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Donald Harrison llevó la fiesta y el baile al Festival de Jazz de Providencia Festival de Jazz de Providencia Día 2

Donald Harrison llevó la fiesta y el baile al Festival de Jazz de Providencia

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La sobriedad y esencialista musicalidad de Mario Feito y su trío, contrastó con el vigoroso set del saxofonista alto Donald Harrison, un experimentado y ecléctico bandleader que navega sin dificultad entre el post bob, swing, funk, la música de Nueva Orleans, y hasta el hip hop, enmarcado en la vertiente más mainstream del jazz americano.


Si algo dejó claro la jornada inaugural del Festival Internacional de Jazz de Providencia, es que independiente de las propuestas musicales, el público está abierto a dejarse seducir sin mayores inconvenientes. Lo comprobó el programa swing de Natalia Ramírez y el virtuosismo avant-garde de Rudresh Mahanthappa, completamente opuestos entre sí, y lo de anoche en el Parque de las Esculturas –con un lleno total- transitó un camino similar con el sabor cálido de un público atento y receptivo.

A diferencia del jueves, anoche el diálogo entre ambos números estuvo más compenetrado dentro de sus diferencias formales, a pesar de haber comenzado con una propuesta íntima y delicada, quizás no lo suficientemente “festivo”.

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Feito es un pianista difícil de encasillar en el pequeño circuito jazzístico local. Con dos discos grabados en ocho años y muy pocas presentaciones en vivo, podría ser una figura fantasmal como tantas que aparecen y desaparecen en los pocos escenarios que le dan continuidad a la actividad. Desde esa mirada puede ser sorpresiva su inclusión en la parrilla del festival (por segunda vez, antes estuvo en la edición 2006), pero Feito tiene la virtud de responder a una sonoridad singular que se impone por sobre la visibilidad.

En el formato de trío acústico tradicional, con el habitual sidemen Rodrigo Espinoza en contrabajo, y el delicado y expresivo baterista Nicolás Ríos, Feito propuso anoche un camino de delicados arreglos y creación de atmósferas que llevó al público a una escucha atenta, revelando a un pianista maduro y sobrio, anclado en una línea melódica despojada que lo emparenta con pianistas europeos como el desaparecido Esbjorn Svensson y el británico Neil Cowley, y su trabajo desde la composición contemporánea para piano.PRO_6252-2

Su set, armado en torno a su disco del 2012, El valle del tiempo, ofreció depuradas versiones de Violeta Parra y Víctor Jara (Arauco tiene una pena)  y llevó al público a un camino de imágenes y climas sonoros que fueron seguidos con atención. No es fácil iniciar la jornada de un festival masivo con un programa íntimo y camerístico, pero Feito sorteó el desafío instalando sin sobresaltos una propuesta elegante y personal para el circuito local, que sin duda requiere más opciones para ser apreciado.

La sobriedad y esencialista musicalidad de Mario Feito y su trío, contrastó con el vigoroso set del saxofonista alto Donald Harrison, un experimentado y ecléctico bandleader que navega sin dificultad entre el post bob, swing, funk, la música de Nueva Orleans, y hasta el hip hop, enmarcado en la vertiente más mainstream del jazz americano.

La depurada técnica de Harrison, alimentada de la herencia de Charlie Parker y Cannonball Adderley, le permitió enfrentar sin contrapesos composiciones de Parker, The Jazz Messengers, Wayne Shorter y John Coltrane, en un permanente diálogo con el público que fue creciendo en intensidad hasta rematar con un set funk y blues, de donde emergió la sensibilidad de su ciudad natal, Nueva Orleans, y donde desplegó trucos de un rockstar consumado que llevó al público al entusiasmo con un cierre festivo que incluyó hasta CD’s regalados desde el escenario.

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Compañero de ruta del célebre trompetista Terence Blanchard, con quien grabó en coautoría cinco discos, Harrison mostró poco de su trabajo en torno a la herencia musical afroamericana plasmada en su disco de 1992 Indian blues (uno de sus trabajos más célebres), optando por presentar una ajustada síntesis de distintos géneros interpretados con el oficio de un experimentado director de escena manejando a voluntad a la audiencia.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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