Se trata del estudio publicado por la Academia de Ciencias de Estados Unidos, «Quality of evidence revealing subtle gender biases in science is in the eye of the beholder». Los resultados de tres experimentos, utilizando muestras del profesorado público general y universitario, demostraron que los hombres evalúan la calidad de la investigación como menos meritoria en el caso de las mujeres. «A los científicos nos cuesta ver nuestras propias debilidades», comenta al respecto Osvaldo Ulloa, director del Instituto Milenio de Oceanografía (IMO). «Si el estudio se hubiera hecho en Chile, los resultados seguramente habrían sido más marcados», asegura.
Numerosos estudios han revelado el sesgo de género que afecta a las mujeres en los campos de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, siglas en inglés). Esta situación iguala a lo que sucede en las empresas y los cargos políticos.
En Chile, la tendencia mundial solo se replica. Aunque a nivel de estudiantes de doctorados hay una paridad, la situación cambia en el mundo académico, destaca la bioquímica María Cecilia Hidalgo, Premio Nacional de Ciencias.
«Las mujeres ganan menos y sus trabajos se citan menos. Hay menos en los comités editoriales, menos profesores titulares, y también muy pocas en la Academia de Ciencias o entre los Premios Nacionales, además de los Premios Nobel», dice.
En tanto, la genetista Florencia Tevy recuerda que en las 52 universidades del país solo hay dos rectoras, y que solamente un 25% de fondos públicos es asignado a proyectos en los que las mujeres son investigadoras responsables.
Jorge Babul, presidente de las Sociedades Científicas, es optimista. «Las mujeres poco a poco están ocupando los más diversos lugares y actividades: todos y todas. Somos muy distintos; la visión de las mujeres es fundamental», señala. Sin embargo, Tevy cita un estudio según el cual «la brecha tardará 217 años en cerrarse».
El problema no es solo científico, sino también económico. El Banco Mundial ya estableció el año pasado que, para que las economías sigan creciendo, es necesario incorporar a las mujeres a la fuerza laboral, en particular en áreas STEM, alerta ella.
«Reconocer el problema ya es un gran paso para superarlo», comenta María Teresa Ruiz, Premio Nacional de Ciencias Exactas y presidenta de la Academia de Ciencias.
Un estudio publicado por la Academia de Ciencias de Estados Unidos, «Quality of evidence revealing subtle gender biases in science is in the eye of the beholder», es un buen ejemplo.
La investigación se centró en los métodos de evaluación de las investigaciones y descubrimientos. «La creciente evidencia empírica documenta un sesgo de género en contra de las mujeres y su investigación, y favorece a los hombres, en los campos de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM)», plantea en su introducción.
«Nuestra investigación examinó cuán receptivas son las comunidades científicas y públicas a la evidencia experimental que demuestra este sesgo de género, lo que puede contribuir a la subrepresentación de las mujeres dentro de STEM. Los resultados de nuestros tres experimentos, utilizando muestras del profesorado público general y universitario, demostraron que los hombres evalúan la calidad de la investigación, revelando este sesgo, como menos meritoria que las mujeres», se lee.
Entre otros aspectos, el trabajo pudo determinar que en proyectos prácticamente idénticos, se tendía a favorecer a aquellos equipos liderados por varones.
En sus conclusiones, el estudio precisó que «la objetividad está amenazada por una multitud de sesgos cognitivos, incluido el sesgo de género en los campos de STEM».
Y añadió: «Numerosos hallazgos experimentales confirman la existencia de este sesgo, y la investigación que presentamos aquí echa atrás otro nivel de sesgo: los hombres evalúan la investigación que confirma el sesgo de género dentro de los contextos STEM como menos meritoria que las mujeres».
«Los científicos somos humanos y nos cuesta ver nuestras propias debilidades», comenta al respecto Osvaldo Ulloa, director del Instituto Milenio de Oceanografía (IMO). «Si el estudio se hubiera hecho en Chile, los resultados seguramente habrían sido más marcados».
