La película fue parte del “Encuentro Incluye”, centrado en la diversidad de personas en situación de discapacidad, novedosas iniciativas culturales y ejemplos de vida, organizado por GAM y Asociación CREA. Hubo paneles sobre sexualidad, metodologías artísticas, asociatividad y un coro en lengua de señas que interpretó a Los Prisioneros.
El documental sobre sexualidad Yes we fuck!, que expone la realidad en España sobre el derecho de las personas con algún tipo de diversidad funcional a vivir el sexo como los demás, sin tapujos ni discriminaciones, fue uno de los hitos del “Encuentro Incluye”, realizado la semana pasada en el GAM.
Una película que busca romper los tabúes sobre el cuerpo y la sexualidad, aunque, paradójicamente, para ilustrar este artículo la imagen del documental tuvo que ser “censurada”, para cumplir con los estándares decimonónicos que impone Facebook.
El evento cultural, organizado por el centro cultural y la Asociación CREA, estuvo centrado en la diversidad de personas en situación de discapacidad, novedosas iniciativas culturales y ejemplos de vida.
También hubo paneles sobre sexualidad, metodologías artísticas, asociatividad y un coro en lengua de señas que interpretó a Los Prisioneros.
La presencia de personas ciegas, sordas, con movilidad reducida, con discapacidad intelectual y física, además de mucha lengua de señas, marcaron las jornadas en GAM que buscan aportar a la diversidad funcional desde la cultura y las artes.
“Yo soy ciego, he tratado de incorporarme a este mundo, pero ha sido difícil. Cómo integrar a la persona que quedó con discapacidad siendo adulto es el tema que más me importa”, comentó Jorge Gallegos.
En el panel sobre Presencia de PeSD (Personas en Situación de Discapacidad) en medios de comunicación, participaron Felipe Orellana, presidente de Fundación RONDA y creador de Diarios de Tricicleta, además de Carolina Pérez, conductora del espacio “La rueda patrimonial” en TVN, y Mónica Rincón, conductora del programa Conciencia Inclusiva en CNN Chile.
Para Felipe Orellana, de Diarios de Tricicleta, “si las personas con discapacidad no nos movilizamos por hacer un cambio en esta sociedad, no va a existir. Tenemos que generar la necesidad. Somos la minoría más grande que hay que Chile y no podemos seguir siendo sujetos de caridad, sino de derecho, y eso es un rol de toda la sociedad. Queremos que el tema de la discapacidad se ponga en la pantalla, en los medios de comunicación, y para eso tenemos que gritar un poquito más que como lo hace el resto”.
La periodista Mónica Rincón puntualizó, por su parte, la responsabilidad de los medios en el enfoque noticioso: “Qué más sentido que el periodismo se encargue de los que no tienen voz. Por ejemplo, Chile es uno de los países que más esteriliza a personas con discapacidad y eso no se publica. Les apuesto que sí lo publicaríamos si fuera que se esteriliza a personas pobres”.
Paulina Bravo, persona ciega que se acompaña de un perro de asistencia, comentó que “Chile todavía sigue considerando que las personas con discapacidad somos eternamente niños y como niños estamos sujetos a la voluntad que los adultos quieran de nosotros. Humanidad es sinónimo de diversidad y la sexualidad de las personas adultas, presenten o no discapacidades, es un legítimo derecho”.
Uno de los casos internacionales que se revisó fue el del Museo de Arte Moderno de Sao Paulo, MAM, catalogado como el edificio más inclusivo de Latinoamérica. Expusieron su modelo la coordinadora pedagógica, Daina Leyton, y el productor de accesibilidad, Leonardo Castilho (persona sorda).
“La diversidad del público en el museo hace una rutina en que las experiencias y significados son compartidos, y la calidad de las relaciones humanas se eleva todos los días. Accesibilidad para nosotros no es solo para promover el acceso a lo que ya existe, sino pensar y construir la realidad que quieres vivir”, aseguraron.
A modo de evaluación, el director de GAM, Felipe Mella, reconoció que como “centro cultural nos falta mucho. Este es solo el comienzo. Con esta segunda versión nos damos cuenta de que nos tenemos que capacitar más como equipo en todas nuestras áreas, porque hemos detectado que este tipo de encuentro no solo requiere organización y entusiasmo, sino una serie de conocimientos para comunicarnos con nuestros invitados y públicos”.
La película tiene como protagonistas a personas con síndrome de Down, ciegos o gente en situación de discapacidad, mostrados “tanto como personas deseables como deseadas, y que pueden aportar mucho a la sexualidad, y que no solo son receptoras”, señala el director de la película, Raúl de la Morena, a El Mostrador C+C.
El español expuso en el GAM sobre la recepción que ha tenido su trabajo en las propias personas en situación de discapacidad.
“Cuesta más llegar porque es un colectivo al que siempre le ha estado negada la sexualidad, hasta el punto de no saber que tienen derecho a tener esa vida sexual. Una vez que llegas a ellos, es muy liberalizador”, dijo el cineasta, que escribió y filmó la película junto a Antonio Centeno. “Muchas veces obligan a la niña o al niño a ir al logopeda, para que aprenda a hablar bien, pero no van a un sexólogo, no lo ven como algo necesario”.
Si no se habla del sexo de los discapacitados, menos se cuestiona la falta de espacios para que lo practiquen. “En el documental hay una mujer de 50 años que nunca se había tocado el cuerpo. En el documental proponemos la figura laboral de un ‘asistente sexual'” para abordar estas problemáticas.
Algo en la línea de la cinta Las sesiones (EE.UU., 2012), del director Ben Lewin, que cuenta la historia de un hombre (John Hawkes) confinado en un pulmón artificial y que decide, a los 38 años de edad, perder su virginidad con la ayuda de una terapeuta (Helen Hunt).
De la Morena explicó que la idea de hacer el documental la tuvo hace más de diez años, tras hacer otra película, Editar una vida, también centrada en los derechos y deberes de las personas con diversidad funcional o discapacitados, con aspectos como tener un asistente personal y la Ley de la Dependencia, aprobada en 2006 en España para apoyar a este colectivo.
El realizador mantuvo el contacto con los protagonistas de Editar una vida y una década después notó “que la mirada de la sociedad no había cambiado. Se habían hecho cosas en accesibilidad, en inclusión, pero en el fondo” seguía habiendo una visión paternalista.
“Queríamos hacer esto, ¿pero cómo? Entonces pensamos que la sexualidad era un tema atrayente, podía llamar más la atención, ser interesante. Además la sexualidad es una temática que creo que nadie la tiene resuelta. Y la gente, cuando ha visto el documental, nos ha demostrado que teníamos razón”, explica.
El director se abocó entonces a hacer una obra en primera persona. “La gente que sale en el documental se siente parte del proyecto. No es un documental de imágenes, sino hay un manifiesto detrás de cada una de las historias de las personas”.
Como la sexualidad es un tema universal, el director cree que el público ha recibido bien la obra, porque siempre se identifica con algunos de los aspectos relevados.
“Tenemos un gran desconocimiento de nuestro género, de nuestro cuerpo, de qué queremos ser, de qué prácticas podemos hacer y por qué. El documental sirve para cuestionar estos temas”, asegura.