Lo que en su día arribó como una corriente estética que buscaba la transformación del espacio mediante una intervención respetuosa, ha acabado convirtiéndose en una solución no intencionada de un problema global.
La arquitectura racionalista surge en Europa tras la I Guerra Mundial, y sus fundamentos defienden un uso racional del espacio y de la distribución de los elementos, incluyendo en ocasiones el entorno natural como parte de la construcción, es útil para reducir el impacto al medioambiente, explica el arquitecto Guillermo Buchan.
Buchan es profesor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y plantea que esta vertiente «adhiere plásticamente el medioambiente a la solución arquitectónica».
A principios del siglo XX, cuando surge la disciplina, esta ya apuntaba a soluciones vanguardistas que hoy día están en alza como el uso de las azoteas ajardinadas, esos coquetos huertos urbanos que sirven de pulmones en las grandes metrópolis.
«Nos venden el ‘roof garden’ como una gran innovación, pero realmente es una idea que tiene muchos años y que está enfocada a recuperar el espacio natural que se pierde cuando se construye un edificio», afirmó el experto.
Otra de sus contribuciones a preservar el medioambiente -aunque cabe destacar que en aquel entonces no era el fin- es el desarrollo del urbanismo.
Su antecedente era la ciudad industrial y esta «era una ciudad llena de piedra, con pocos jardines», es entonces cuando «empiezan a surgir a principios del XX conceptos de ciudad como la ciudad jardín».
Ello significa que los núcleos de vivienda deben estar rodeados por anillos de jardines y estos a su vez por áreas de trabajo, estableciendo un esquema de crecimiento respetuoso para la ciudad.
Los edificios, según la arquitectura racionalista, «deben estar sobre columnas», de este modo se interviene de manera muy puntual el suelo.
Hace años también se buscaba crear espacios para asumir la avasalladora irrupción del automóvil, algo que, paradójicamente, a día de hoy, es algo contra lo que se está tratando de luchar debido a las grandes cantidades de contaminantes y de Gases Efecto Invernadero (GEI) que vierten a la atmósfera.
Buchan comentó que en la actualidad se está tomando más consciencia del medioambiente, «no solo como arquitectos sino como constructores de la ciudad».
Sin embargo, se siguen tomando los recursos naturales y, una vez utilizados, «son desechados».
En ese aspecto, la arquitectura racionalista propone que los materiales tengan un uso austero, «muchas veces por economía pero también de forma importante para mitigar los impactos ambientales que generamos».
«Ahora se busca que los materiales sean reciclables, reciclados, que tengan orígenes digamos lo más lícitos posibles en tanto que la regulación legal hace que haya por ejemplo reforestación de bosques», agregó.
Asimismo, afirmó que la arquitectura de hoy día «definitivamente busca mitigar su impacto en el medio», así como el urbanismo, que se encuentra potenciando «que tengamos cada vez menos desplazamientos, y que estos e den con transportes más limpios como bicicletas».
Fotografía portada: De Hans Peter Schaefer – Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=52728