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Obra “Mistral, Gabriela (1945)”, una Gabriela Mistral simplemente magnífica CULTURA|OPINIÓN

Obra “Mistral, Gabriela (1945)”, una Gabriela Mistral simplemente magnífica

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José Miguel Ruiz
Por : José Miguel Ruiz Escritor, poeta y profesor de Castellano (UC). Ha publicado, entre otros libros, “El balde en el pozo” (poesía, 1994), “Cuentos de Paula y Carolina” (narrativa, 2011) y “Gramática de nuestra lengua” (2010). Mención Honrosa en los Juegos Literarios Gabriela Mistral de la I. Municipalidad de Santiago, 1975. Primer Premio en el Concurso de Poesía de la P. Universidad Católica de Chile, 1979. Premio Municipal de Arte, Mención Literatura, de la I. Municipalidad de San Antonio (1998).
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Vi en el GAM la obra “Mistral, Gabriela (1945)”, esta nueva mirada –actual, aunque esté ambientada en el año en que recibe el Nobel– desde la ficción más que desde lo conocido. La trama de esta obra ha sido difundida: ella es secuestrada por un grupo feminista en al año en que se le otorga el Premio Nobel y se espera que se pronuncie en torno a la mujer –a fin de cuentas es la mayor intelectual latinoamericana de su tiempo–, adscribiendo al movimiento feminista.


Hace años, el pintor y maestro Roberto Humeres –quien conoció a Gabriela Mistral, cuando esta ya era una poeta consagrada mundialmente–, contaba que a él ella le inspiraba un sentimiento de admiración y veneración casi religiosa. Tenía, señalaba, ese “algo” inefable de los grandes espíritus. Me quedé con esa impresión. He leído muchos de los poemas de Gabriela Mistral y he seguido lo que se ha dicho de ella en el tiempo. Se la olvida a veces; se la asocia mayormente con los “Piececitos de niño”; con las rondas infantiles o los sonetos inspirados en el amor trágico por Romelio Ureta; con las cartas de amor a Manuel Magallanes Moure; con su relación con notables mujeres: Palma Guillén, Laura Rodig y Doris Dana; con el hijo o sobrino Yin Yin; en fin, su vida no deja indiferentes a las distintas generaciones y a los avatares históricos. En todo caso, ella es mucho más que las rondas infantiles, el amor trágico y la maestra rural vistiendo con la austeridad que le conocemos.

[cita tipo=»destaque»]Una dramaturgia (Andrés Kalawski) basada en la ficción-realidad –a través de la ficción se ahonda en la realidad más oculta–, y las memorables actuaciones de Valeria Leyton y Solange Lackington, esta última como Gabriela Mistral. ¡Qué formidable actuación! Creíble, convincente, conmovedora, desde lo profundo del conocimiento de la complejidad del ser de la poeta. Intuyo que se acerca a la Gabriela Mistral ya no de los libros, sino a la de carne, hueso, médulas y espíritu. O de lo que imagino que fue.[/cita]

Vi en el GAM la obra “Mistral, Gabriela (1945)”, esta nueva mirada –actual, aunque esté ambientada en el año en que recibe el Nobel– desde la ficción más que desde lo conocido. La trama de esta obra ha sido difundida: ella es secuestrada por un grupo feminista en al año en que se le otorga el Premio Nobel y se espera que se pronuncie en torno a la mujer –a fin de cuentas es la mayor intelectual latinoamericana de su tiempo–, adscribiendo al movimiento feminista; y en esos diálogos con una de sus secuestradoras, se puede ir penetrando en el pensamiento de Gabriela Mistral, en su alma, distante de esa figura olímpica que se nos ha transmitido. Es la Mistral inmersa, sacudida, traspasada por su tiempo: la Segunda Guerra Mundial, las injusticias sociales, la visión de un Chile donde, si se hubiera quedado, habría sido “la Gaby”, en una crítica a lo que hemos sido o somos. Ella siempre ha defendido a la mujer, señala, pero no podrán encasillarla, circunscribirla a ningún movimiento, por cercano que sea. Es interpelada por su captora (Valeria Leyton), pero Mistral, aun en su honestidad, es siempre elusiva, no se deja capturar. Dejará siempre en las sombras lo que no quiere confesar: Yin Yin, Laura Rodig, y otros temas que alimentan la leyenda.

Una dramaturgia (Andrés Kalawski) basada en la ficción-realidad –a través de la ficción se ahonda en la realidad más oculta–, y las memorables actuaciones de Valeria Leyton y Solange Lackington, esta última como Gabriela Mistral. ¡Qué formidable actuación! Creíble, convincente, conmovedora, desde lo profundo del conocimiento de la complejidad del ser de la poeta. Intuyo que se acerca a la Gabriela Mistral ya no de los libros, sino a la de carne, hueso, médulas y espíritu. O de lo que imagino que fue. Una Gabriela Mistral mujer, poeta, observadora y transformadora de su tiempo, “tras bambalinas”, en un espacio lejos “de las cámaras”, o de lo que registra la historia. Enfrentada en su captura, en su reclusión, al espejo no velado de sí misma. Allí, en ese rincón, en el cautiverio, donde no hay lugar para embellecer o cambiar las cosas, la mujer, con su historia con todos los trazos y matices, la poeta sin el maquillaje o las transformaciones de la leyenda.

Una bella puesta en escena y dirección de actrices (Aliocha de la Sotta); un tema tan presente; un diálogo que interpela a “las voces profundas” para que se pronuncien; y una Gabriela Mistral tan humana (distanciada del mito); la de Solange Lackington, inolvidable: una Mistral simplemente magnífica.

Obra “Mistral, Gabriela (1945)”

Hasta el 22 de junio. Mi a Sá – 21:00 h

Centro Gam, Edificio B, piso 2, Sala N1

Mayores de 12 años

Precios: $ 6.000 Gral. $ 3.000 Est. y 3ed.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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