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Alex Anwandter y estreno de su primer film en Berlín: “Todas las películas son ideológicas”

Alex Anwandter y estreno de su primer film en Berlín: “Todas las películas son ideológicas”

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Bastián Fernández
Por : Bastián Fernández Periodista de El Mostrador
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Su película “Nunca vas a estar solo”, inspirada en el caso de Daniel Zamudio, se estrenó ayer en el Festival de Cine de Berlín en la categoría de “Panorama”. El cine es un vehículo, dice el director, para reflexionar sobre la homofobia y el cambio valórico-cultural “extremadamente lento” del país.


Son días intensos en Berlín. La capital alemana vive su festival de cine con entusiasmo y largas filas para conseguir entradas a las películas que se exhiben en su renombrado Festival de Cine, la Berlinale. El corazón del evento es el Potsdamer Platz, espacio que fue arrasado por los bombardeos aliados durante la Segunda Guerra Mundial y sobre el que se irguen hoy sendos complejos arquitectónicos y una gran cantidad de cines.

En el café de uno de estos se encuentra Álex Anwandter (32), uno de los cuatro representantes nacionales en esta edición del festival. Su obra prima, “Nunca vas a estar solo”, se inspira en el caso de Daniel Zamudio para contar una historia de ficción sobre la violencia y la homofobia en la sociedad chilena.

La cinta está en la categoría “Panorama” que se define como una constructora de puentes entre la visión artística y los intereses comerciales de la industria. Además, es candidata a varios premios de jurados independientes, entre los que se cuentan los TEDDY Awards que reconocen a largometrajes, documentales y cortos que abordan temáticas LGBT.

Estreno oficial

Este martes su película se estrenó oficialmente, pero ya había tenido una doble proyección el sábado. Terminada esta última función la cinta sacó aplausos y generó un profundo diálogo, durante la tanda de preguntas y respuestas, entre el público, la productora, Isabel Orellana Guarello, y Anwandter.

-Para ser tu primera película me imagino que estás feliz con ese recibimiento ¿no?

-Si. La verdad es súper interesante porque sigo expectante ya que es una película hecha para ser vista en Chile. Entonces, que tenga estas primeras reacciones desde tan lejos, bueno, me satisface darme cuenta que hay algo universal, algo que cruza barreras culturales y de idiomas. Pero aún sigo con ese propósito principal pendiente que es exhibirla en Chile.

-El sábado durante la tanda de preguntas del público señalaste que esta es una película ideológica…

-Quizás me expresé mal. Pienso que todas las películas son ideológicas. Una historia de amor heterosexual comedia romántica también es ideológica, en el sentido que si no se detiene a mirar algún conflicto está diciendo tácitamente que los aprueba. Que su postura frente al mundo y el público es que está de acuerdo. Eso es un flanco abierto que tiene el arte. Con esa perspectiva a la hora de hacer una película te permite estar más consciente y alerta de lo ideológica que son todas las decisiones. Desde como encuadras una escena de sexo entre dos hombres a la caracterización de un personaje femenino.

A eso me refería con lo de ideológico. Es evidente que esta película se aboca a discutir temas que no son emocionales-personales sino que temáticas sociales. Aunque lo político y lo personal son una cosa.

-La cinta aborda la violencia y homofobia en Chile ¿Podrías profundizar un poco más en esa problemática?

-Creo que la película toca violencias y eso intenté delimitarlo lo más que pude. Obviamente hay que escoger las batallas. La película no intenta describir todos los males de la sociedad chilena. Creo que hay distintos niveles de consciencia, y a veces bajos niveles de consciencia, sobre ciertos tipos de violencia en Chile. Para volver a los temas que la película toca, la homofobia es un chiste todavía en Chile. Por eso nunca me sentí débil al hacer esta película, porque discutir eso sigue siendo un propósito tan relevante. Ojalá no lo fuera. Yo he escuchado a gente referirse a la ley Zamudio como un chiste. Como “oye te van a poner la ley Zamudio” después de decir algo extremadamente discriminador. Y sigue siendo una amenaza o un peligro real que dos hombres se tomen de la mano, más hombres que mujeres probablemente.

-¿Aún falta un cambio cultural en la sociedad chilena?

-Cultural y valóricamente ha cambiado muy poco Chile. Esta misma ley es solo algo del sistema penal que es como un agravamiento dentro de los motivos de un ataque, y está bien, pero el cambio cultural es extremadamente lento. Creo que es una de las cosas bonitas de la ficción, una oportunidad para deslizar estas empatías  en la medida que adjuntas una carga emocional muy fuerte a una temática específica y que quizás la gente no podría sentir si viniera de un discurso o una campaña política.

-¿Ves el cine como un vehículo para contribuir al cambio cultural?

-Yo pienso que la homofobia está mal, pero cuando haces una obra de ficción uno debiera limitar lo más posible que ese mensaje específico atraviese. En el sentido que nadie quiere que le digan exactamente como pensar y uno es nadie para decirle a la gente como pensar. Entonces, más que un vehículo para un mensaje, es un vehículo para una reflexión. Es como que yo les armo este mundo, los invito a pasar una hora y media y que ustedes por favor piensen lo que quieran. Obviamente que se van a topar con las imágenes, los personajes. Es mi manera de controlar lo que se está hablando. Es la forma de poner la ideología, que es inevitable, pero no lo veo como una campaña política anti homofobia, porque simplemente no tendría la misma potencia que creo la película si tiene.

-Te inspiraste en el caso de Daniel Zamudio, a quien ya le has rendido homenaje como músico. Dijiste que no querías convertirlo en un mártir ¿Lograste eso?

