Pensar en un teatro de mujeres abastecidas de heridas internas como principal modo de acción nos lleva a pensar, quizás, en personajes como Jasmine en Blue Jasmine de Woody Allen, o incluso en Blanche Dubois en Un tranvía llamado deseo. Catalina Valdivieso no va a cambiar, no va a dejar de mirar la vida desde esa pobreza espiritual, carente de cualquier empatía con quienes, para ella, son gente de otra clase. Ella está en riesgo, de reconocer por primera vez que no sabe absolutamente nada de sí misma, y por lo tanto, nada de quienes la rodean. Esto desconcierta porque existe.
Nunca vi a Cata Valdivieso hasta su estreno. Ni en youtube (hay un demo de su propio programa que nunca salió al aire), ni en la televisión, aunque después de verla en el teatro claro, la había escuchado ya, en las voces de aquellas mujeres asiduas a los mall, a la gastronomía siútica santiaguina o, quien sabe, por equivocación, en algún sector de providencia todavía parecido al barrio alto. Ahora, con total éxito de público, 12 horas de amor con Cata Valdivieso se está presentando en el teatro MORI Bellavista desde el 20 de Marzo. Así, la descarnada insensatez de esta mujer con respecto a la realidad nacional quedará, con Catalina Valdivieso, para siempre registrada.
Las reacciones del público son dispares: mientras unos ríen con escándalo otros abandonan la sala desconcertados. Porque la ironía y el humor negro son las principales características de este montaje protagonizado por la excelente interpretación de Claudia Celedón (La mujer gallina, Gatos viejos, La nana). Dirigida por su hija Andrea García-Huidobro (La estructura del fracaso) esta obra retrata con precisión el perfil de una mujer ABC1 quien dice estar devastada luego de haber visto la peor tragedia de su vida: una población callampa. Ella no sabía que “este tipo de gente” vivía de ese modo, que la desigualdad en este país es catástrofe cotidiana y no un accidente natural provocado por un frente de mal tiempo o la mala suerte.
La dramaturgia fue concebida a varias manos. Por una parte es trabajo de Los Contadores Auditores (Manual de defensa personal, Safari para divorciadas), y por otra, manufactura de la misma Celedón, quien tras un intenso proceso de improvisaciones depura todavía más las líneas de su personaje. Pero la Cata Valdivieso existía de antes, casi diez años atrás, cuando animaba “La cocina popular con Cata Valdivieso” junto a Catalina Saavedra y Ramón Llao. Allí la Cata nos enseña a cocinar un sencillísimo “Margret de Pato” y será a partir de esta excusa cómo después Andrea García-Huidobro llevará a escena a su madre en una versión más extensa de esta mujer aparentemente ingenua pero averiada por dentro.
El objetivo de Valdivieso en escena es simple, acompañar a través de su programa vía streaming a los damnificados de la supuesta tragedia que Cata creyó haber visto. Lo hará desde el living y la cocina de su casa, en directo, en medio de coreografías y canciones sentimentalonas compuestas por ella misma. En este programa/teatro, con Cata aprenderemos a cocinar albaricoques tailandeses, a darle un abrazo a la gente pobre cuando las fuerzas flaquean (así dice ella), y saber que ciertos ingredientes de la receta no se encuentran en los supermercados de la periferia. Se advierte entonces su incomprensión total del mundo. Tal vez la tragedia sea esa y no otra, su absoluta rigidez para con el contexto que la rodea. Y ahora, nos dice la Cata, todas las nanas con lápiz en mano…y a cocinar!
Catalina Valdivieso es una mujer que no pudo tener hijos, reprimida sexualmente, conservadora, porque ha sido criada de esa forma, y perteneciente a una de las elites más poderosa de este país. Dice que aprendió a comer papilla con ocho cubiertos desde niña. Mujer frustrada, que no entiende nada, que vive en cualquier planeta menos en este. Esa es la Cata, una mujer Walt Disney. Claudia Celedón observó durante años al tipo de perfil que encarna, y menciona que “esta gente es así. Les molesta ver esta pantalla de sí mismos, de cómo se manejan. Tratan a los pobres como gente distinta. Yo lo vi”[1], y nosotros, en el teatro tenemos el derecho a reconocerlo, o de una vez mas, de cerrar los ojos e irnos.
