En momentos en que los públicos se han volcado a prácticas culturales privadas o individuales gracias a la masificación de las nuevas tecnologías, El Festival Puerto de Ideas ha sorteado con holgura el desafío de la convocatoria: más de 24 mil personas en la reciente versión, además de los 13 mil usuarios conectados vía streaming. Ya no sorprende que economistas, filósofos y antropólogos generen en la platea el mismo fervor de una intérprete de hip-hop y que agoten con antelación los cupos disponibles; o que la neurociencia y la astronomía ganen terreno significativo en la conversación entre conferencias de la mano de publicaciones de los novelistas invitados.
La quinta edición del Festival Puerto de Ideas ha consolidado una iniciativa que parecía impensable en 2010: hacer de la generación de pensamiento una celebración.
El proyecto ha ganado madurez al articular una programación variada, dar visibilidad a discursos que alertan sobre las crisis en curso, difundir visiones surgidas en veredas contrapuestas, renovar la manera de acercarse a las artes y las ciencias, y establecer cruces entre distintos nichos de audiencias.
Además, ha permitido a residentes y visitantes de la ciudad involucrarse en un plan de recorridos de tres jornadas por salas, espacios y recintos que son un testimonio silencioso del estado de las cosas en Valparaíso.
En momentos en que los públicos se han volcado a prácticas culturales privadas o individuales gracias a la masificación de las nuevas tecnologías, el programa de 30 conferencias ha sorteado con holgura el desafío de la convocatoria: más de 24 mil personas en la reciente versión, además de los 13 mil usuarios conectados vía streaming.
No sorprende que economistas, filósofos y antropólogos generen en la platea el mismo fervor de una intérprete de hip-hop y que agoten con antelación los cupos disponibles; o que la neurociencia y la astronomía ganen terreno significativo en la conversación entre conferencias de la mano de publicaciones de los novelistas invitados.
Aunque la atmósfera parece inusual y se contrapone a ratos con el cotidiano del puerto, el encuentro ha permeado en varios campos. El más palpable es la conformación de una comunidad de seguidores activos que por un fin de semana entregan un voto de confianza al programa y acuden a sesiones que les acercan a nuevos temas o –en más de una ocasión- se internan en preguntas incómodas.
Se altera la lógica corriente de un festival y se redescubre un ejercicio primario. En la escena no hay ruido ni espectacularidad, sino personas que hablan o que profundizan y otras que van de un punto a otro de la ciudad para escucharlas. En un contexto de adicción a los smartphones y de ansiedad por estar conectado a las redes sociales, esta dinámica es una pausa revolucionaria.
La consolidación de Puerto de Ideas puede leerse también como una auspiciosa señal de los tiempos. Su puesta en marcha en 2010 –año de conmemoración del Bicentenario de la República- coincidió con la apertura de espacios culturales como Teatro del Lago, en Frutillar, y Centro Gabriela Mistral, GAM, en Santiago, que comparten el interés por indagar en el vínculo entre arte, educación y ciencia, vincularse con los públicos, trabajar en colaboración e intercambiar aprendizajes.
Los tres proyectos han probado estrategias de gestión y programación que responden a los cambios en los hábitos de participación cultural y han puesto a prueba experiencias con resultados a favor.
Teatro del Lago es actualmente el principal escenario para las artes musicales en el sur de Chile con una programación de reconocida calidad que ha contado con artistas de prestigio mundial, y una labor constante en el ámbito de la educación que ha abierto espacios para niños y jóvenes de la región. Su programa Puedes bailar grafica cómo una infraestructura de gran escala incide en el acercamiento e involucramiento de adolescentes en la práctica de disciplinas artísticas a partir de procesos compartidos con creadores –nacionales y extranjeros-, y las conferencias de ciencia y arte de cada temporada convocan a un nuevo público.
A la par de una programación enfocada en artes escénicas contemporáneas y en cultura urbana, Centro GAM –una infraestructura cultural que conmemora el Bicentenario- ha venido desarrollando durante cinco años programas de desarrollo de audiencias que hoy en día ganan consistencia cuando son sus participantes los que orientan las líneas de acción (como ocurre en el taller de Jóvenes Críticos, el coro de profesores, el club del Adulto Mayor o los recorridos Hapto) o se encaminan a vincular ciencia y creación (como lo han hecho los ciclos sobre astronomía y arte y recientemente el Festival Escolar de Teatro y Ciencia).
Los tres proyectos revelan los caminos de encuentro que establecen las artes y las disciplinas que generan pensamiento en plena modernidad líquida –al decir de Zygmunt Bauman-, una era despoblada de utopías y certezas, y es la labor a la que parecen llamadas todas las iniciativas culturales que aspiran a proyectarse en el tiempo.
Javier Ibacache V.
Director de Programación y Audiencias de Centro GAM