Actualmente, Karen Castillo está investigando el funcionamiento de una clase de proteínas que residen en la membrana de nuestras células y que, como antenas moleculares, actúan como receptores de la temperatura y el dolor. Son estas proteínas, las que llevan el extraño nombre de “canales receptores de potencial transitorio”, o TRP en la jerga de los expertos.
Karen Castillo, investigadora joven del Instituto Milenio, Centro Interdisciplinario de Neurociencia de la Universidad de Valparaíso, CINV, es la nueva integrante de la Academia Mundial de Ciencias (The World Academy of Sciences oTWAS) como Miembro Asociado y por un período de cinco años.
De acuerdo a cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO, sólo el 32% de participación en ciencia y tecnología que se desarrolla en Chile es protagonizada por mujeres, uno de los índices más bajos de toda Latinoamérica en paridad de género. Considerando esta realidad, es que el nombramiento contribuye a potenciar el rol femenino en el ámbito científico nacional, especialmente en materia regional.
Los requisitos para llegar a ser un Miembro Asociado de la TWAS eran varios: ser investigador joven menor de 40 años, con una alta productividad científica y una contribución relevante como investigador independiente. “El hecho de ser una de las cinco científicas latinoamericanas jóvenes en ingresar a la Academia Mundial de Ciencias es un gran reconocimiento al trabajo científico que he desarrollado desde que egresé como ingeniero en Biotecnología Molecular de la Universidad de Chile, y hasta hoy, al interior del CINV. Por otro lado, esta distinción demuestra que es posible desarrollar ciencia de primer nivel en Chile fuera del centralismo de la capital, en regiones como Valparaíso”, enfatiza la investigadora, quien se desempeña como investigadora joven en el área de Biofísica del CINV.
[cita tipo=»destaque»]Karen Castillo señala que los fondos limitados para realizar investigación son una de las principales dificultades que deben enfrentar los científicos y académicos de Latinoamérica y el Caribe. Esta situación, a menudo, obliga a los profesionales a abandonar sus países de origen en busca de oportunidades económicas en el extranjero, impidiendo un adecuado impulso al desarrollo científico y económico del país, que termina proveyendo materias primas a países desarrollados, y sin darle un valor agregado sustentable a nuestros recursos, y al desarrollo tecnológico local.[/cita]
Karen Castillo señala que los fondos limitados para realizar investigación son una de las principales dificultades que deben enfrentar los científicos y académicos de Latinoamérica y el Caribe. Esta situación, a menudo, obliga a los profesionales a abandonar sus países de origen en busca de oportunidades económicas en el extranjero, impidiendo un adecuado impulso al desarrollo científico y económico del país, que termina proveyendo materias primas a países desarrollados, y sin darle un valor agregado sustentable a nuestros recursos, y al desarrollo tecnológico local.
“Es necesario crear redes de apoyo que beneficien el trabajo de investigación y la difusión científica de todas aquellas naciones que aún no alcanzan un completo desarrollo. Necesitamos potenciar la ciencia en post del conocimiento y las habilidades para enfrentar desafíos como la pobreza y las enfermedades en nuestros territorios. Promover la ciencia y el uso de datos científicos es lo que necesitamos en Chile y Latinoamérica para tomar decisiones, políticas, sociales y económicas acorde a las realidades locales. Así evitamos la fuga de capital humano y favorecemos el desarrollo global local”, agrega la investigadora.
Castillo explica que es habitual que los investigadores latinoamericanos realicen sus estudios en condiciones poco favorables y con equipamiento antiguo y que uno de los beneficios de pertenecer a la Academia Mundial de Ciencias radica en que, en caso de ser necesario, los científicos pueden acceder a instituciones europeas y con tecnología de punta para realizar sus estudios y análisis.
