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Con tanta “estupidez” en la Tv chilena, urge un canal cultural sin vicios

Con tanta “estupidez” en la Tv chilena, urge un canal cultural sin vicios

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Patricio Olavarría
Por : Patricio Olavarría Periodista especializado en Política Cultural
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Un Canal Cultural de calidad y gratuito, es lo que el país necesita por su envergadura y las posibilidades de abrir y entregar nuevos contenidos a una ciudadanía que hoy se debe conformar con una televisión mediocre. Un canal educativo y cultural por definición debe representar a una sociedad multicultural que dialoga con el mundo e informar de manera responsable y neutral respondiendo a la vez a los contextos locales de la sociedad. El desafío no es menor y esperemos que la promesa, como tantas otras, sencillamente no quede en pausa.


En una reciente entrevista Marcelo Díaz, Ministro Vocero de Gobierno afirmó que el proyecto de Ley sobre el Canal Cultural y Educativo que anunció la Presidenta de la República el pasado 21 de mayo, estará oleado y sacramentado antes de fin de año. Sin embargo, de la misma forma manifestó que no existe claridad en cuanto a su financiamiento, aunque sí afirmó que estaría “alojado” en TVN y que aún está todo muy “verde” como para pensar en equipos directivos.

No cabe la menor duda que el anuncio del Ministro es una buena noticia para la cultura y la educación del país. Se trata no solo de un proyecto que puede ser “emblemático”, sino además de un espacio urgente y necesario que vendría a pagar una deuda que la televisión chilena no ha logrado saldar y que la señal de cable (pagada) tampoco ha resuelto ni parece tener el más mínimo interés en hacerlo.

“Educar, entretener e informar” son los tres objetivos de los canales de la televisión abierta chilena que ya sabemos deben por ley trasmitir 4 horas de programación cultural según lo que indica actualmente el Consejo Nacional de Televisión (CNTV), organismo que tiene el control del “on and off” de nuestra televisión actual y que evidentemente es insuficiente e incapaz de proponer un proyecto cultural y educativo en el actual modelo de las empresas televisivas chilenas privadas incluyendo a TVN, que aunque en la práctica no lo parece, se define como una empresa autónoma del Estado.

“El proyecto se va a enmarcar dentro del criterio de austeridad y responsabilidad fiscal que inspira al gobierno” es lo que dice Marcelo Díaz con respecto del financiamiento del futuro canal estatal. Criterio que según él deberá complementarse con los fondos del CNTV y el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA) lo que a la larga permitiría contar con un proyecto que trabaje en línea con toda la producción audiovisual del país y la gran diversidad de proyectos culturales que circulan en el exterior y las regiones, lo que como diseño parece a primera vista coherente, el punto será saber que significa realmente la aplicación de un criterio de “austeridad” para la cultura y la educación. Sabemos que al menos en lo que respecta a cultura el presupuesto de la Nación representa apenas el 0.4 % del gasto fiscal lo que no es para nada alentador. Por otra parte también se han escuchado voces de quienes plantean que incluso la creación del futuro Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio no es viable en un escenario de estancamiento económico. Editoriales sospechosas por decir lo menos cuando se trata de proyectos vitales para el desarrollo del país.

Un proyecto si se dice de Estado, debe tener recursos de todos los chilenos y por lo tanto debe ser patrimonio de todos quienes formamos parte de la comunidad. Si un proyecto tan emblemático y necesario no cuenta con un financiamiento estimulante y con la regulación estatal no tiene sentido. Existe el viejo fantasma del dirigismo cultural y educativo que algunos sectores siempre enarbolan como bandera de lucha en contra de los proyectos que tiene un origen en la política estatal. Se los denomina ideológicos como si el mercado no lo fuera. Por lo mismo el punto es quienes pueden dirigir un proyecto de esta naturaleza con una representación legítima de la sociedad.

Representantes del mundo público y privado deben participar en un proyecto de Estado. Eso no parecería estar en discusión, pero creo que en donde hay que poner atención es en el financiamiento y la representatividad del un medio que de verdad nos puede interpelar a todos. Nuestra memoria y nuestro patrimonio son una construcción colectiva, y decimos que son de todos ¿Por qué un canal de televisión que persigue estos fines no lo puede ser? Para algunos el futuro canal cultural debiera estás bajo la tutela del Ministerio de Educación como es el caso del canal “Encuentro” de Argentina, y para otros debiera ser el futuro Ministerio de Cultura el responsable. Algunos con aires más liberales creen que debería estar fusionado en una Corporación de carácter mixta con participación del Estado y el siempre bien ponderado sector privado. Quizá derechamente una institución privada “sin fines de lucro” pero con aporte estatal. Esta última figura que está de moda no debiera ser a mí parecer el modelo a seguir. Que la señal se “aloje” en TVN como dice el Ministro y que tenga una figura jurídica independiente puede ser una solución interesante, pero habría que admitir que justamente lo que no se quiere es que este proyecto termine monopolizado por los mecanismos de la televisión privada y su modelo de financiamiento que es como opera TVN y el resto de los canales de la televisión en Chile.

