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Ligas mayores: chileno trabaja en desarrollo de esófago artificial para salvar niños con malformaciones CULTURA

Ligas mayores: chileno trabaja en desarrollo de esófago artificial para salvar niños con malformaciones

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Si bien se han hecho avances, aún la ciencia no ha sido capaz de ofrecer tejidos funcionales a la mayoría de los pacientes con malformaciones congénitas. Tampoco técnicamente se puede realizar trasplante de esófago o poner prótesis que no pueden crecer con el paciente. Por ello, la sustitución con un esófago construido en el laboratorio con células del paciente asoma como una alternativa óptima. En esta opción está trabajando directamente el chileno Matías Garrido, en cuyo laboratorio recientemente desarrollaron un esófago artificial a través de la descelularización de un órgano donante que, luego, fue sembrado con las células apropiadas. “Los desafíos son muchos, puesto que el esófago, si bien es un órgano de paso, no es tan simple como uno tendería a pensar. Pero esa es la idea, seguir investigando para que podamos cambiar la forma en cómo tratamos a nuestros niños. Acá estoy en el lugar y momento indicados. Es como estar jugando una final en el mejor equipo del mundo”, señaló desde Londres.


Un especialista chileno trabaja actualmente en el desarrollo del esófago artificial para salvar la vida a niños con malformaciones congénitas. Se trata de Matías Garrido, médico pediatra y profesor de Embriología Humana e investigador del Centro de Investigaciones Biomédicas de la Escuela de Medicina de la Universidad de Valparaíso.

Garrido obtuvo una beca Conicyt de cuatro años para cursar un doctorado en el Francis Crick Institute de Londres, donde desarrollará el dispositivo, diseñado en laboratorio y que será parte de una investigación más amplia sobre otros órganos artificiales para el ser humano, en la que participan destacados científicos internacionales.

Francis Crick Institute es el principal centro europeo en investigaciones biomédicas, una institución que alberga a más de mil científicos y colaboradores permanentes –entre ellos, varios a Premios Nobel– considerados las mentes más brillantes del mundo. Garrido está trabajando en el área de la salud infantil, específicamente en los campos de la ingeniería tisular, medicina regenerativa y células madre, con miras a desarrollar órganos artificiales que puedan ayudar al ser humano a superar ciertas enfermedades hoy consideradas mortales o altamente invalidantes.

Aún la ciencia no ha sido capaz de ofrecer tejidos funcionales a la mayoría de los pacientes con malformaciones congénitas. El mejor ejemplo es la anomalía en el esófago, que por un problema durante el desarrollo embrionario se ve interrumpido, a menudo presentando una fístula tráqueo-esofágica, una comunicación anómala entre la vía respiratoria y la digestiva.

Reducción de mortalidad

De ser una condición 100% mortal, gracias a los avances en la técnica quirúrgica, el desarrollo de la anestesia pediátrica y los cuidados neonatales, hoy los resultados son muy favorables, convirtiéndose en el paradigma de la cirugía neonatal.

Muchas técnicas quirúrgicas –como los reemplazos de segmentos del tracto gastrointestinal– han tenido positivos avances, pero lamentablemente todas se asocian a un alto número de complicaciones que terminan impactando en la calidad de vida de los pacientes. Tampoco técnicamente se puede realizar trasplante de esófago o poner prótesis que no pueden crecer con el paciente. Por ello, la sustitución con un esófago construido en el laboratorio con células del paciente asoma como una alternativa óptima.

En esta opción está trabajando directamente Garrido, en cuyo laboratorio recientemente desarrolló un esófago artificial a través de la descelularización de un órgano donante, que luego fue sembrado con las células apropiadas. “Mi trabajo se enfoca en replicar esta estrategia en animales mayores, estando a cargo de las células epiteliales de la mucosa que revisten el esófago y de su posterior cirugía de implantación y seguimiento. Los desafíos son muchos, puesto que el esófago, si bien es un órgano de paso, no es tan simple como uno tendería a pensar», explicó desde Londres.

«Sus células derivan de las tres capas embrionarias, y en especial las células epiteliales son difíciles de mantener en el laboratorio. Adicionalmente, se debe lidiar con otros problemas que aún no han sido resueltos del todo, como la regeneración del sistema nervioso entérico y contar con adecuada vascularización para el injerto», admitió.

Sin embargo, la idea es «seguir investigando para que podamos cambiar la forma en cómo tratamos a nuestros niños. Acá estoy en el lugar y momento indicado. Es como estar jugando una final en el mejor equipo del mundo”, concluyó.

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