Algunos terremotos registrados recientemente en la Cuenca de Fort Worth (FWB) de Texas (EE.UU.) fueron probablemente provocados por la actividad humana, según un estudio publicado hoy por la revista «Science Advances».
La investigación, de expertos de la Universidad Metodista Southern de Dallas y el Servicio Geológico de EE.UU. (USGS), que vigila la actividad sísmica mundial, buscó distinguir entre la actividad sísmica natural y la inducida en el centro de EE.UU.
La conclusión, basada en datos de reflexión sísmica de alta resolución, contrasta con la interpretación de otros científicos de que la sismicidad reciente de Fort Worth se debe a la deformación de fallas que se han mantenido activas desde la Era Paleozoica.
En la última década, la actividad sísmica en el centro de Estados Unidos se ha incrementado de manera muy notable.
Los terremotos ahora ocurren en regiones que tuvieron poca o ninguna sismicidad antes de 2009, mientras que las áreas previamente activas han mantenido tasas de sismos casi constantes.
Algunas pruebas, recuerdan los autores del estudio, sugieren que el aumento de la tasa de sismicidad está asociado con la inyección de aguas residuales, un subproducto de la extracción de petróleo y gas, en la corteza intraplaca del centro de América del Norte.
Casi toda esta evidencia se basa en una correlación entre la inyección de fluido, la presión de poros de agua atrapada en la roca y la actividad sísmica.
Con un enfoque distinto para aclarar la causa de estos terremotos, Maria Beatrice Magnani, de la Universidad Metodista Southern, y sus colegas analizaron los desplazamientos de fallas en imágenes de reflexión sísmica de alta resolución de la estructura geológica del subsuelo en dos regiones del centro de EE.UU.: el FWB y el norte de Misisipi (NME).
En el NME, descubrieron que, a lo largo de las fallas que actualmente son sísmicamente activas, el movimiento ha estado ocurriendo durante muchos millones de años.
En el FWB, en las fallas que hoy día son sísmicamente activas no hay pruebas de movimiento previo en los últimos 300 millones de años, lo que sugiere que los terremotos actuales son inducidos por la actividad humana.
Estas averiguaciones sugieren además que estos terremotos no ocurren antes de lo que lo hubieran hecho en el caso de fallas continuamente activas durante largos períodos de tiempo.
En cambio, los sismos indican la reactivación de fallas inactivas como consecuencia de la inyección de fluido.