“También entrega la posibilidad de postular a proyectos de investigación competitivo para miembros de la asociación, es decir, existen fondos asegurados que permiten asociarse con determinado científico, financiando los viajes, equipos, reactivos y lo que tenga relación para facilitar la investigación científica con altos estándares. Eso mejora las interacciones colaborativas que uno como investigador y nuestro centro, a su vez, pueda tener, proporcionando acceso a fondos extranjeros fuera de Latinoamérica”, enfatiza la científica de CINV.
De esta manera es posible reconocer, apoyar y promover la excelencia en la investigación científica de América del Sur, facilitando el contacto entre científicos e instituciones latinoamericanos y europeos.
La científica señala que hay un diagnóstico claro respecto a la inequidad de género en materia científica en Chile, en el cual “la balanza está fuertemente inclinada hacia los hombres, sobre todo en posiciones académicas y directivas que es donde más se percibe esta brecha”.
No obstante, considera que la masiva sensibilización que ha tenido el tema durante el último tiempo, ha abierto puertas para que se comience a discutir y legislar transversalmente sobre el tema.
Para el CINV este panorama es relevante, razón por la cual ya están abordando los desafíos de la inclusión y fomentando la igualdad de género. “Como CINV no sólo nos interesa aquello que ocurre en los laboratorios, sino que nos importa generar mayores estándares de integración en todas las áreas, teniendo presencia de hombres y mujeres en igualdad de condiciones. Incluso, frente a un currículum equivalente, estamos privilegiando al de la mujer, generando así una discriminación positiva que también busca dar una mayor visibilidad a las científicas”, explica el Dr. Ramón Latorre, Premio Nacional de Ciencias y director de esta institución. Como Instituto Milenio el CINV se está preocupando muy activamente en darle espacio a nuestros investigadores jóvenes quienes, finalmente, son el futuro de nuestro centro.
La Academia Mundial de Ciencias (TWAS), basada en el mérito, fue fundada en 1983 por un grupo de científicos liderados por el físico pakistaní y premio Nobel, Abdus Salam. Su objetivo principal es promover y difundir la capacidad científica y excelencia para la sustentabilidad de los países en vías de desarrollo. Su sede e está ubicada en los edificios del Centro Internacional de Física Teórica (ICTP) en Trieste, Italia.
En 1985 fue inaugurada oficialmente con el nombre de Academia de Ciencias del Tercer Mundo, nominación con la que fue conocida hasta 2013. En sus inicios estaba integrada por 42 becarios, 9 de ellos galadornados con el Premio Nobel. Actualmente está integrada por más de 1.200 becarios elegidos en más de 90 países, considerados los investigadores más exitosos del mundo. Del total de sus miembros, 14 han recibido el Premio Nobel en alguna área de las ciencias.
Aproximadamente el 85% de sus integrantes provienen de países en desarrollo y el 15% son científicos e ingenieros de naciones desarrolladas, con investigaciones que han impactado significativamente a América del Sur.
Actualmente, Karen Castillo está investigando el funcionamiento de una clase de proteínas que residen en la membrana de nuestras células y que, como antenas moleculares, actúan como receptores de la temperatura y el dolor. Son estas proteínas, las que llevan el extraño nombre de “canales receptores de potencial transitorio”, o TRP en la jerga de los expertos. “En ese contexto, mi principal pregunta es dilucidar los mecanismos moleculares que le permiten a estas proteínas informarle a nuestro sistema nervioso cuándo tenemos que retirar la mano de un objeto muy caliente o muy frío. La o las respuesta que podamos obtener a través de estas investigaciones, nos pueden llevan a la confección de fármacos que nos sirvan para paliar el dolor”, señala.
Actualmente, la investigadora se está concentrado en estudiar el comportamiento de dos canales capaces de responder a los cambios de temperatura en distintos rangos. El TRPM8 es conocido como el canal receptor de frío, mientras que el TRPV1 es un canal que se activa con calor. “Estamos estudiando estos canales para que puedan ser usados como blancos terapéuticos en ciertas patologías que tienen que ver con el dolor, incluso con la neuropatía y dolores producidos por cáncer, diabetes y migraña”, finaliza la investigadora.