Andrea García-Huidobro dice que en esta historia trabajó con estereotipos. Ya en sus anteriores propuestas también este rasgo aparece rotundo. Para ella colocar personajes reconocibles ayudaron a enfatizar las líneas dramáticas del personaje principal. Paul, el técnico a cargo de la trasmisión del programa (Ricardo Zavala), Coni (Camila López), la sobrina de Cata cuya condición mental está alterada, Gemita y la Psicóloga Tita (Jacinta Langlois) forman el repertorio actoral de la obra. Sin embargo, es quizás aquí donde más se perciben los problemas en esta propuesta. Catalina Valdivieso se roba el escenario y sus ejes dramáticos son definidos. Pero los ya nombrados personajes, si bien son claros en sus roles, distraen la atención de comprender en profundidad la crisis de esta mujer Walt Disney despampanante en su estupidez.
El trabajo de Ricardo Zavala (Paul) es tan excelente como el de Celedón, tal vez porque en la historia se gustan y entonces la complicidad resulta atractiva. No sucede así con Coni (Camila López), la sobrina. Si bien está “para marcar el trato desigual y casi discriminatorio que tiene Cata con esta niña ‘especial’”, como señala García-Huidobro, y a pesar de los bailes y comportamientos absurdos dada su condición sicológica, más bien el desempeño de esta actriz entorpece el ritmo escénico y la calidad total de la obra. Su interpretación, sin duda, es la menos lograda. Jacinta Langlois en cambio, quien interpreta a dos personajes, resulta extremadamente exagerada en su caracterización de la sicóloga Tita –semilesbiana y conservadora– aunque sí consigue realzar la comicidad en el transcurso de la obra.
Los Contadores Auditores ya habrían explorado una “dramaturgia de catástrofe” antes, donde la ciudad de Santiago es el blanco para una inminente destrucción. En otras palabras: la ciudad, una tragedia, y la mujer como protagonista ha venido constituyendo la gran cocinería de este colectivo teatral con ya casi una década en las carteleras nacionales. Un ejemplo es la carismática heroína de Manual de defensa personal (2014) donde también su protagonista animaba su propio programa de televisión por youtube. Resulta entonces atractivo este universo de personajes femeninos al borde de un fracaso total, en el que tal vez ya se conocen, y donde perderlo todo es al mismo tiempo abandonarse por completo.
Pensar en un teatro de mujeres abastecidas de heridas internas como principal modo de acción nos lleva a pensar, quizás, en personajes como Jasmine en Blue Jasmine de Woody Allen, o incluso en Blanche Dubois en Un tranvía llamado deseo. Catalina Valdivieso no va a cambiar, no va a dejar de mirar la vida desde esa pobreza espiritual, carente de cualquier empatía con quienes, para ella, son gente de otra clase. Ella está en riesgo, de reconocer por primera vez que no sabe absolutamente nada de sí misma, y por lo tanto, nada de quienes la rodean. Esto desconcierta porque existe.
[1] Extracto de la entrevista que dio Claudia Celedón en radio Cooperativa.
Dramaturgia: Contadores Auditores y Claudia Celedón
Dirección: Andrea García-Huidobro
Asistente de Actores: Patrizio Gecele
Elenco: Claudia Celedón, Jacinta Langlois, Camila López y Ricardo Zavala
Escenografía e iluminación: Rocío Hernández
Vestuario: Valentina San Juan
Producción: Silvanna Gajardo
Teatro MORI Bellavista. Funciones viernes y sábados 22:30 hrs. Hasta el 30 de Mayo.