Más allá de las opiniones específicas sobre este hecho, es positivo que han aparecido y se han hecho visibles quienes están dispuestos a alertar sobre el rol de la ciencia y sobre su falta de priorización en la agenda política.
En las últimos meses, hemos sido testigos de un amplio debate, con cartas y columnas, debido a las propuestas en el área de las ciencias de los candidatos presidenciales y de la disminución de los recursos para las Ciencia, Tecnología e Innovación dentro del Presupuesto de la Nación presentado por el Poder Ejecutivo al Congreso.
Más allá de las opiniones específicas sobre este hecho, es positivo que han aparecido y se han hecho visibles quienes están dispuestos a alertar sobre el rol de la ciencia y sobre su falta de priorización en la agenda política.
En esa línea, hemos visto que el desarrollo de la ciencia no está dentro de las prioridades de los programas presidenciales de los candidatos. Tampoco parece ser un tema relevante para los periodistas y panelistas en los múltiples debates a los que hemos asistido los últimos meses. Se ignora que la ciencia es parte de nuestra vida cotidiana, y que nuestra calidad de vida se basa en ella. Por su parte, existe una confusión entre el uso de productos tecnológicos y el desarrollo de la ciencia en sí.
Independiente de la institucionalidad científica, donde existe una discusión a nivel político que refleja que no se sabe que se quiere lograr, existe un problema mayor que es la educación científica y el desarrollo del pensamiento crítico en la sociedad chilena, lo cual nunca ha sido una prioridad del Estado. Esta deficiencia a nivel nacional, se ejemplifica perfectamente con las desafortunadas intervenciones de políticos y candidatos en relación a temas científicos, como decir que las vacunas están relacionadas al autismo, o que los transgénicos son negativos para la salud y el medio ambiente, entre muchos otros ejemplos.
Por sobre la política y las polémicas diarias, si realmente se quiere llegar al desarrollo, son los grandes acuerdos sobre educación, ciencia, innovación y tecnología los que llevan a los países al desarrollo.
Ejemplos hay buenos de países que han priorizado estos aspectos, que han pasado a estar por sobre la contingencia, transformándose en políticas de Estado. Deberíamos tomar en cuenta la evidencia de países que en un par de décadas han logrado gracias a una adecuada priorización, ubicarse varios escalones más arriba en el ranking del desarrollo.
Miguel Ángel Sánchez. PhD, Director Ejecutivo de Chilebio