En un futuro, que no viene sino que ya empezó y en el que las máquinas aprenden habilidades humanas sin errores, que incluso les permiten componer música o hacer arte, la educación se transforma en un elemento central, sobre todo en la pregunta sobre qué educar, en un contexto en donde la revolución tecnológica amenaza con provocar consecuencias mayores a las de la revolución industrial. Para el siquiatra chileno el problema está en la educación propiamente tal, como método de aprendizaje, que califica de perverso. Para el líder mundial de Harvard, Charles Fadell, el punto está en que la educación debe ser pertinente a nuestros tiempos.
En su segunda jornada, el Congreso Futuro sigue cosechando éxitos en la calidad de las exposiciones. Esta mañana, el panel de Educación para el Siglo XXI, compuesto por el líder mundial en educación de la Universidad de Harvard, Charles Fadel, y el psiquiatra chileno y uno de los referentes máximos de la psicología transpersonal, Claudio Naranjo, recibió un aplauso cerrado por la «pertinencia» de los temas y la franqueza de los expositores para calificar el estado de la educación moderna.
Implicado en la investigación acerca de los efectos de la deshumanización de la educación tradicional, el psiquiatra chileno que ha creado una escuela del conocimiento en diversas partes del mundo, fue el segundo en explicar su posición en el panel, advirtiendo que su forma de pensar la educación es muy distinta a lo que se entiende por ella en forma convencional.
«La educación (actual) es una estafa, se basa en la equivocación, les roba la vida a los jóvenes, es una cárcel», partió diciendo el intelectual, sin tener la mínima intención de maquillar su opinión y provocando una ovación en el público.
Según el desarrollo de sus ideas, la perversidad de la educación actual radica en que el concepto de educación, esa que debiera acompañar el aprendizaje, es entendida de una manera muy distinta en las escuelas formales, en donde lo que se hace no es enseñarles a los jóvenes a aprender sino que se dedican a «meterles cosas» en la cabeza a los niños, que terminan «por secuestrar» su intelecto.
«La educación no nos enseña a ser libres. Actualmente se enseña a ser como los computadores, pero sin estar a la altura. Nos convierte en fantasmas intelectuales, porque no se enseña qué es la vida, por eso parto diciendo que la educación es perversa. No somos lo que podríamos ser. En un momento nos proclamamos como homo sapiens, pero nos terminamos convirtiendo en homo demens«, señaló, al tiempo que explicó que vivimos en una sociedad que no sabe que está enferma.
Para el científico, cuyo tiempo lo dedica a las relaciones humanas, la forma en que se comprende la educación en la sociedad moderna no es más que el socio invisible de un complejo financiero militar industrial que utiliza a la educación para sus fines.
En un prólogo que él mismo reconoció ser más extenso de lo esperado, Naranjo confesó que su intención con su asistencia en el panel es que algunas autoridades hagan eco de una verdadera reforma educacional para educar para ser personas, desde las emociones y que Chile tiene la oportunidad de cambiar la dirección de las cosas.
Desde otro ángulo del mismo análisis, el profesor de la Universidad de Harvard y líder mundial en educación, Charles Fadel, puso el acento de su intervención en una pregunta clave: ¿para qué se educa, para qué se enseña?
En una especie de proyección hacia el futuro, el especialista planteó que en el futuro próximo el 65 por ciento de todos los niños en el mundo que se van a graduar van a tener trabajos con tecnologías que aún no se conocen y con problemáticas que aún no se han transformado en problemas. «En ese escenario es que es urgente cambiar y definir para qué estamos educando, porque el mundo y la ciencia avanzan muy rápido y la educación formal no», sostuvo en el inicio de su exposición.
El fundador del Centro Curricular de la U. de Harvard precisó que los cambios son tan urgentes, porque el mundo en los próximos 10 años va a tener cambios radicales mucho más profundos que en los últimos 50 años.
Para ejemplificar aquello, el experto en educación citó que la revolución científica y tecnológica va provocar en la humanidad consecuencias más profundas que las causadas en la revolución industrial. La inteligencia artificial, por ejemplo -sostiene Farrel- va a ser tan común que por mil dólares vamos a tener la posibilidad de comprar una máquina con un poder de procesamiento de información incalculablemente más grande que el del cerebro humano.
Pero no solo eso va ser parte de la vida cotidiana, lo hará también la utilización de la máquinas en habilidades humanas, habilidades que antes se consideraban como un cualidad intrínsecamente humana, como hacer música o arte. Para llamar la atención sobre lo mismo, hizo escuchar a la audiencia dos piezas musicales que sonaban exactamente iguales a las composiciones de Bach o Beethoven, pero que en realidad habían sido creadas mediante algoritmos matemáticos.
Esta situación, en donde las competencias de las máquinas serán superiores a las humanas y donde será masiva la comunicación entre los objetos, conocida como internet de las cosas, el especialista se concentró en transmitir que es una obligación para los educadores, para lo especialistas a educación, volver a preguntarse cómo debe ser la educación.
En ese sentido, el especialista fue tajante en remarcar un concepto: Pertinencia. «La educación debe ser pertinente a nuestra época, y a nuestras desafíos futuros. Esa es la gran clave de la educación».
La pertinencia educativa, según él, nos llevará a educar en virtud de las cualidades humanas, en un momento en que la biotecnología, por ejemplo, ha logrado crear vida. «Sí, han creados bacterias, con pedazos inertes de otras bacterias. Ese es el futuro al que debemos hacer frente».