Si bien la radiación ultravioleta es el principal responsable del cáncer a la piel en nuestro país, también produce la activación de la vitamina D. Investigadores de la U. de Kentucky concluyeron que esta tendría una función importante en estructuras cerebrales como el hipocampo, mejorando la salud mental durante el envejecimiento.
Con el comienzo de la temporada estival y el aumento de la radiación ultravioleta en esta época, los medios de comunicación nos bombardean con información referente a lo riesgoso de tomar sol en exceso, siendo nuestra preocupación qué factor de bloqueador usaré, cuánto tiempo antes de salir debo aplicármelo, cuáles son más resistentes al agua, etc. Sin duda, debemos tener precaución con los tiempos de exposición al sol; no obstante, el sol no es nuestro enemigo, teniendo un rol importante en nuestro ecosistema y en nuestro organismo.
Gracias a esas mismas radiaciones ultravioleta, a las cuales tememos, en nuestra piel ocurre la activación de la vitamina D. Esta vitamina puede ser ingerida por medio de algunos alimentos; sin embargo, la mayor cantidad es sintetizada en nuestro organismo y para ello se requiere de la exposición a la luz solar.
La vitamina D tiene una función muy importante, participando en la regulación de los niveles de calcio y fósforo, promoviendo la absorción intestinal de los mismos a partir de los alimentos y la reabsorción de calcio a nivel renal. Si los niveles sanguíneos de estos minerales son demasiado bajos, el cuerpo puede producir hormonas que estimulan la liberación de calcio y fósforo de los huesos, lo cual puede desencadenar raquitismo en niños y en adultos, osteomalacia. Incluso, se asocia con la aparición de osteoporosis.
Cuando los rayos ultravioleta penetran la piel, la vitamina D se transforma en colecalciferol (vitamina D3) entre otros metabolitos. Esta vitamina D3 se transforma primero en calcidiol en el hígado y, posteriormente, en calcitriol en el riñón, el producto más activo de la vitamina D.
En estudios previos se determinó que existen receptores para vitamina D en el cerebro y se planteó la idea de que esta vitamina puede tener un papel importante en la mantención de la función cognitiva; además, se sugirió que niveles deficientes de vitamina D podrían acelerar el deterioro cognitivo producido con la edad. La deficiencia de vitamina D es muy común en individuos mayores, por lo que investigadores de la Universidad de Kentucky se preguntaron si una dieta alta en vitamina D puede disminuir el deterioro cognitivo senil. Para ello, trabajaron con ratas en edad de adultez tardía, donde los marcadores del envejecimiento se comienzan a detectar. Se modelaron en estos animales los niveles de vitamina D que existen en humanos para determinar niveles deficientes y suficientes. Crearon tres grupos con distinta suplementación de vitamina D: baja (100 UI/kg), media (1.000 UI/kg) y alta (10.000 UI/kg), y se les mantuvo con estas distintas dietas por 5-6 meses. Para determinar si la dieta con Vitamina D3 afecta las concentraciones del metabolito activo calcidiol, se midieron los parámetros fisiológicos en sangre de éste, encontrando que los niveles de calcidiol fueron proporcionales a las cantidades de vitamina D3 ingerida. Además, se midieron las concentraciones de calcio y fósforo sanguíneo para advertir si estos se veían afectados por las distintas dietas, no encontrándose diferencias.
Con el fin de evaluar la memoria espacial en las ratas sometidas a los distintos tratamientos, se utilizó el paradigma del laberinto acuático de Morris. Este paradigma consiste en colocar al animal en una piscina con una plataforma sumergida 2 cm, para luego enseñarle, a través de pistas visuo-espaciales, dónde encontrar la plataforma. Dentro del protocolo se agregó una tarea adicional llamada aprendizaje inverso, una tarea más difícil donde se les presenta un escenario diferente al aprendido, cambiándole de posición la plataforma, lo que requiere que el animal diferencie lo aprendido y genere una memoria nueva. El aprendizaje inverso involucra la activación de áreas del hipocampo, estructura encargada de la memoria espacial, y de regiones corticales responsables de la memoria de trabajo y la flexibilidad cognitiva, dado que el animal debe aprender una cosa y después ese aprendizaje cambiarlo para aprender una cosa distinta.
Los animales sometidos a dietas bajas y medias de vitamina D3 presentaron un déficit en la capacidad para recordar la nueva tarea, pareciendo confundidos durante la prueba. Sin embargo, ratas del grupo que recibió una dieta alta en vitamina D3 presentaron menores tiempos en encontrar la nueva posición de la plataforma. Con estos resultados, los autores proponen que las concentraciones de calcidiol en el suero sanguíneo pueden proteger contra cambios tempranos en la función cognitiva.
Concluyentemente, la vitamina D tiene una importancia más allá de la regulación de la absorción de calcio, teniendo una función importante en estructuras cerebrales como el hipocampo. Con estos datos, se puede pensar que la suplementación con vitamina D en etapas tempranas, previas al envejecimiento, podría ser eficaz en promover una mejor salud mental y retrasar la aparición de marcadores de deterioro cerebral.
Sabemos que la exposición al sol no es necesariamente dañina: en países donde la exposición al sol es menor o donde las personas permanecen más tiempo en espacios cerrados, existe una mayor prevalencia de patologías por deficiencia de vitamina D. Sin embargo, no hay que perder de vista que en nuestro país debemos cuidarnos del tiempo al que nos exponemos al sol: según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), al año se diagnostican entre dos y tres millones de pacientes con cáncer de piel. En Chile, en los últimos 15 años, han fallecido más de 3.500 personas por cáncer de piel. Un 54% de ellas fueron hombres, en su mayoría sobre los 71 años, mientras, en el caso de las mujeres, la enfermedad se presentó en edades más avanzadas.
Vínculo al artículo original: http://www.pnas.org/content/111/41/E4359.long