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Documental «Gringo Rojo»: Una respuesta a medias de un mito Opinión

Documental «Gringo Rojo»: Una respuesta a medias de un mito

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Se plantea al personaje: un gringo, alegre, revolucionario y controversial. Es un buen comienzo para el largometraje, representa de manera rápida su esencia, y plantea la pregunta primordial ¿Quién es este gringo rojo? De allí en adelante, me encantaría poder decir que la interrogante se responde al completo, pero no es así.


Miguel Ángel Vidaurre nos trae la historia del cantante pop Dean Reed (Lakewood, Colorado; 1939 – Berlin oriental; 1986), mejor conocido como el gringo rojo, particular personaje que, si bien logró gran renombre en Estados Unidos gracias a su voz y carisma, no fue sino en Latinoamérica donde consiguió mayor éxito y fanáticos. Fue allí donde Reed conoció las ideas revolucionarias y marxistas que se estaban gestando en el conflictuado continente, enamorándose de ellas y adhiriéndolas a su pensamiento. De manera honesta y humana, el músico conoció la cultura y dolor que estaba sufriendo el pueblo latinoamericano, decidiendo enfocar su vida en favor de la causa revolucionaria; llegando incluso a manifestarse en nuestro país lavando la bandera de Estados Unidos por estar manchada con sangre. Aparece entonces un cantante distinto, atrevido, humano en su actuar, polémico no en farándula sino en política. Nos encontramos con un gringo peculiar, un gringo rojo.

El documental comienza presentando a un alegre Dean Reed contando una anécdota en la que dice sorprender a una audiencia cuando él mismo gritaba “¡Viva Ho Chi Minh!”, al punto de que lo quisieron arrestar. Desde ya se plantea al personaje: un gringo, alegre, revolucionario y controversial. Es un buen comienzo para el largometraje, representa de manera rápida su esencia, y plantea la pregunta primordial ¿Quién es este gringo rojo? De allí en adelante, me encantaría poder decir que la interrogante se responde al completo, pero no es así; no existe una introducción biográfica del músico. Tanto su nacimiento, padres, infancia, crianza, estudios, amores, etcétera… pareciesen haber sido olvidados por el equipo de investigación y dirección.[cita tipo=»destaque»]Se puede inferir que el director quería centrarse en la leyenda del gringo rojo enamorado de las ideas revolucionarias de Latinoamérica más que hacer una película biografía, pero es incuestionable que pierde una gran oportunidad para acercar al personaje con el espectador. Durante el resto del largometraje no se habla más de su vida personal, amores, temores, penas ni alegrías. En mi opinión, la idea del gringo rojo pierde fuerza; y siendo el eje principal del documental, es una gran pérdida de potencial emotivo.[/cita]

Sin embargo, la obra de Miguel Ángel Vidaurre tiene sus puntos altos: bajo un buen montaje y estructuración logra enlazar correctamente un espléndido trabajo de recopilación de material de archivo, más algunas entrevistas a personalidades chilenas como Pepe Román (documentalista) o Gonzalo Planet (músico e investigador). Es así como la relación entre la revolución Latinoamericana y Dean Reed se narra eficazmente. El documental cuenta con varios extractos de video, valiosos por su contenido histórico y emocionantes por su potencial significado. Un ejemplo es el archivo filmado en el ex pedagógico de la Universidad de Chile, en donde se puede ver a Reed durante el ’83 dando un discurso en contra de la dictadura de Pinochet seguido de la entonación del himno de la UP “Venceremos”, presentación que vale decir le costó la expulsión del país. Y así como esa anécdota, Gringo Rojo nos muestra las imágenes de Reed lavando la bandera gringa frente a la embajada estadounidense, o gritando cánticos de libertad por el pueblo latinoamericano durante conciertos y discursos en Alemania Oriental.

La banda sonora del documental es otro de sus fuertes, siendo las letras en un español mal pronunciado por Dean, una puerta de entrada hacia su mentalidad y ligazón con Latinoamérica. Lo que sí no le juega en favor, es el trabajo de narración de voz en off. En tal sentido, el problema no es el guion mismo sino el narrador: plano en sus tonalidades, no logra emocionar al espectador.

En resumen, Gringo Rojo es un documental que cumple su misión a medias. Instala la idea de un cantante pop revolucionario, retratando en imágenes y canciones al revolucionario Reed, pero peca de desconexión con el personaje al dejar de lado su dimensión más humana. Tanto así que, ya finalizando la cinta, el advenimiento de su muerta queda dando bote. Sin razón alguna, se menciona una depresión del músico que no existe durante los sesenta minutos anteriores de documental. Por drástico que suene, no se siente su muerte, no duele, no molesta a un espectador que debiese estar cercano al protagonista. Y eso es claro síntoma de una falta de conexión del personaje con la audiencia. No causada por el espectador, sino por el documental mismo. En fin, un documental en cierta medida interesante pero que deja mucho que desear.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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