Tanto la necesidad exploratoria con elementos del contexto y la experiencia, como las prácticas de experimentación, el ejercicio del ensayo y el error y la puesta en ejercicio de la creatividad, son abordadas al interior de las Facultades de Artes bajo dos grandes paraguas de acción que no apuntan a la creación artística (como la solemos entender y que recibe financiamiento del Ministerio de las Culturas, Artes y el Patrimonio), sino como investigación.
Uno de los múltiples desafíos a los que se ve expuesta la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, que se discute raudamente por los representantes políticos en este mes de enero, apunta a la validación de las distintas formas de generación de conocimiento en nuestro país. De esta premisa general se desprenden los distintos modos en que, diversas disciplinas del saber al interior de diversas instituciones desarrollan sus investigaciones, elaboran marcos de entendimiento y perspectivas metodológicas de generación de conocimientos e investigación en aras de aportar con las necesidades del país y sus diversas comunidades. Por de pronto, entonces, existe un vínculo entre los modos en que cada área del saber genera conocimientos y la definición de lo que entienden y practican como investigación.
Quisiera compartir algunas ideas, provenientes de prácticas de investigación concretas que se despliegan al interior de las Facultades de Artes chilenas y que están en diálogo con modos de generación de conocimiento y las dimensiones de investigación que se despliegan en diversas partes del mundo, en torno a la pregunta por lo que entendemos por investigación en Artes.
Resulta aclaratorio, a propósito de diversos y sostenidos malos entendidos instalados en el medio, postular que tanto la generación de conocimiento, como los modos de entender y practicar la investigación en las Ciencias, en las Artes y en las Humanidades comparten un conjunto de elementos fundantes: así, p. e. destacan la necesidad exploratoria con elementos del contexto y la experiencia, las prácticas de experimentación, el ejercicio del ensayo y el error, así como, la puesta en ejercicio de la creatividad y la perspectiva critica con el fin de contribuir, de diversas formas, a la generación de conocimiento. Además, cabe mencionarlo, este vínculo se ha visto materializado en las constantes relaciones de colaboración mutua entre Artes y Ciencias a lo largo de la historia. Sin embargo no cabe duda que, tanto los marcos de la praxis y la reflexión como las estrategias metodológicas entre los distintos saberes (donde también caben las Humanidades y las Ciencias Sociales), despliegan legítimas y pro-activas diferencias.
Al distinguir entre “investigaciones inspiradas por la curiosidad e investigación orientada por objetivos de desarrollo del país o sus regiones” (Art. 4, letra b), el proyecto de ley que crea el Ministerio de Ciencia y Tecnología no solo establece una distinción que no hace justicia a los múltiples modos de generación de conocimiento e investigación, sino que le atribuye una caracterización (la de la “curiosidad”) a algunas áreas, insertando, una vez más, la lógica de las prioridades económicas que posicionan a la razón y su método científico en primer plano en desmedro del conocimiento y la investigación que se practica (en todas las áreas del saber humanos) desde la creatividad, la experiencia estética y la experimentación. En definitiva, esa “curiosidad” y ese “desarrollo del país o sus regiones” es parte constitutiva de todas las áreas del saber, y, quisiera demostrar que esto también es parte de la generación de conocimiento e investigación en las Artes.
En cierto que el rol que han ocupado las Artes al interior de las Universidades (lo que de algún modo se deja extender a la sociedad en su conjunto) ha apuntado a la extensión universitaria. Así nacieron y se consolidaron las Facultades de Artes promediando la década del 40 del siglo pasado. Pero, es igualmente cierto, que en el trayecto histórico hasta nuestros días, las Facultades de Artes despliegan no solo actividades de docencia y extensión, sino que de generación de conocimientos e investigación basados en la práctica artística (como investigación) y la reflexión teórico-histórica sobre las Artes (el plural es importante) y sus dimensiones estéticas. La primera es más bien reciente en nuestras Facultades, la segunda, tiene una tradición algo más larga, pero ha ido amplíandose, por subáreas disciplinares, en los últimos años.
