlaczik». Recordó a su amiga Gladys Marín, jefa del Partido Comunista, en textos como “Con Gladys en la ópera”. Y también habló de la vida común y silvestre, como en “La leva” o “Mensaje de amor al oído de la memoria”.
En un artículo citado por el sitio memoriachilena.cl, Lemebel señala que la crónica era “un espacio literario poco explotado en Chile”, y que le gustaba hablar de lugares de Santiago ignorados por los sectores oficialistas y conservadores. Y eso es precisamente lo que se escucha en estos textos radiales.
“Cancionero” debía su nombre a que en su programa mezclaba sus textos con música ad-hoc, que podía ser de la Nueva Ola o el folklor, como Violeta Parra, pero también de otros como Roberto Carlos o Camilo Sesto. El éxito de audiencia del programa, que era de lo más escuchado de la radio, permitió que se prolongara durante tantos años.
Robles recuerda que en “Cancionero” Lemebel no sólo leía, sino que además conversaba por teléfono con su público, que abarcaba desde dueñas de casa hasta otras “locas”.
“Era muy divertido, porque tenía una lengua muy rápida, muy filuda, muy juguetona y muy política”, afirma Robles. “Pero además acercó las letras del Pedro a gente que no tenía hábito de lectura o que no podía comprar un libro, y que escuchaba el programa, porque es muy distinto leerlo, con su estilo rococó. Pero su lectura (al aire), con los silencios, la entonación, con esa voz de loca afectada, hacía muy particular el programa”.
“Construía imágenes sonoras, apartes de las imágenes de sus textos”, recuerda su asistente Constanza Farías, consultada sobre «Cancionero». “Hacía una radiografía del Chile de los 90”.
María Pía Matta, ex presidenta del centro y directora de la radio desde 2012, señala que precisamente el contexto de esa década marcó el programa.
“Era una época bastante pesada, las cosas se hablaban poco, había una cosa media hipócrita”, recuerda, en medio de una transición “que no le agradaba (a Lemebel), no le agradaban figuras de la televisión como la Cecilia Bolocco, Gonzalo Cáceres, Raquel Argandoña o Pedro Carcuro”, que eran los mismos rostros de la dictadura.
“Con su crítica contribuía a desarmar un país que era muy hipócrita con lo que estábamos viviendo”, añade la periodista. “En esa época se decía muy poco (de las violaciones a los derechos humanos). Hoy es natural que hablemos de eso. Pero (los 90) fueron de mucho silencio”, explica, para recordar que la radio también fue la primera que tuvo un espacio para la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos. “Eran programas que tenían mucho que ver con una transición que no había culminado”.
Para Robles, “Cancionero” fue la expresión de la lucha de Lemebel por los derechos sexuales y también los derechos humanos. “Cuando preguntaba ‘¿dónde están los desaparecidos?’ una voz rococó, delirante, alocada pero intensa y guerrillera, creo que le daba una connotación y una característica de mucha fuerza y emancipación”, analiza.
A lo largo del programa, Lemebel también realizó algunas entrevistas. Allí estuvieron invitados del ambiente político, artístico e intelectual, como la activista de los derechos humanos Ana González, que perdió cinco familiares a manos de la dictadura, la poetisa Carmen Berenguer o el escritor Roberto Bolaño.
En el libro “Reinas de otro cielo: Modernidad y autoritarismo en la obra de Lemebel” (Lom, 2004), donde el editor Fernando Blanco recopila una serie de textos acerca de su obra, se lee que el programa era “la plataforma de Lemebel como enunciador mediático”.
El texto describe “Cancionero” como “un espacio de despliegue narrativo contra el olvido o contra la banalización de la historia reciente” y “una posibilidad de narrar la historia desde las voces no oficiales”.
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