Un relato íntimo, alejado de la parafernalia del escándalo, es el que nos ofrecen «Héroes», la recién estrenada autobiografía del carismático cantante nacional, Jorge González.
Jorge González debe ser uno de los artistas más importantes e influyentes de la música nacional. Difícil es imaginar siquiera a este joven en algún momento – mientras desarrollaba las cualidades que hoy lo tienen en dicho estatus en comparación con otros músicos chilenos- teniendo consciencia de cómo alcanzaría a cambiar la forma de ver la vida a miles de personas que aún mantienen su fanatismo intacto.
Porque hablar de González es hablar también de Los Prisioneros, y con ellos un trozo de un Chile quebrado, que entre letras y acorde, se identificaba y reconocía en la banda una bandera de lucha o himno, en la que se lograba canalizar las múltiples desilusiones que causaba el vivir en ese Chile, marcado por la dictadura.
Pero, qué no se ha dicho ya de Los Prisioneros. Todos de alguna forma u otra nos enteramos de cosas que probablemente nunca fueron noticia, salvo para los afectados, y nos sentimos con el derecho de especular, crucificar y hasta juzgar como si al fin y al cabo, hubiese sido problema nuestro.
Porque el amarillismo es un mal con nombre y apellido, y que salvo en personajes de la tv, no es común ver, menos en músicos chilenos, como pasó y cada cierto tiempo aún pasa, con Los Prisioneros.
Así es como, a modo de aclaración, González narra la misma historia una vez más. Pero hoy es él quien conduce el relato, el que edita. Es él quien cuenta, como un amigo que te hace un resumen de lo que le ha pasado en los últimos 30 años, desde que salieron del colegio, solo aquello que él quiere que sepas.
Lo interesantes de este libro, además de su diseño y fotos de autoría del hermano de Jorge, Marco, es el hecho concreto, que por fin contamos con la otra versión de los hechos. Ahora podemos comparar, medir, refutar y por último, interpretar, pero con conocimiento de causa.
Porque, en especial en el ejercicio del periodismo, es fundamental contar con todas las versiones de los hechos para poder mostrar lo más objetivamente, si es que llegara a ser noticia, como es que pasaron o no las cosas.
Y esto es lo que hace González. Aclara prácticamente punto por punto todos aquellos temas que en algún momento lo envolvieron en algún tipo de comidillo tanto a él como su familia, y su relato es tan honesto, que a ratos conmueve, dejando al intemperie su complejidad como ser humano y su sensibilidad que es, sin duda, lo que le ha dado la capacidad discos redondos como es el caso de “Corazones” de 1990.
Auto definido por el propio González como «su mejor disco» firmado por Los Prisioneros, «Corazones», que resultaría también ser el último disco de la banda, es uno de los puntos fuertes del relato, tal como lo es el disco en si mismo, como producción musical y audiovisual de la década de los 90.
Ahí podemos encontrar a un Jorge González que asume culpas y desnuda emociones, lo que a su vez explica la propia estructura del disco, convirtiéndolo además, en un relato auditivo que narra toda una época por la que pasaba el cantante en esos momentos.
Una dolorosa historia de amor, drogas y traiciones que se concadenan track por track, que al leer las páginas y los breves pero sinceros relatos, cobran un significado único haciéndolo parecer una novela con un final desolador, cerrando con “Es demasiado triste”, una despedida imposible pero necesaria a una etapa caótica en la que se vio envuelto el cantante.
Por todo esto y más, es que «Héroes» se vuelve una pieza de colección invaluable para todos aquellos que vivieron, disfrutaron y sufrieron con la separación de la emblemática banda y los múltiples problemas en los que se vio envuelto el propio González en algún momento.
Un instante en el cual, se puede sentir al propio Jorge, contando su historia a un buen amigo que hace mucho rato no ve.