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Rapa Nui en pie de guerra con museo de Viña del Mar que se niega a devolver un moai CULTURA

Rapa Nui en pie de guerra con museo de Viña del Mar que se niega a devolver un moai

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Marco Fajardo Caballero
Por : Marco Fajardo Caballero Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
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Tras un lustro de intentarlo de buenas maneras, incluida la oferta de entregar a cambio una nueva figura, los isleños amenazan con una guerra judicial. «Hay más de un bufete esperando para defender el patrimonio rapanui. Vamos a ir pidiendo el embargo del museo para pagar la indemnización al pueblo rapanui por la destrucción permanente del moai. Si estamos ahí, nosotros después no retrocedemos», advierte un abogado de la isla. Académicos apoyan la devolución.


Los rapanui amenazan con ir a los tribunales en caso de no lograr la devolución de un moai que actualmente está expuesto en el Museo Fonck de Viña del Mar.

La pieza llegó al lugar durante la Presidencia de Gabriel González Videla (1946-1952), junto a otro que fue enviado a La Serena. En ese último caso, la ciudad nortina acordó devolverla y se suma así al Museo Británico, que se ha abierto a la discusión respecto a otro moai en su poder.

Sin embargo, el museo viñamarino, ligado a la familia materna de Cecilia Bolocco, se niega rotundamente. Principalmente, con el argumento de que fue un regalo.

Varios académicos señalan que el reclamo es parte de una tendencia mundial, en el marco de la cual distintos pueblos piden la restitución de piezas a museos, sobre todo de Europa, y les dan la razón a los isleños. Incluso políticos como Francisco Chahuán, senador por la Región de Valparaíso, que administrativamente incluye a Rapa Nui, les han dado públicamente su apoyo.

Gran valor simbólico

Los moai son monumentos de gran valor simbólico en la cultura rapa nui. Son monumentos funerarios y  representan a los ancestros de un clan específico de la isla, «una piedra que recuerda a una persona sobre una tumba, creada para recordar a la persona que falleció ahí», en palabras de la académica Andrea Seelenfreund, una de las personas que mejor conoce la cultura rapanui.

En el caso de la pieza de Viña del Mar, incluso se sabe que se trataba de un moai inconcluso, que estaba en el trayecto para ser colocado en su altar. La antropóloga Paloma Hike, hija de isleños, agrega que no hay certeza sobre cómo fue el traspaso, ni que haya sido un regalo.

Todo esto en una época en que los rapanui ni siquiera eran ciudadanos legalmente, lo que evidentemente los ponía en una situación de debilidad frente al poder central del Estado chileno.

«En el caso del moai de Viña, se trata de una pieza no acabada, que fue recogida en el trayecto que tenía como destino su altar, puesto que la cavidad de los ojos no está terminada, un asunto que por ritual era efectuado en su última etapa, al levantar el moai en su altar», agrega.

«En este caso, cada moai representa un ancestro de cada tribu y, en su defecto, cada ancestro es una deidad para cada tribu».

«Hay una buena disposición con el moai de Inglaterra, a veinte mil kilómetros, ¿y ponen problema con un moai que está aquí al lado de nosotros?», se pregunta el abogado rapanui Mata Uiroa, representante de la alcaldía. «Cuando lo veo (en Viña), siento que es mi abuelo que me dice ‘llévame a la isla, ¿hasta cuándo voy a estar aquí? No soy un mono de exhibición, llévame a mi altar'».

«Él representa un clan, una tribu. Tiene que volver a su lugar», remata.

Argumento del museo

En el caso del moai emplazado frente al Museo Fonck, la entidad, a través de su directorio, ha manifestado su interés en mantenerlo allí debido a múltiples razones.

«A diferencia de los moai que se encuentran en el extranjero, el nuestro fue donado por el pueblo rapanui, entre otras cosas, como una manera de agradecer el apoyo entregado a la isla por la Sociedad de Amigos de la Isla de Pascua», entre lo que se cuenta la creación del leprosario, atención de enfermos, traslado de estos al continente, etc., según un comunicado.

«El moai se encuentra en territorio nacional, por ende, no se puede hablar de repatriación», aseguran. Además «ha sido sometido a conservación preventiva» y «decenas de miles de personas lo visitan todos los años, personas que no tienen oportunidad de visitar la isla».

Por otra parte, apuntan a que las autoridades de la comuna han manifestado su interés de que permanezca en Viña de Mar, «ya que es un icono de la ciudad». Incluso dicen que como está «asentado en una base de cemento, su traslado podría significar un riesgo para su integridad».

