El comité de electores, que encabezó la ministra de Educación, Adriana Delpiano, destacó que el autor “es un poeta de gran oficio, de aciertos formales, de buen pulso, que retrata sin misericordia la precariedad del quehacer poético en nuestros días”.
El poeta Manuel Silva Acevedo recibió el Premio Nacional de Literatura 2016, una distinción bianual que entrega el Estado a través del Ministerio de Educación.
Fue la ministra de la cartera, Adriana Delpiano, quien dio a conocer la noticia, acompañada por los integrantes del jurado que encabezó para zanjar este reconocimiento: el rector de la Universidad de Chile, Ennio Vivaldi; el rector de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE), Jaime Espinosa, en representación del Consejo de Rectores de las Universidades de Chile (CRUCH); y Adriana Valdés, representante de la Academia Chilena de la Lengua.
Antonio Skármeta, Premio Nacional de Literatura 2014, se excusó de integrar este jurado por motivos de salud.
Al momento de zanjar este premio, el jurado consideró la obra de Silva como una “presencia poética clave en nuestra literatura, desde su profético y multivalente poema Lobos y ovejas (1972)”.
La comisión también tuvo en cuenta “su trayectoria sostenida, que incluye grandes poemas eróticos en diversas claves, con un hablante muchas veces aporreado, y también poemas de sufrimiento con ecos bíblicos, que se hacen cargo de la degradación y la vergüenza, como ‘Bajo dictadura’, y el reclamo contra la usura”.
La ministra Delpiano destacó que se trata de “un poeta de gran oficio, de aciertos formales, de buen pulso, que retrata sin misericordia la precariedad del quehacer poético en nuestros días, y también la del poeta, que hace mucho tiempo fue bajado a tirones del Olimpo.”
Por su parte, el ganador agradeció el reconocimiento, asegurando que “este oficio tiene algo que ver con la carrera de postas. Uno recibe el bastón de sus poetas antecesores: Enrique Lihn, Jorge Teillier, y más hacia atrás, Pablo de Rokha, Pablo Neruda, Vicente Huidobro, Gabriela Mistral. Es una concatenación de oficios que se va actualizando según la época histórica que le toca a cada uno”.
Silva además destacó el valor generacional de esta distinción. “Pertenezco a la generación del 60, que somos una generación muy fraternal, que batallamos juntos nuestras primeras publicaciones. Había una gran promesa para nuestra generación, porque los 60 fueron una gran promesa de libertad, de cambios y destape. Y viene lo que todos conocemos, el golpe militar y nuestras expectativas se frustraron”, señaló.
Silva (1942) estudió en el Instituto Pedagógico y la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile y durante 25 años trabajó como creativo en publicidad.
En 1990 abandonó esas labores y comenzó su colaboración con la Editorial Universitaria, donde, entre otras cosas, ha realizado ediciones de poetas chilenos como Ángel Cruchaga Santa María y Max Jara.
Empezó a escribir a los 15 años, cuando estudiaba en el Instituto Nacional, y publicó su primer poemario, Perturbaciones, en 1967, a los 25 años. Con esta obra se inscribió en la generación de poetas de 1960. Luego siguieron Lobos y ovejas (1976), Mester de bastardía (1977), Monte de Venus (1979), Terrores diurnos (1982), Palos de ciego (1986), Desandar lo andado (1988) y la traducción al alemán de Lobos y ovejas, Wölfe und Schafe (1989).
En 1995 se publicó Canto rodado y, un año después, el libro de artista de tan solo 500 ejemplares Houdini (1996), en coautoría con el artista Guillermo Frommer.
En 1998 apareció la antología Suma alzada (1998). Tras esta vinieron los poemarios Cara de hereje (2000) y Día Quinto (2002). Según David Bustos, este último libro explora la vertiente ecológica, utilizando con destreza la jerga callejera y el humor antipoético.
Su más reciente publicación es la antología de poemas Campo de Amarte (2006). Además de sus libros, su trabajo poético ha aparecido en antologías tanto en Chile como en el extranjero, en países como Alemania, España, Suecia, Francia y Estados Unidos.
Entre las distinciones que ha recibido destacan la Beca del Taller de Escritores de la Universidad Católica (1969); el Premio Luis Oyarzún 1972 (otorgado por la revista Trilce y la Universidad Austral); el premio Libro de Oro 1977, la beca de la Fundación Andes (1996); el Premio Eduardo Anguita 1997 de la Editorial Universitaria; la Beca del Consejo Nacional del Libro y la Lectura (1998); el Premio del Círculo de Críticos de Valparaíso 2003; y el Premio Jorge Teillier 2012, de la Universidad de La Frontera.
Los Premios Nacionales son los máximos reconocimientos que entrega el Estado de Chile, a través del Ministerio de Educación, a la obra de chilenos que destaquen por su excelencia, creatividad, aporte trascendente a la cultura nacional y al desarrollo del saber y de las artes.
Se otorgan desde 1942 y en 1992 se promulgó la ley que los rige actualmente, estableciéndose la entrega bianual en once disciplinas: Literatura, Periodismo, Ciencias Exactas, Ciencias Naturales, Ciencias Aplicadas y Tecnológicas, Historia, Ciencias de la Educación, Artes Plásticas, Artes Musicales, Artes de la Representación y Audiovisuales, y de Humanidades y Ciencias Sociales.
Quienes son distinguidos con este reconocimiento reciben un diploma, un premio cercano a los 18 millones de pesos y una pensión vitalicia mensual equivalente a 20 Unidades Tributarias Mensuales (UTM).