Resulta, entonces, necesario responder a la pregunta por ¿qué entendemos por investigación en Artes? Tanto la necesidad exploratoria con elementos del contexto y la experiencia, como las prácticas de experimentación, el ejercicio del ensayo y el error y la puesta en ejercicio de la creatividad, son abordadas al interior de las Facultades de Artes bajo dos grandes paraguas de acción que no apuntan a la creación artística (como la solemos entender y que recibe financiamiento del Ministerio de las Culturas, Artes y el Patrimonio), sino como investigación: El de la práctica como investigación y el de la investigación en estética, teoría e historia de las Artes.
En el caso de la primera, se persigue la generación de conocimiento iniciada por la práctica artística como experiencia generadora de conocimiento o, como lo sostiene Gray, “las preguntas, problemas y desafíos son identificados y formados por la necesidades de la práctica y los investigadores prácticos”, además de que “la estrategia de investigación se desarrolla por medio de la práctica usando predominantemente metodologías y métodos específicos y conocidos para quienes hacen las prácticas” (Gray, 1996, p. 3).
Si bien es cierto que este modo de generación de conocimientos es una práctica investigativa más bien nueva en nuestro medio, resulta altamente desarrollada en diversas latitudes del planeta. Así, por ejemplo, se encuentran programas formativos en esté tipo de investigación en las Universidades de Limerick, Goldsmiths (UK), de las Artes de Viena (Aus), del Arte y la Educación en Amsterdam y New York y la Universidad de Arte y Diseño de Kioto (Jn).
Cabe tener presente que, al ser su objetivo la investigación y generación de conocimientos, la práctica como investigación no apunta, necesariamente, a la generación de una creación artística (asunto, este último, que compete al Ministerio de las Culturas, Artes y el Patrimonio). Esto es relevante, sobre todo por que la institucionalidad a la que debería acogerse este modo de investigación (hoy Conicyt, prontamente Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación) aún no la incorpora formalmente dentro de las disciplinas que componen el grupo de estudio.
Por otra parte, pero en consonancia a la dimensión práctica de la investigación, las Facultades de Artes cuentan con diversos programas de estudio de pre- y posgrado, así como de centros en los que se desarrollan investigaciones sobre las Artes. Por lo general, estos planes de estudios logran su maduración a fines de la década de los sesenta (es el caso de la carrera de Teoría e Historia de las Artes en la Unversidad de Chile y Estética en la Pontificia Universidad Católica de Chile) y ha habido un crecimiento sostenido de las áreas de investigación al interior de las carreras artísticas, situando la investigación teórica e histórica de las Artes como una de las áreas prioritarias de generación de conocimiento.
Destacan las áreas de los Estudios de Cine, lo Audiovisual y la Fotografía, la Teatrología y los Estudios de Danza, así como los estudios de la Visualidad, de la Performance y los Nuevos Medios. Todos éstos campos que han adquirido un peso importante en años recientes y que están en un proceso avanzado de consolidación (del que son testimonio numerosos encuentros, publicaciones) estableciendo vínculos de intercambio con Universidades y líneas de investigación sobre las Artes en diversas latitudes del mundo.
Así están las carreras de teoría e historia de las Artes y la Estética, además de la Literatura. Aquí se utilizan diversos campos teóricos, así como metodológicos (provenientes de otras áreas del saber, así como desde las propias prácticas artísticas) con la finalidad de instalar nuevos conocimientos respecto a las Artes, sus múltiples estrategias de trabajo, difusión y el contexto o campo histórico que las envuelve, influencia y tensiona. Todas éstas áreas de investigación son acogidas, desde mediados del año 2017, en el grupo de estudio de “Artes y Arquitectura” dentro de Conicyt.
Los desafíos que introducen las Artes en el marco de la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación son una oportunidad que proponen re-pensar y mantener una práctica de apertura efectiva en torno a los modos y las estrategias con las que validamos la generación de conocimientos en Chile. Esto último requiere de la comprensión y aceptación de la diversidad de conocimientos e investigaciones que componen nuestras instituciones generadoras de conocimiento entendiendo que todas las áreas del saber, donde deben entrar las Artes, son intrínsicamente “curiosas”, estándo más allá de falsas distinciones que esconden otros intereses (como el que distingue conocimientos útiles de conocimientos inutiles) y que se presentan como una contribución efectiva en el corto, mediano y largo plazo a la sociedad chilena y su matriz de desarrollo.
Andrés Grumann Sölter. Académico Escuela de Teatro, Pontificia Universidad Católica de Chile, Miembro de la Asociación de Investigadores en Artes & Humanidades