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Polímeros, plásticos y medioambiente Opinión

Polímeros, plásticos y medioambiente

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La ciencia se encuentra en busca de una solución a los problemas ambientales originados por la industria del plástico. Dentro de estas iniciativas está el desarrollo de plásticos biodegradables a partir de materias primas renovables, derivadas de plantas y bacterias. Estos productos además son compostables; es decir, se descomponen biológicamente por la acción de microorganismos y acaban volviendo a la tierra en forma de productos simples que pueden ser reutilizados por los seres vivos.


Es indudable el aporte de los polímeros y los plásticos al desarrollo en diferentes ámbitos de la vida. Su versatilidad ha permitido usos que van desde lo más simple, como las bolsas de plástico, pasando de manera transversal casi por todas las industrias a usos más sofisticados como, por ejemplo, los implementos médicos. Sin embargo, es una realidad que los mayores problemas ambientales que existen en el mundo se relacionan con la contaminación por plásticos.

Por cierto, resultaría difícil prescindir de ellos, no solo por su utilidad sino también por su importancia económica, ya que es una de las industrias con más altos índices de crecimiento desde el principio del siglo pasado. Y cómo no, si estos polímeros llamados plástico son durables, de baja densidad, aislantes eléctricos y baratos.

Los polímeros han estado presentes en la vida y la naturaleza desde sus comienzos y un ejemplo de ello son las proteínas. No obstante, los polímeros artificiales surgieron a mediados del siglo XIX y su desarrollo continúa hasta nuestros días. Se cree que el primer polímero con características artificiales fue elaborado por Charles Goodyear en 1839, con el vulcanizado del caucho, aunque el primer polímero totalmente sintético fue la baquelita, desarrollada por el químico estadounidense Leo Hendrik Baekeland. Este producto tuvo un gran éxito debido a sus particulares propiedades: se le podía dar la forma deseada, no conducía la electricidad y era resistente al agua y a los disolventes.

Pronto surgieron otros polímeros que revolucionarían la industria: el poliestireno (PS) y el policloruro de vinilo (PVC), que fueron sustitutos del caucho y se usaron para la creación de objetos y utensilios de uso cotidiano. Otros polímeros importantes son el polimetracrilato de metilo, conocido como plexiglás, usado como sustituto del cristal; el teflón, utilizado en utensilios de cocina, por sus propiedades antiadherentes; y el popular nylon, el primer plástico de alto rendimiento.

El avance de la industria de los polímeros se intensificó a partir de 1926, cuando el químico alemán Hermann Staudinger expuso su teoría de los polímeros: largas cadenas de pequeñas unidades unidas por enlaces covalentes. Esta industria dio otro gran salto en la Segunda Guerra Mundial cuando la mayoría de los países, debido a los embates de la época, no recibían materias primas y se vieron obligados a desarrollar nuevos polímeros para sustituir lo que utilizaban normalmente para producir distintos productos o, incluso, para desarrollar armas de combate.

Un ejemplo de ello fue el caucho sintético en Alemania, usado en las ruedas de los tanques, y el nyon, desarrollado por EEUU, que combinado con otros elementos fue la base para fabricar los textiles de elementos como paracaídas y prendas de vestir.
Durante la posguerra y hasta nuestros días la industria de los polímeros ha seguido avanzando a pasos agigantados, desarrollándose nuevos eleméntos como el polietileno o el polipropileno, dos de los polímeros más usados en la actualidad. Podemos decir que su desarrollo ha sido uno de los mayores avances tecnológicos llevados a cabo por el hombre en el último siglo, convirtiéndose en el material base sin el cual no seríamos capaces de fabricar un gran número de objetos.

Con todo este avance, la ciencia también se encuentra en busca de una solución a los problemas ambientales originados por esta industria. Dentro de estas iniciativas está el desarrollo de plásticos biodegradables a partir de materias primas renovables, derivadas de plantas y bacterias. Estos productos además son compostables; es decir, se descomponen biológicamente por la acción de microorganismos y acaban volviendo a la tierra en forma de productos simples que pueden ser reutilizados por los seres vivos.

Sin embargo, lo que muchas veces es desconocido, es que este tipo de plásticos requieren condiciones muy especiales para biodegradarse correctamente. Si no se hace de la forma apropiada, pueden ser aún más nocivos para el medioambiente que los plásticos convencionales, sobre todo porque cuando los plásticos biodegradables se entierran producen -durante su descomposición- peligrosos gases de efecto invernadero.

Por cierto, los científicos en distintas universidades y centros avanzados en el mundo investigamos para poder dar una solución mediante estos polímeros o plásticos para contribuir a mejorar la calidad del medio ambiente, sin alterar o disminuir drásticamente los beneficios que estos indispensables materiales nos otorgan hoy en día.

Desde ese punto de vista, el gran desafío para la ciencia y la tecnología es generar materiales que cumplan la función para lo cual están siendo diseñados, sin generar deterioro en el medio ambiente.

 *Dr. Bernabé Rivas, Investigador U. de Concepción.

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