Académicos de la Universidad de Chile realizaron un seminario la semana pasada en el Museo de la Memoria. Los investigadores Lorena Antezana y Cristián Cabalín quisieron saber cómo reaccionaron a la emisión de ciertos programas tres generaciones: aquellos que vivieron la Unidad Popular, el golpe militar y la dictadura; los que crecieron durante los 17 años del régimen militar; y los nacidos en democracia.
El impacto de series de TV como «Los 80» y «Los archivos del Cardenal» en la memoria de las chilenas y los chilenos sobre la dictadura, fueron objeto de una investigación de académicos de la Universidad de Chile, que realizaron un seminario la semana pasada en el Museo de la Memoria.
Los investigadores Lorena Antezana y Cristián Cabalín quisieron saber cómo reaccionaron a la emisión de los programa tres generaciones: aquellos que vivieron la Unidad Popular, el golpe militar y la dictadura; los que crecieron durante los 17 años del régimen militar; y los nacidos en democracia.
“Uno de los hallazgos relevantes es que para los entrevistados más jóvenes las series fueron el primer acercamiento a la dictadura y a la violación de los Derechos Humanos, ya que declararon que son temas apenas esbozados en los planes de estudio de las escuelas. Por lo tanto, las series los acercaron a un conocimiento que los telespectadores calificaron como significativo», comentó Cabalín.
Antezana y Cabalín son miembros del Instituto de la Comunicación e Imagen (ICEI) de la Casa de Bello y para su investigación ganaron un fondo del Conicyt. Como antecedente, ella ya había publicado en 2015 el libro Las imágenes de la discordia (CLACSO) en Buenos Aires, tras ganar el premio Hugo Zemelman.
«En esta investigación trabajé sobre el texto audiovisual y me parecía que quedaba pendiente el trabajo desde la recepción y considerando tres generaciones de telespectadores que, por sus experiencias de vida, tenían tres imágenes de país distintas», explica la académica.
Las series televisivas consideradas fueron «Los Archivos del Cardenal» (TVN), «Ecos del Desierto» (Chilevisión), «No» (TVN) y algunos capítulos de la primera de este tipo, «Los 80» (Canal 13). Los criterios de selección utilizados consistieron en que fuesen productos de ficción seriada: transmitidas en televisión abierta, centradas temáticamente en la dictadura, con altos índices de audiencia y en el contexto de la conmemoración de los 40 años del golpe de Estado en Chile (emitidas el 2013 fundamentalmente).
En el caso de «Los 80», por ejemplo, lo relevante es cómo la cotidianidad allí representada les permitió a varios entrevistados reconocerse en aquellas imágenes e identificarse con los personajes y sus vivencias: la voz autoritaria del padre en muchas escenas de Juan, el empoderamiento de Claudia cuando ingresa a la universidad y la inocencia de Félix, destaca Cabalín.
En cuanto a la narración de la dictadura, en esta serie uno de los hechos llamativos para los entrevistados que crecieron en democracia era el alto nivel de represión, como el toque de queda, que les parece impensado en el actual contexto.
También fue alto el impacto de «Los Archivos del Cardenal». La crudeza de varias escenas provocó «rabia, pena y horror en varios de los participantes del estudio, los llevó a tomar posición sobre la defensa de los Derechos Humanos y el rechazo a sus violaciones durante la dictadura. Fue un aprendizaje, sin dudas”.
Para su trabajo, los investigadores hicieron un focus group en una muestra heterogénea, ya que asumían que el tema de la discusión provocaría controversias, posiciones disímiles y tensiones.
Los grupos incluían a hombres y mujeres, con diferentes características socioeconómicas y distintas afinidades políticas. Cada generación tuvo sus diferencias a la hora de evaluar.
Los mayores, por ejemplo, leyeron los docudramas desde su propia experiencia y los adaptaron a los marcos de interpretación que ya poseían previamente. La segunda generación, en tanto, fue recordando situaciones vividas y experimentadas gracias al estímulo visual de la serie, sus recuerdos eran fragmentarios y dispersos y podían ser ordenados bajo el marco de interpretación que las series les ofrecían.
Los más jóvenes –que no contaban con una experiencia directa de los acontecimientos narrados en las propuestas audiovisuales– recibieron estos contenidos como relativamente nuevos y los vincularon a otros conocimientos sobre el tema obtenidos de fuentes diversas: familiares, escolares, mediáticas, etc.
El estudio concluyó, por ejemplo, que aunque el formato ficcional simplifica en demasía procesos sociales y políticos complejos, llega a grandes y distintas audiencias, junto con promover el diálogo integeneracional.
Se vuelve a hablar de estos temas y, por tanto, se los vuelva a situar en la plaza pública y, aunque a algunos les pueda parecer repetitivo, «no hay que olvidar que siempre hay nuevas generaciones que no necesariamente saben lo que pasó», afirma Antezana.
Además se reinterpretan los acontecimientos del pasado desde el presente, es decir, se los vuelve a pensar en marcos de referencia distintos, en consecuencia, se los actualiza y se despierta la curiosidad de aquellos que no vivieron en la época. «Observamos también que cada generación destaca imágenes distintas o, cuando estas son similares, les da una interpretación diferente de acuerdo a su experiencia de vida, sus conocimientos previos, entre otros, por tanto, no se trata de una imagen estática y fija», remata.
También varió el valor de uso que cada generación les otorgó a los docudramas. La primera generación, por ejemplo, le otorgó un valor documental, buscó en los archivos “originales” validar sus propios recuerdos y evaluar el producto audiovisual en relación con el referente (acontecimientos reales).
La generación intermedia, en cambio, le otorgó un valor melodramático y situacional, que se vincula con los relatos desde un punto de vista afectivo, buscando ubicar su propia experiencia y recuerdos en el marco mayor que le proporcionan las series, es decir, “situándose” afectivamente en ella.
En los más jóvenes, en tanto, hay un valor de uso histórico y emocional, que puede leer la propuesta narrativa de las series como un “caso”, una historia particular en el marco de una mayor, lo que les permite vincularse emocionalmente con ella, pero también realizar un balance crítico, más que de las series, de los acontecimientos históricos y políticos.