-No es un objetivo de la película no convertir a Daniel Zamudio en un mártir. Tiene otros objetivos que están planteados en positivos. Quizás para replantear, la película tiene como propósito abstraer la violencia que él sufrió y conectarla con la mayor cantidad de gente posible en Chile. Dentro de eso una de las cosas colaterales que suceden es no seguir alimentando ese fuego de delimitar el debate a una persona y una cosa que pasó hace años, porque sigue pasando hoy. De alguna manera cuando uno habla una y otra vez de él, se deja de hablar de hoy y de las otras personas que están sufriendo. Nuevamente, todas las decisiones son ideológicas y esa es otra manera de decir eso.

-Ustedes trabajaron con la Municipalidad de Recoleta, incluso la película se proyectará en uno de sus programas de diversidad sexual…

-Se portaron súper bien. Creo que ya es vox populi que la administración de Daniel Jadue (PC) es distinta a otras, con un carácter innovador y muy comunitario. Hacen un trabajo muy fuerte con población migrante, tienen muchos programas de integración. La película va a ser exhibida en la comuna y la voy a presentar. Es la idea que acordamos con él. Me parece increíble que una comuna adopte esta actitud de apoyar el arte y que no sea con plata, si no que logística o simplemente un apoyo. Cuando hay que grabar requieres cortar calles, pedir permisos u ocupar algunos centros sociales como base. En ese sentido la comuna se portó increíble y lo que quieren de vuelta no es nada financiero si no que mostrar la película y devolverla a la comunidad.

“Voy a ser la misma persona con o sin esos premios”

-¿Qué tal tu primera experiencia como director?

-Hay una receta bien práctica para liderar equipos: inspirar más que mandar. Y trabajar un montón. Eso es suficiente. La gente en todo ámbito está buscando participar de cosas que sienten que van a causar un efecto positivo o que son relevantes para su propia comunidad. Entonces, es casi inventar algo donde la gente va a querer participar. El cine es súper colectivo. Me ayudó un montón que no fuera una historia sobre lo triste que fue mi infancia.

-¿Fue triste tu infancia?

-Todas las infancias son tristes ¿no? Es difícil ser niño.

-Es difícil dejar de serlo…

-Es difícil la vida, pero la de todos. Algunas son mucho más dificiles. El cine tiene eso, es como el medio donde vemos una especie de depuración de los extremos de la vida y nos identificamos y pensamos sobre nosotros mismos en una silla. No hay que olvidarse que hacer cine es súper privilegiado, por lo que no me parece que haya nada que reclamar al respecto. A pesar de que es difícil conseguir fondos, pero igual, si estás haciendo cine estás bien.

-¿Cuánto tiempo dedicaste a esta cinta?

-Unos tres o cuatro años porque las etapas son largas y también me permití a mí mismo tomarme el tiempo que fuera necesario. El mundo nunca está esperando una película de alguien que no ha hecho nada. Es la suerte de la primera vez. Estaba esta historia (Caso Zamudio) que me inspiró a escribir otra historia de ficción y que abordaba temas que me parecían, y son aún, súper urgentes. Eso me dio una suerte de estabilidad emocional, una fuerza, para seguir concentrado durante el largo tiempo que toma hacer una película.

-Tú compusiste parte importante de la música… 

-Fue algo nuevo y súper interesante. La música no es el centro de atención, no puede ser protagónico. Como herramienta en el cine es interesantísmo y muy fino lo que uno puede hacer al mezclar. Puedes aportar otra capa de emoción, complementar o incluso contradecir. La película parte con una serie de escenas más o menos alegres pero la música te prepara para lo contrario. Está la posibilidad de subrayar emoción sin ser excesivamente melodrámatico. Es un mundo de posibilidades y me pareció super interesante estar a cargo.

-Trabajaste con un equipo muy joven ¿Cómo fue eso?

-También fue todo nuevo así que no tengo punto de comparación y no sé como sea trabajar con seniors. Yo sentí que hubo una conexión muy grande de toda la gente que participó con el propósito de la película. Eso llamó y generó mucha fuerza. Los rodajes son largos y extenuantes. Son situaciones difíciles. Se necesita un apego y, me pone muy contento decirlo, la gente estaba ‘puesta’ con el trabajo y eso hace mucha diferencia. No es por ponerme esotérico, pero siento como ha influido la energía de la película en las cosas que van sucediendo con ella.

-La película está en la categoría «Panorama» y compite por los premios TEDDY, entre otros ¿Cuáles son tus expectativas para la Berlinale?

-No es por hacerme el monje Zen, o lo que sea, pero intento no enfocarme realmente en esas cosas. Simplemente una actitud práctica, porque eso es tan poco tiempo comparado con el resto del tiempo que uno trabaja en una película. Sería genial que gane premios y que se yo. El día que anunciaron que la película quedó seleccionada en Berlín, por ejemplo, me escribió un montón de gente felicitándome.  Yo lo úbnico que podía pensar es: esta es exactamente la misma película que era ayer, antes que no estuviera seleccionada en Berlín. Intento no olvidarme de esas cosas. Yo voy a ser la misma persona con o sin esos premios.

-Hay que lidiar con ese tipo de éxito…

-No veo que sea un problema lidiar con el éxito. En el sentido que hacer una película es superar una cantidad de obstáculos inimaginables. La cantidad de problemas que hubo, que tuvimos y pudimos solucionar es impresionante. Me parece más éxito eso.

-¿Tienes algún proyecto cinematográfico para el futuro?

-Estoy empezando a planificar otro guión.

-¿Puedes adelantar algo?

-No, porque después me arrepiento y tengo que explicar por qué me arrepentí. Pero tengo la idea de filmar el próximo año en Chile.

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