El problema del desperdicio alimentario es un fenómeno mundial. Un tercio de la producción de comida en el mundo termina en vertederos cada año, mientras millones de personas mueren a causa de la desnutrición o la obesidad. Este miércoles se realizó una charla en el contexto del festival Gastronómico Ñam con el objetivo de concientizar respecto a la problemática. Para Alejandra Naranjo, quien expuso en la instancia, el fenómeno del desperdicio es producto de la sociedad de hiperconsumo en que vivimos y la pérdida de espacios de sociabilidad en torno a la comida.
Cada vez que recuperamos un alimento recuperamos muchas otras cosas. El trabajo de un campesino, la energía que se utilizó en eso, etcétera. Cada vez que uno tira una manzana a la basura, tira todo ese esfuerzo también. Al menos así lo afirma Alejandra Naranjo, psicóloga, antropóloga y una de las fundadoras de Recuperalab, una fundación dedicada a la recuperación de alimentos y que este miércoles abordó la problemática del desperdicio alimentario en el marco del Festival Gastronómico Ñam.
Recuperalab es una fundación que se encarga de concientizar a la población y a los distintos agentes de la cadena alimenticia respecto al desperdicio de alimentos. Naranjo cuenta que la fundación se formó hace un año como consecuencia natural de la relación directa que cada uno de sus miembros tenía con los alimentos, además de sus reflexiones respecto al hiperconsumo, la desconexión con la agricultura y la desvalorización de los alimentos que hoy experimenta la sociedad.
Para la charla que se realizó este miércoles en la sede de Apoquindo de Inacap, como una de las actividades de Ñam Innova, Naranjo tenía altas expectativas, no solo porque la actividad es una gran ventana de difusión, sino porque dentro del público tendría la posibilidad de ser escuchada por estudiantes de Gastronomía, un grupo que la experta considera esencial en la resolución del problema.
“Para nosotros es un grupo súper sensible porque en general los profesionales que trabajan en la gastronomía están un poco desvinculados de esta temática. Nos interesa poder mostrarles el diagnóstico que nosotros tenemos sobre por qué está ocurriendo la pérdida alimentaria en Chile”, explica la experta en alimentos.
En la instancia Naranjo compartió el escenario con Javiera Piriz, también miembro de Recuperalab, y Sebastián Piriz, chef encargado de preparar una degustación exclusivamente con alimentos recuperados por la fundación.
Para Naranjo es fundamental recalcar que el desperdicio ocurre en toda la cadena alimentaria. Desde el agricultor que siembra, pasando por el transportista y los vendedores mayoristas, hasta los restaurantes y los consumidores en casa. Hay dos factores que para la antropóloga explican que actualmente un tercio de la producción de comida mundial (1.300 millones de toneladas) se pierda en vertederos anualmente.
Por un lado está la sociedad de hiperconsumo y la consecuente mercantilización de los alimentos. Para Naranjo, los estándares de alimentación han acostumbrado a la gente a consumir frutas y verduras estéticamente bellas, y plantea que si es que estas no son bellas la gente se queda con la impresión de que no nutren, de que no están en buenas condiciones.
“Los alimentos como las frutas y las verduras se han convertido en un objeto más. O sea, hay una mercantilización tan profunda que una fruta es una mercancía que se puede rechazar tal como cuando uno tira un par de zapatillas a la basura porque se rompieron”, dice la antropóloga y psicóloga.
Por otro lado, Naranjo menciona como segundo factor la pérdida de espacios de sociabilidad alimentaria, planteando que hoy nos encontramos pocas veces, almorzamos pocas veces como familia o con los amigos. Esta pérdida de lazos sociales en torno a la alimentación ha hecho que hoy sea más común ir a comprar al supermercado en vez de la feria; un lugar en el que según Naranjo ocurrían cosas, uno se conectaba con el agricultor, con el vendedor y eso creaba una relación de confianza.
“Entre menos lazos sociales tenemos en relación a los alimentos, menos confianza tenemos de todo el proceso que ocurre. Creo que hemos perdido confianza de lo que ocurre en cada etapa de la cadena agroalimentaria y por eso desvalorizamos los alimentos”, explica.
Tan solo en Chile se pierden 1,62 millones de toneladas de alimentos que van a parar a la basura. El hecho de que esta cantidad abismante de comida se pierda, mientras que millones de personas mueren por desnutrición y obesidad, es lo que Naranjo llama la paradoja alimentaria de la sociedad de consumo, de la sociedad de la abundancia. En nuestro país, por ejemplo, uno de cada siete chilenos pasa hambre o come de manera deficiente.
En julio de 2015 los senadores Guido Guirardi y Manuel José Ossandón presentaron un proyecto de ley que busca modificar el Código Sanitario con el objetivo de evitar el desperdicio de alimentos. Actualmente el proyecto se encuentra en la comisión de salud del senado, esperando a que se ponga en tabla para ser discutido.
El proyecto tiene como objetivo que los supermercados donen los alimentos mal rotulados o por vencer a fundaciones, y que los establecimientos comerciales en que se vendan o consuman alimentos preparados ofrezcan a sus clientes la posibilidad de llevarse lo no ingerido.
La red de alimentos lleva hasta hoy el equivalente a 11.177.229 kilos entregados, lo que se traduce a 31.934.940 raciones. “Imagínate cuántas raciones de comida se podrían sacar de 1,6 millones de toneladas de residuos de alimento al año. Ahora bien, las cifras son relativas, porque no todo lo que es considerado un residuo alimentario puede ser consumido, pero esas cifras dan una idea de la cantidad de alimentos que se podrían aprovechar apoyando a fundaciones que podrían invertir más recursos en las personas”, comenta el senador Manuel José Ossandón, uno de los promotores del proyecto de ley.
Por su parte, Alejandra Naranjo añade que hay una serie de acciones que como consumidores podemos hacer para reducir la cantidad de comida que desechamos.
Hacer compras reales en el supermercado; estar constantemente revisando el refrigerador y ordenando los alimentos más antiguos adelante y los más nuevos atrás; realizar compostaje; congelar la comida que sobra o compartirla; en caso de no tener mucho apetito y estar en un local de comida, compartir un plato, pedir una media porción o llevarse lo que sobra; los restos de café o té se le pueden echar a las plantas y el pan añejo se le puede dar a las palomas. Posibilidades hay muchas.
No obstante, lo más importante según Naranjo no es recuperar un alimento desechado, sino hacer todo un trabajo previo para llegar al punto en que ni siquiera pase por nuestra mente tener que botar la comida a la basura.