Réplica isleña

Sin embargo, en la isla piensan otra cosa. El abogado rapanui Mata Uiroa, encargado de la gestión, señala que desde 2013 intentan lograr la devolución «de buenas maneras». La oferta es que artistas de la isla creen un nuevo moai, a partir de una roca ya vista en Colina. Esa pieza reemplazaría al moai.

El profesional además niega que se haya tratado de un regalo. Saca a colación que los isleños carecieron de ciudadanía hasta 1966 y hasta entonces vivían en régimen de semiesclavitud, con lo cual no había igualdad de condiciones con las autoridades chilenas, y que incluso el Consejo de Ancianos estuvo suspendido entre 1888 –cuando Chile incorporó la isla a su territorio– y 1980.

«Nadie puede regalar lo que es parte de su vida», explicita. «No olvide que los moai son rostros vivientes. Eso significa que ese pariente sigue ahí, y si no está, esa tribu está en el limbo, porque no tiene a su familiar».

Según él, en su momento el moai fue escogido porque su peso permitía el traslado, primero en una carreta y luego en el barco. «Buscaron algo que fuera transportable», puntualiza.

Acción judicial

«La gente de los museos participaron en un saqueo al patrimonio rapanui. ¿Usted sabe lo que le pasó a ese moai al llegar a Viña? Lo enterraron en cemento, le hicieron un hoyo en la espalda y le atravesaron un fierro. Ese es un daño permanente», reclama el profesional, aunque asegura que el directorio del museo está dividido en este tema.

Actualmente el directorio del Museo está compuesto por Claudio Etcheverry (presidente), Alfredo Nebreda (vicepresidente), Nancy Rivera (secretaria), Hernán García (tesorero) y los directores Carmen Noziglia, Inés Lucía Villegas y Carlos Fonck.

Ante las amenazas del Museo Fonck de llegar a los tribunales, respondió: «A la justicia queremos ir, para que indemnicen a los rapanui por el daño grave que tiene ese moai, que cada día por dentro se va rompiendo. En este momento el Museo Fonck está destruyendo el moai». Además, acusa que la entidad lucra con la estatua, que atrae gran cantidad de visitantes.

«Eso sí, ellos osan ir a los tribunales y se acabó el arreglo amigo», alertó. «Hay más de un bufete esperando para defender el patrimonio rapanui, y es sin llorar. Y vamos a ir pidiendo el embargo del museo para pagar la indemnización al pueblo rapanui por la destrucción permanente. Si estamos ahí, nosotros después no retrocedemos».

Visión académica

Para la académica Seelenfreund, este debate está dentro de un problema global, relativo «a la expoliación de patrimonio cultural de muchos  pueblos originarios y que están en museos de todo el mundo».

De esta forma, está vinculado al origen mismo de los museos en el siglo XVIII, cuyo objetivo fue en aquel momento «mostrar los desarrollos culturales de otros pueblos, que no eran los europeos. Es un tema tremendamente colonial».

«Nadie les preguntó, ni a los griegos ni a la gente en África. Nadie les pidió permiso para llevarse las cosas a Londres, a París. Estos son trofeos de una sociedad europeizada, decimonónica, y que hoy día tratamos de justificar».

Seelenfreund compara el expolio con el realizado por el empresario agrícola Raúl Schüler, que tenía en su casa estatuas robadas de lugares tan diversos como plazas de Valparaíso, el cerro Santa Lucía y el Cementerio General de Santiago.

«Es lo mismo. Hoy estamos horrorizados con un caballero que es capaz de robar esculturas públicas y llevárselas al parque de su casa. El concepto de museo del siglo XIX es exactamente lo mismo».

Para ella la pregunta, en este caso, es dónde sirve más este moai hoy: como educación para y sobre la isla, en el museo en el continente, como una especie de embajador, o para los isleños de vuelta en la isla. «Y eso hay que preguntárselo a ellos, no somos nosotros los que debemos tomar esa decisión».

«Obviamente tienen todo el derecho de pedirlo de vuelta», concluye.

«Bajo la lógica que hoy prima en el orbe, se hace necesario poner a disposición de los herederos de la cultura que los erigió» estos monumentos, señala Huke, por su parte, especialmente cuando los propios isleños viven del turismo en ese gran «museo a cielo abierto» que es Rapa Nui.

Para ella, «es necesario dejar a un lado estos actos aprensivos y nuevamente colaborar con la comunidad isleña, en esta tarea de demostrarle al mundo su patrimonio completo, en el lugar que se originó y para los fines que se originó, antes que aferrarse a ideas pretéritas que nada aportan a su comunidad de origen, la cual se rige por derechos colectivos».

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