Desgarradoras fotografías que alertan y conciencian sobre la amenaza de extinción que pesa sobre numerosas especies vistieron hoy el Paseo de la Reforma de Ciudad de México con motivo de la exposición «Nuestras batallas contra la extinción».
Un rinoceronte lacerado, un ave con el estómago atestado de plásticos o la majestuosidad del tigre de Bengala son algunas de las 78 imágenes de una exposición que durante dos meses buscará concienciar sobre las acciones humanas, principales causantes de esta sexta extinción masiva de especies que vive el planeta.
«Hay imágenes muy fuertes pero también hay imágenes muy esperanzadoras», afirmó el fotógrafo Ricardo Azarcoya, uno de los encargados de la curaduría de la exposición, durante un recorrido para medios.
Por su parte, el director de Comunicación de la Ciencia de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio, colaboradora de la exposición), Carlos Galindo, expresó que «se trata la extinción no como un suceso que sucede aislado», sino dando importancia a las acciones que deben llevar a cabo los humanos.
«Al hablar de la extinción, no podemos quedarnos en esta visión oscura, negra y sin esperanza, y menos cuando tenemos niños que nos están visitando. También queríamos ilustrar la parte de esperanza de que hemos rescatado especies que estaban al borde de la extinción», expuso.
Las instantáneas corresponden a diversas partes del mundo, muchas de ellas tomadas en áreas naturales protegidas y otras en metrópolis para ilustrar las acciones humanas que tanto dañan como ayudan a la recuperación.
La muestra se divide en tres bloques temáticos: causas, especies amenazadas, y acciones de personas, organizaciones o gobiernos para combatir la extinción.
Cada bloque tiene capturas de fotógrafos de prestigio de National Geographic y de la Conabio.
Azarcoya aclaró que la muestra no tiene un orden para su observación, sino que fue pensada para que, independientemente de dónde se inicie el recorrido, la percepción sea la misma y el visitante siempre sepa a qué sección hace referencia la imagen gracias al color que acompaña el pie de foto.
A nivel internacional hay 1,8 millones de especies biológicas formalmente identificadas, de las cuales solo 5 % han sido evaluadas en cuanto a su potencial de supervivencia.
En México en particular existen 110.000 especies reconocidas, aunque se piensa que hay muchas más, especialmente si se tienen en cuenta las microscópicas. Existen casi 900 consideradas amenazadas por la norma oficial mexicana y 475 en peligro de extinción.
«Hay constantemente proyectos y programas para las especies que están en riesgo. Pero los programas de recuperación no son suficientes, no hay más de 20 programas de recuperación para 475 especies», contó Galindo.
Esto lleva a pensar que debe replantearse el modelo de recuperación, y «en lugar de ir especie por especie, ir ecosistema por ecosistema».
Esta sexta extinción comparte con las otras cinco anteriores en la historia de la Tierra que está ocurriendo un cambio climático en el planeta, pero por primera vez es la actividad humana la principal causante.
Las acciones cotidianas contaminan todos los días al consumir alimentos que requieren fertilizantes, al utilizar más vehículos de los necesarios o al privar de agua a las especies por desperdiciarla día a día en el hogar.
Galindo agregó que «somos ahora más carnívoros, entonces estamos convirtiendo las selvas en pastizales» para el pastoreo de ganado y, además, se tiene una gran cantidad de mascotas domésticas que se convierten en especies invasoras de ecosistemas cuando se abandonan o escapan.
Otro de los problemas que se ilustran es la sobrepoblación mundial, hermosamente inmortalizada en una imagen con muchos bebés recién nacidos en un hospital.
Las buenas acciones como la recuperación del hábitat de algunos animales o la reintroducción de especies también abundan en la muestra.
Aun así, la sensación que queda es la toma de conciencia a base de escozor, con imágenes para el recuerdo no aptas para personas aprensivas, como el imborrable momento de unos cazadores portando los gigantescos colmillos de un elefante junto a la boca sangrante del animal muerto, ilustrando el tráfico de marfil como una de tantas atrocidades.