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Hasta siempre Balmes In Memoriam

Hasta siempre Balmes

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Patricio Olavarría
Por : Patricio Olavarría Periodista especializado en Política Cultural
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El compromiso con el arte y la vida no lo detienen a pesar de las fuerzas que buscan paralizarlo todo. Balmes es tozudo y funda ideas para seguir evolucionando en la pintura y la utopía de un hombre nuevo. Integra importantes exposiciones internacionales y realiza viajes en donde la semilla de su trabajo crece bajo un claro de luna y también algo de sol. No hay nada como una mano delicada y furibunda.


Es una tarde triste. José Balmes, aquel hombre de corazón rojo que inició la travesía en su niñez al nuevo mundo nos ha dejado con un barquito de papel en las manos. Una pequeña embarcación repleta de sueños y colores con los que llegó a estas tierras a bordo del Winnipeg, el barco de la esperanza.

El sueño de Balmes y su compromiso con sus sentimientos buscaba que las obras de arte sirvieran para algo al ser humano. Algo distinto al dinero que nos perturba y corrompe. De todo aquello ya hemos escuchado bastante y tenemos tedio.

Es bueno dejar que las horas silenciosas con las que el viejo “Pepe” parte sean también horas para volver a mirar con detención, sin apremio y sin miedo, todo aquello que está mutilado y muerto en nuestras vidas.

En enero de 1927 llegó al mundo “Pepe” y desde temprano se metió en líos con la pintura y el arte. A veces el destino no tiene otra solución. Al niño lo atrapó como siempre lo hace la guerra, jugando con amigos imaginarios. Con las manos y la cabeza entre pinceles y bastidores, comenzó ese paso de la pintura infantil a la violencia de la realidad. Desde entonces Balmes ya lo sabía, no habría otra cosa más valiosa que el ser humano y la libertad.

José Balmes deja huellas y marca a generaciones desde sus inicios en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile y pronto se hace chileno y amante. Se casa con Gracia Barrios y nace su hija Concepción quien sigue los pasos de sus padres.

El compromiso con el arte y la vida no lo detienen a pesar de las fuerzas que buscan paralizarlo todo. Balmes es tozudo y funda ideas para seguir evolucionando en la pintura y la utopía de un hombre nuevo. Integra importantes exposiciones internacionales y realiza viajes en donde la semilla de su trabajo crece bajo un claro de luna y también algo de sol. No hay nada como una mano delicada y furibunda.

Adhiere a la campaña presidencial de Salvador Allende y se empeña en estudiar las escuelas de artes de otros países. Sabe que las ideas y las obras serán algún día el legado para otras generaciones de hombres y mujeres que seguirán el trazo, la línea imaginaria y por qué no, el vuelo de pájaros salvajes y revoltosos que cruzan el cielo. Nace el proyecto del Museo de la Solidaridad y participa con entusiasmo y convicción. Es uno de sus fundadores.

Vuelve el rostro de la muerte a caer sobre la tierra. El viejo “pepe” no tiene opción y abandona este “lindo país de esquina con vista al mar”. Que podría hacer un artista en las fauces de un animal sanguinario. 1973 el antes y el después.

Pasan los años y el viejo “pepe” como tantos otros sienten la obligación de volver a su patria. No es fácil regresar y encontrarse con el tiempo. Tampoco es fácil volver al lugar en donde la muerte huele aún a tierra húmeda. Sin embargo, los niños y los barcos de papel aún recorren las fuentes de agua y los parques de las ciudades de un país abandonado. Quizá se trata del paraíso o un patio con entrada de luz. Nadie lo sabe con certeza.

La vida del viejo “pepe” fue extensa y señera en su labor como artista y educador. Se le hicieron homenajes y reconocimientos importantes en Chile y otros países. Se le admiró por su trabajo y compromiso político. Se le otorgó el Premio Nacional de Artes Plásticas y se le da una medalla que lleva el nombre de Gabriela Mistral, otra montaña insondable. No tenía pelos en la lengua y la gente le tuvo aprecio y respeto. Qué más puede pedir un hombre en el día de su partida.

José Balmes cruzó por primera vez el atlántico en una época en que el verdadero Neruda, empezaba a componer el Canto General. Obra que se convertirá con los años, quizás en el mayor texto de poesía épica de toda Hispanoamérica. Otro tiempo y otros hombres, qué duda cabe.

El viejo “pepe” comenzó su viaje al infinito y los dioses quizá detengan por un momento sus lecturas oraculares. Nosotros, los mortales, mientras tanto, seguiremos atentos las agujas del reloj.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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