«Que los científicos podamos evaluar e interpretar evidencia sin sesgos o subjetividades es un deseo más que una realidad absoluta», agrega. «La historia de la ciencia está plagada de ejemplos en que los científicos se han dejado llevar más por sus prejuicios y dogmas que por lo que la evidencia mostraba, muchas veces en forma inconsciente», apunta.
«Ya en las familias se piensa que las mujeres se deben dedicar a un tema considerado más femenino. Las mujeres que quieren ser científicas deben vencer eso», comenta la astrónoma. «A veces las propias niñas en los colegios se consideran malas para las ciencias, y eso es bien nefasto, porque cuando uno mismo se pone las barreras, es difícil que se venzan», asegura.
Las niñas «tampoco tienen muchos modelos a seguir. Por eso muchas, cuando entran a la universidad, tienen que demostrar que en realidad tienen la vocación para lo que quieren hacer y dedos para el piano, y no que están ahí para buscar marido, como me acusaron alguna vez». Por eso es clave visibilizar a las mujeres que hoy «se destacan en la robótica, la ingeniería y la astronomía».
Para Hidalgo, el sesgo existente no es «nada sorprendente».
«Cuando estás en una posición de privilegio, eres jefe de un grupo prestigioso, hombre, en el área de STEM, te cuesta mucho ver las dificultades que tiene la mujer o una persona de otra etnia para incorporarse de forma exitosa al mundo científico», añade.
Tevy apunta, entre las razones, a numerosos factores, «todos culturales y ninguno biológico».
«Desde la sala cuna existe una educación con sesgo de género. Ya está demostrado que, si les das pelotas y legos, las niñas aprenden también destreza física desde temprano y a construir», destaca. «En la educación inicial después se hace incapié en que los niños aprendan bien la matemática. Al llegar a la universidad obviamente más hombres eligen carreras afines», dice.
Tevy advierte, asimismo, que las mujeres que estudian o trabajan en esta área además sufren del sesgo por percepción para ganar fondos de investigación u ocupar puestos de decisión.
«En un concurso para fondos STEM los errores de las mujeres son penalizados más que los de los hombres. Esto hace tiempo que se viene hablando. Lo que resulta después que los hombres tienen más currículo que las mujeres para subir de jerarquía. El resultado es hombres eligiendo hombres», afirma.
Para revertir la situación, las científicas apuntan a los esfuerzos individuales y también a las políticas públicas.
Tevy señala que hay que cambiar la educación, desde la sala cuna, y por otro lado se requieren acciones afirmativas para la academia y la empresa que aceleren la incorporación de las mujeres en estos ámbitos e incluyan puestos en la toma de decisiones.
«Fíjate que en Alemania hasta que no incluyeron acciones afirmativas la situación era similar. En política pasaba lo mismo y las acciones afirmativas cambiaron el tema. El tiempo dirá si eran las mejores candidatas o no, pero el punto es que la cancha se empezó a rayar distinto. Y lo mismo va a pasar en la academia y en la empresa si se fijan acciones afirmativas, hasta que se cree una cultura por lo menos de forma tal de eliminar el sesgo cultural», dice.
Hidalgo apunta a la perseverancia.
«Mostrar datos es la única manera de convencer a los científicos, que aún así encuentran difícil aceptar la evidencia que está frente a sus ojos», explica. «Yo navegué mucho tiempo sin prestar atención a los obstáculos. ¡Me gustaba tanto lo que estaba haciendo y tengo una gran vocación!», enfatiza.
Ella recuerda siempre una conversación que tuvo con el indio Gobind Khorana, Premio Nobel de Medicina, quien fue profesor de Química en el MIT.
«Él me dijo que no había que preocuparse por que un trabajo o dos no fueran reconocidos, porque lo que importaba era lo que uno hacía a lo largo de toda la vida. Yo siempre me he quedado con esa frase. La persistencia, eso te diría es lo que me ha salvado de caer en el anonimato en que han caído tantas mujeres tan talentosas», concluye.