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Crítica de ópera: Cavalleria Rusticana, I Pagliacci y el fin del ciclo de Andrés Rodríguez

Crítica de ópera: Cavalleria Rusticana, I Pagliacci y el fin del ciclo de Andrés Rodríguez

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La Orquesta Filarmónica no tuvo un gran lucimiento por la dirección plana y sin ningún contraste del director titular Konstantin Chudovsky. No supo resolver los grandes momentos de estas dramáticas óperas, aplastando a los cantantes con la orquesta


Con la presentación de las óperas Cavalleria Rusticana e I Pagliacci (Los payasos) termina no solo la temporada lírica 2015 sino una larga historia en el Teatro Municipal: la administración de Andrés Rodríguez, que llega a su fin, tras 33 años, a cargo de la dirección del Teatro Municipal.

La noche del lunes 2 de noviembre, asistí a una función de un desigual nivel de este popular programa doble. Volvimos a ver  la misma producción que el 2010, año que se redujo al escenario del Teatro de Carabineros debido a los daños que sufriera el Municipal producto del terremoto. Se mantuvo el equipo liderado por el regista italiano Fabio Sparvoli que incluye la escenografía de Giorgio Riccheli y el vestuario de Germán Droghetti. El cambio se produce con el diseño de la iluminación a cargo de Ramón López.

I Pagliacci Fotos: Patricio Melo

Ópera «I Pagliacci» Fotos: Patricio Melo

La Orquesta Filarmónica no tuvo un gran lucimiento. La dirección plana y sin ningún contraste del director titular Konstantin Chudovsky, no supo resolver los grandes momentos de estas dramáticas óperas. Aplasta a los cantantes con la orquesta, enjerga teatral “los tapó”.

No hubo matices ni colores, y su dirección está muy lejos del lenguaje verista que requieren ambas óperas; estilo que se caracteriza por la interacción con la realidad y profundiza el contexto social de la acción, mas allá del canto. Ciertamente Chudovsky tiene muchos créditos en repertorio ruso, pero el verismo no es lo suyo.

En Cavalleria Rusticana, los pétreos muros de la aldea siciliana permiten comprender el drama sin salida de Santuzza: está encerrada en la traición y al parecer no puede escapar de ella. La ambientación, en los años 30, funciona bien gracias a un  adecuado vestuario. Pero no quedan bien resueltas la procesión ni las escenas con niños.

Ópera "I Pagliacci" Fotos: Patricio Melo

Ópera «I Pagliacci»
Fotos: Patricio Melo

El gran dúo de Santuzza con Turiddu fue una gran desilusión. Aquí no hubo la grande scène que permite entender el drama de Santuzza. Pocas veces en la ópera -pero muchas en la realidad- una mujer traicionada le implora a su marido que no la deje; e incluso le dice “¡pégame, insúltame, te amo y te perdono!”.  La soprano rumana Cellia Costea no supo expresar lo que siente su personaje. Tuvo serios problemas de afinación con cambios de color. A favor le juega eso si  un gran volumen.

Más lejos aun de esta escena estuvo el tenor ruso Khachatur Badalyan, quien no tenía ni los recursos vocales ni actorales para enfrentar al indolente Turiddu. Esta escena, clave en el desarrollo de la acción no estuvo a la altura de lo que creó el compositor Pietro Mascagni, a sus tempranos 22 años.

En cambio, el barítono ruso Roman Burdenko, en el rol del marido engañado, fue el personaje más destacado: recreó un Alfio convincente. Dueño de una voz cálida, con hermoso timbre y volumen fue como un bálsamo en la fallida Cavalleria. Los roles de Lola y Mamma Lucia, interpretados por la mezzosoprano Gloria Rojas y la contralto Claudia Leppe estuvieron muy adecuados y ayudaron que la acción fluyera frente a la impasividad e inmovilidad de los roles protagónicos.

Ópera "Cavalleria rusticana" Fotos: Patricio Melo

Ópera «Cavalleria rusticana»
Fotos: Patricio Melo

Por su parte, I Pagliacci tuvo un mejor desempeño. La ópera parte con un famoso Prólogo interpretado por uno de los payasos, Tonio. En esta versión, el barítono ruso, Roman Burdenko, se presentó frente al telón cerrado entregándonos un momento de antología. Me atrevo a señalar, que es uno de los puntos altos de la Temporada y porque no decirlo, de lo que pronto será la mítica era de Rodríguez. Dudo mucho que hayamos escuchado en Santiago un Prólogo tan conmovedor, noble y honesto como el que interpretó Burdenko anoche. Los vítores se hicieron sentir.

La acción, en una plaza amplia en la que se instala este gran camión de la compañía de payasos, permite que la acción fluya y se movilice. Aquí, el coro tiene varias intervenciones y se mueve mas cómodo; la reconocida maestría de Sparvoli surte efecto. La presencia de los acróbatas le dan mas energía a esta compañía de circo callejera.

El tenor argentino Gustavo Porta tiene oficio y su voz madura corre, es efectista y crea un conmovedor Canio. Su gran escena Vesti la giubba convence. La iluminación de López es muy adecuada y fortalece el drama.

Ópera "Cavalleria rusticana" Fotos: Patricio Melo

Ópera «Cavalleria rusticana»
Fotos: Patricio Melo

Por su parte, la Nedda de Paulina González es vocalmente muy sólida. Con técnica e inteligencia sortea sin problemas las dificultades de las fiorituras y legatos de su aria y, mas adelante, junto al barítono ruso Alexey Lavrov como Silvio recrean una juvenil y muy creíble escena de amor, otro de los momentos destacados de la función.

Llama la atención que el rol de Beppe no lo haya asumido algún tenor chileno pero, sin embargo, el vasco Mikeldi Atxalandabaso lo cumple a cabalidad. Los aportes de los campesinos el barítono Jorge Cumsille y el tenor Gustavo Morales son muy adecuados.

Como conclusión, un programa doble con altos y bajos, que nos regaló, el mejor momento de la temporada -y quizás de los últimos años-: el Prólogo de I Pagliacci.

Un arte difícil, donde se juegan muchos factores para que exista la belleza que es esquiva …..pero, sin embargo,  a veces llega.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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