En un proyecto de esta naturaleza el Estado tiene la responsabilidad de crear un modelo de financiamiento cultural y educativo que esté por un lado como bien dice el Ministro “fuera de la lógica partidista” pero también agregaría fuera de la lógica de los negocios que han contaminado la televisión con tanta basura desechable y grotesca. Si hay un atributo que se le puede dar a muchos de los programas de la televisión chilena, es el atributo de lo estúpido y lo grotesco como negocio de audiencias. Está claro para el Ministro al menos que no se trata de un proyecto de “nicho” aunque sería interesante dar esa discusión. La televisión es por naturaleza cultural y debe abordar todo el amplio espectro social, el punto es si se pondrán las fichas en la masividad o en la calidad de la programación. Pregunta que se puede resolver no solo a través de la experiencia internacional, sino además a través del propio trayecto que ha recorrió la cultura y la educación chilena a través de su historia y sus grandes íconos. Como proyecto democrático, un canal cultural y educativo, debería inspirarse no solo en las tendencias creativas mundiales, y los fenómenos de la educación en un mundo globalizado y diverso. También debe hacer un necesario rescate de nuestro país como un espacio creativo pero también problematizado y contemporáneo con realidades como la discriminación social y el problema mapuche por ejemplo. No abordar los márgenes y no exponerse a la realidad, sería simplemente crear una caja de cristal transparente y brillante.

Hablando de “descentralización”, palabra que está manoseada y ha perdido consistencia y frescura en el debate, porque se usa en todos los discursos con cierta carga de culpa, como si quienes están hablando desde el podio fueran los responsables de la dimensión geopolítica y económica del país. No obstante hay que poner un mínimo de atención a la condición geográfica chilena, la diversidad cultural existente, las diferentes etnias y sus problemáticas. Asunto que a través de la Consulta Indígena se ha trabajado pero que sería imposible no tomar en cuenta para una televisión cultural y educativa. Ello implica revisar el paradigma del formato, los contenidos y sus representantes obviamente.

Las regiones son diferentes y las audiencias también por mucho que estemos todos jugando con un iPhone gran parte del día. La conectividad que resulta tan eficiente y que nos hace creer que tenemos cientos de amigos como es el caso de una Red Social como Facebook, que por lo demás se controla y pasa en gran parte a través de la fibra óptica desde Estados Unidos, no se replica en lo más minino en el mundo de los medios regionales y locales. La usabilidad es diferente en este caso y se orienta a lógicas propias de cada zona. Hay globalización obviamente pero no tiene el nivel de homogeneidad de las ciudades capitales. Por otra parte la gente en Punta Arenas y Arica prefieren ver sus propios canales de televisión y no les interesa saber sobre la congestión vehicular o las medidas para eliminar la delincuencia en Santiago. Son otros tiempos y otros temas. Esto no quiere decir que no existan problemas nacionales y que pueden ser del interés de la gran mayoría como puede ser el caso de un publicitado fallo de la Corte Internacional de la Haya o un partido de la Selección por las eliminatorias al mundial fútbol.

Por último el Ministro ha dicho que prefiere no adelantar si el Presidente del Directorio del futuro canal será nombrado por la Presidenta como lo es en el caso del CNTV. Ojalá este nombramiento como el del resto del Directorio sean sometidos a la consulta ciudadana. Es fundamental que una institución del Estado tenga el aval de la Sociedad Civil y sea cabalmente representativo del sector. Ya tenemos suficiente con los problemas de representación y la desconfianza de la ciudadanía con los cargos meramente políticos que muchas veces no acreditan la experiencia ni la cercanía con los objetivos de las instituciones.

Este es un proyecto que el país necesita por su envergadura y las posibilidades de abrir y entregar nuevos contenidos a una ciudadanía que hoy se debe conformar con una televisión mediocre. Un canal educativo y cultural por definición debe representar a una sociedad multicultural que dialoga con el mundo e informar de manera responsable y neutral respondiendo a la vez a los contextos locales de la sociedad. El desafío no es menor y esperemos que la promesa, como tantas otras, sencillamente no quede en pausa.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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