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Filósofa Adela Cortina: «Es preciso transitar del egoísmo estúpido, que predica el neoliberalismo, a la cooperación inteligente» La intelectual estará presente en Festival Puerto de Ideas

Filósofa Adela Cortina: «Es preciso transitar del egoísmo estúpido, que predica el neoliberalismo, a la cooperación inteligente»

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María José Quesada Arancibia
Por : María José Quesada Arancibia Licenciada en Filosofía. Coordinadora general en El Mostrador
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La filósofa española, que en el año 2008 se convirtió en la primera mujer en ingresar a la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas de España ofrecerá en Chile dos conferencias sobre la moralidad: La Ética sin vergüenza y La ética, el alma de una sociedad justa.


Adela Cortina se identifica a sí misma como una “activista de la ética”. Tiene más de un centenar de libros publicados, -entre ellos, ¿Para qué sirve realmente la ética? (Ganador del premio nacional de ensayo en 2014)-, y es conocida en el mundo intelectual como experta en la materia. Con más de 30 años dedicados a investigar y encontrar la existencia de una ética cívica, la filósofa española es lectura obligatoria para quienes les interese averiguar y aprender sobre las relaciones humanas y la posibilidad de una convivencia en tiempos convulsos y moralmente complejos.

Una ética sólida forja el carácter de las personas. Se dice que la ética no está en crisis sino la práctica de ella. El mundo pareciera girar hacia un relativismo moral o anarquismo ético, donde los referentes ya no existen o no se practican. Por eso la ética, como uno de los capítulos más antiguos e importantes de la filosofía, está recibiendo hoy una amplia atención, y no solo de parte de los filósofos. Pero ese auge del interés por la ética parece ir acompañado de un debilitamiento de la vergüenza como sentimiento habitual ante las faltas propias a la ética. ¿Para qué sirve la ética? “Para recordar que es más prudente cooperar que buscar el máximo beneficio individual, caiga quien caiga, buscar aliados más que enemigos”, reflexiona Adela Cortina. «Si no tomamos nota de lo cara que sale la falta de ética, en dinero y en dolor, el coste de la inmoralidad seguirá siendo imparable».

En conversación con El Mostrador C+C, Cortina reflexiona sobre el desafío de la ética en la actualidad. Desde esta perspectiva, a nivel internacional, dialogamos sobre cómo afrontar la crisis de los refugiados en Europa, y en Chile, cómo disminuir la desigualdad en un país inserto en un sistema neoliberal. Problemáticas contingentes, que cobran cada vez mayor relevancia en el desenvolvimiento de sociedades que se dicen democráticas.

Su principal preocupación es articular una ética “capaz de ayudarnos a construir la vida juntos en una sociedad moralmente pluralista. Llegué a la conclusión de que sí que existe, y que puede llamarse “ética mínima” porque la componen los mínimos éticos imprescindibles para no caer en inhumanidad: libertad, igualdad, solidaridad, respeto activo y diálogo. Esto es lo que recogí en mi libro Ética mínima”.

En cuanto al comportamiento de las sociedades actuales la filósofa española confiesa con desgracia que «nuestra civilazación no es compasiva».

«Si lo fuera, no existiría la pobreza, cuando hay medios para erradicarla, se borrarían las desigualdades injustas y ni siquiera entenderíamos la palabra “exclusión”. Buena prueba de que la ética no ha calado suficientemente en los corazones, que sigue quedando para las grandes declaraciones”, reflexiona.

¿Siendo la crisis migratoria y la realidad que viven millones de refugiados en Europa unos de los temas centrales del debate entre la política y la ética, lo valórico se torna fundamental y requiere dejar de ser un simple discurso para responder a la pregunta acerca el rol de la ética en las políticas discriminatorias y actitudes xenófobas que se ven a diario?

Adela Cortina opina que hacer frente al problema no es fácil, pero agrega que se debería «trabajar a distintos niveles: en el diplomático, para acabar con las guerras de origen de modo que las gentes no tengan que abandonar sus casas y ponerse en manos de mafias; en el nacional y supranacional, por ejemplo, en el de la Unión Europea, acordando una política común de acogida e integración, que contemple el sistema de cuotas, según las posibilidades de cada país, y recurra a impuestos proporcionales, además de emprender estrategias contra el tráfico de inmigrantes; en el nivel nacional, propiciando un mundo intercultural y el respeto de los derechos sociales. Se trata de un problema global y local, y es un deber resolverlo global y localmente. Es un deber construir una sociedad cosmopolita, en la que no haya excluidos”.

En términos locales, y sobre cómo cultivar una ética en un escenario neoliberal como Chile, la filósofa sostiene que “por una parte, convenciendo a las gentes de que es preciso transitar del egoísmo estúpido, que predica el neoliberalismo, a la cooperación inteligente, como decía en uno de los capítulos de mi libro ¿Para qué sirve realmente la ética? El egoísmo es suicida, porque el egoísta genera adversarios que esperan el momento del desquite, quien apuesta por la cooperación y la solidaridad, por el contrario, va ganando aliados y amigos. Por otra parte, tomando conciencia de que reducir desigualdades injustas es el principal reto de la próxima década, porque la desigualdad genera pobreza y es un derecho de las personas vivir una vida sin pobreza”.

-¿Qué piensa del rostro de nuestro tiempo? ¿Hay esperanza o es ésta una utopía?

-El futuro depende en muy buena medida de lo que hagamos. No todo está en nuestras manos, pero si tomamos en serio el núcleo ético de nuestra civilización, es decir, que los seres humanos tienen dignidad y no un simple precio y que la naturaleza tiene un valor, y si nos esforzamos por encarnarlo en la realidad social, hay esperanza. Creo que es un deber moral dar razones fundadas para la esperanza.

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