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Neurociencia: La música triste puede ser positiva para nuestro cerebro CULTURA

Neurociencia: La música triste puede ser positiva para nuestro cerebro

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Un estudio realizado por científicos alemanes demostró que la música triste genera patrones de actividad y pensamientos introspectivos en nuestro cerebro, los que pueden contribuir a potenciar capacidades como la resolución de problemas, la creatividad e incluso combatir enfermedades neuropsiquiátricas como la depresión.


Cada vez que escucho el famoso movimiento de la suite nº3 de Bach, “Air”, quedo deslumbrado por su melodía. Me pregunto cómo es posible que solo una canción pueda evocar paz, éxtasis, calma, y una mezcla de pensamientos difíciles de describir. Lo mejor es que este es solo un ejemplo de lo que la música es capaz de generar en los seres humanos.

Desde la antigüedad, la música ha sido parte importante de las culturas en todo el mundo. La capacidad de la música para evocar emociones y sentimientos nos hace entrar en placeres en el que las melodías y letras nos hacen sentir completos. Con la música nos sentimos tan acogidos que incluso bailamos con su ritmo, reímos, lloramos, hacemos deporte, nos relajamos, y acompañamos un sin fin de actividades cotidianas. La música es nuestra compañera.

Dentro de las emociones más frecuentemente evocadas por la música se encuentran la alegría y la tristeza. Las canciones alegres se caracterizan por tener ritmos rápidos, acordes mayores y escalas que progresan hacia tonos más agudos. Por otro lado, las canciones tristes suelen ser más lentas en ritmo, con un mayor uso de acordes menores, los que suenan más melancólicos al oído. Las canciones alegres son asociadas con extroversión, y optimismo, mientras que las tristes son vistas como melancólicas e introspectivas.

El efecto de la música sobre la actividad cognitiva, es decir, nuestros pensamientos y lo que tendemos a imaginar al escuchar música, es un mundo fascinante que la neurociencia se encuentra investigando, aun con avances iniciales, pero que sin duda nos entregan pruebas de lo mágico que resulta ser la música.

La divagación mental es un tipo de actividad cognitiva que ocurre cuando las personas se sumergen en una especie de corriente de la conciencia y pensamientos autogenerados, los que usan para evaluar temas personales, relaciones sociales, estrategias a futuro, etc. Aun cuando la música parezca evocar estados mentales, la neurociencia no había demostrado a nivel cerebral que ciertos estilos de música generen un estado mental en particular. Sin embargo, un reciente trabajo liderado por la investigadora Dra. Liila Taruffi, ha encontrado interesantes hallazgos al respecto.

216 personas, entre hombres y mujeres, fueron los participantes de este estudio. Los participantes, con sus ojos cerrados, escucharon extractos musicales cortos, de alrededor de 30 segundos, que evocaban alegría o tristeza y que ellos desconocían antes del estudio. Los participantes, luego de terminar de escuchar el corto musical, debían reportar su experiencia mediante preguntas precisas que determinarían tanto el nivel de divagación mental, como qué tipo de pensamiento tuvieron.

Para evaluar qué tan enfocados estaban los pensamientos de los participantes del estudio y así obtener información sobre el grado de divagación mental de estos, se les preguntó: ¿Dónde estaba tu atención justo después de que la música se detuviera?, debiendo seleccionar a continuación, una opción dentro de una escala con valores desde 1 (solo en la música) hasta 7 (nada en la música). Además, los participantes debieron evaluar qué tanto les agradó cada extracto musical y otras diversas preguntas de este cuestionario, con las cuales los científicos evaluaron el contenido de lo que pensaron tras escuchar la música.

Se demostró que el tipo de contenido de los pensamientos dependía de si el participante escuchaba música triste o alegre, siendo en el caso de la música triste, significativamente mayor el nivel de divagación mental en comparación con la música alegre. Palabras como “triste”, “agua”, “naturaleza”, “amor”, “emoción” eran las más frecuentes en los reportes de personas que escucharon melodías tristes; mientras que “feliz”, “baile” y “verano” eran las más reportadas por personas que escucharon melodías alegres. Dado que las canciones tristes son a menudo más lentas que las alegres, se pensó que el efecto podía deberse a la velocidad de la canción y no al contenido de estas. Sin embargo, se demostró que los efectos de la música sobre los pensamientos no dependían del tempo de la canción.

Los científicos además midieron la actividad cerebral de regiones que trabajan en conjunto durante tareas cognitivas de divagación. Se demostró que estas regiones tenían una mayor actividad concertada cuando los participantes escuchaban música triste, lo que indica que efectivamente, nuestro cerebro activa las áreas asociadas a los pensamientos de divagación cuando escuchamos música triste.

¿Por qué la música triste puede ser positiva?

Como demostró el estudio, las melodías tristes evocan la misma actividad cerebral presente en estados de divagación y pensamiento introspectivo. Los autores sugieren que estos estados permitirían potenciar la creatividad y la resolución de problemas, por lo que este tipo de música serviría para generar un ambiente apto para potenciar estas habilidades y mejorar la calidad de vida, tanto en personas sanas como en pacientes con enfermedades neuropsiquiátricas.

Por quienes la escuchan, la música triste es considerada melancólica, agridulce, emocional, y al mismo tiempo agradable. Por otro lado, a quienes no les agrada la música triste, quizá podrían calificarla como depresiva, sentimental o aburrida. Los autores de este estudio concuerdan en que la música triste no genera significativamente mayores pensamientos asociados a depresión con respecto a la música alegre, por lo que es poco probable que estados depresivos sean ocasionados por escuchar música triste. De hecho, escuchar este tipo de música podría ayudar a combatir estados de depresión, ya que, por medio de la música triste, se pueden generar patrones de pensamiento y un ambiente cognitivo que potencian la capacidad para resolver los problemas personales. Además, la música alegre generó en su mayoría, reportes con palabras emotivas positivas, mientras que la música triste generó tanto palabras positivas como negativas, lo que puede verse como un espectro más completo en el tipo de pensamiento que las canciones tristes son capaces de generar, recordándonos una vez más que “la vida no es color de rosa” y que a veces es necesario aceptar y reparar en las partes negativas que la vida conlleva.

Entonces, no hay que temer escuchar música triste, experimentarás divagaciones mentales que podrían ayudarte a resolver problemas de la vida cotidiana. Sin embargo, y como señalan los autores de este estudio, la divagación mental tiene un costo, y este es dejar de lado tareas actuales para concentrarse en estos pensamientos introspectivos. Si tienes cosas importantes que hacer, divagar con nuestra mente podría no ser la decisión más sensata. En cualquier caso, el mercado es inmenso, y mientras se continúa investigando, hay muchísima música y contextos distintos que escoger para alcanzar la mejor combinación que favorezca nuestras vidas. Simplemente presiona “play” y déjate llevar por tu mente.

Artículo original: http://www.nature.com/articles/s41598-017-14849-0

Texto del convenio con el Centro Interdisciplinario de Neurociencia de Valparaíso (CINV)

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