Aunque comenzó como una actividad gratuita en la capital de la Segunda Región, actualmente se practica en el norte, centro y sur del país, lo que llevó a quien la creó a patentar su invención. «Las clases te permiten liberar estrés mientras conectas con la identidad de cada país a través de los ritmos. Por ejemplo, no es lo mismo bailar un reggaetón que sentir la gracia de una cumbia colombiana, el ritmo de caporales, el sentido de la cueca. Todo tiene una pasión diferente que llega de distintas formas al corazón», señala su creador, Michael Oyanedel.
Un nuevo método de hacer fitness se está popularizando en Chile, en una disciplina que mezcla la actividad física y la música latinoamericana.
Se trata del «Fitfolk», un método creado en el año 2014 por el estudiante de Pedagogía en Educación Física, Michael Oyanadel, que este domingo tendrá una nueva jornada en Antofagasta y en julio próximo varios días para instructores en Santiago.
Aunque comenzó como una actividad gratuita en la capital de la Segunda Región, actualmente se practica en el norte, centro y sur del país, lo que llevó a su creador a patentar su invención.
Oyanadel, más conocido como Maik, cuenta que el proyecto nació el 2014 en la Universidad de Antofagasta, cuando estudiaba Pedagogía en Educación Física.
«En la carrera teníamos un ramo de gimnasia entretenida y como a mí siempre me ha gustado el folklore y lo practico de mucho antes, para una evaluación se me ocurrió esta idea de fusionar ambas disciplinas», recuerda. «Con el tiempo fui perfeccionando las coreografías, practicando con harta dedicación, hasta que presenté oficialmente el proyecto a Fitness Chile. Ellos acogieron mi propuesta y con el tiempo empecé a trabajar en la identidad del proyecto para poder consolidarlo».
«Así fue como llegué al concepto de Fitfolk que posteriormente lo patenté como mi emprendimiento, palabra que viene del compuesto de ‘Fit’, que significa salud o bienestar, y ‘Folk’, que significa pueblo. Por lo tanto, la identidad de Fitfolk y la misión que lo mueve es el bienestar del pueblo».
Diversos son los beneficios en la salud y el aspecto físico de esta disciplina, pero van más allá.
«Debido al gasto calórico, resistencia cardiovascular, aumento de flexibilidad y motricidad en distintos ritmos, Fitfolk tiene un beneficio mucho más importante, que es culturizar a través del folklore», destaca su creador.
«Las clases te permiten liberar estrés mientras conectas con la identidad de cada país a través de los ritmos. Por ejemplo, no es lo mismo bailar un reggaetón que sentir la gracia de una cumbia colombiana, el ritmo de caporales, el sentido de la cueca. Todo tiene una pasión diferente que llega de distintas formas al corazón».
Este programa está dirigido para todas las personas, es universal como el folklore propiamente tal, recalca Oyanedel.
«Lo que sí es importante es la autorregulación, porque hay cierto tipo de bailes que tienen saltos o agaches y hay personas que por distintos motivos no pueden ejecutar estos movimientos. En ese caso, yo les digo que, si no pueden hacer los saltos, pueden sentir el ritmo, si lo importante de esto es moverse y sentir, poder conectar con la música».
La duración de cada clase es de una hora, en la cual se bailan más de 10 ritmos distintos. Cabe destacar que son gratuitas y sus creadores constantemente participan en eventos municipales u otro tipo de actividades.
Fitfolk trabaja con un sistema latinoamericano que incluye folklore tanto nacional como de otros países de Latinoamérica, donde cada canción adquiere una dinámica diferente.
«A veces trabajamos mayor coordinación, otras veces fuerza, pero lo más importante es que sea una dinámica entretenida», expresa.
Maik cuenta que la selección de la música es un factor importante para sus clases, destacando que bailan música folklórica actualizada.
“En Fitfolk trabajamos con los clásicos del folklore, pero también es importante agregar música folklórica moderna”, destaca el instructor. Agrega que la idea de Fitfolk, aparte de entregar un sistema folklórico, es lograr que la gente se encante nuevamente con dicha música a través de la difusión de grupos emergentes de cada país, ya que “ellos siguen cultivando la música folklórica y al mismo tiempo embellecen los clásicos”.
En las clases que imparte Maik también lo ayuda su equipo de instructores: su amigo Luis Rodríguez, que lo ha acompañado desde el inicio del proyecto, y sus hermanos Rogelio Oyanadel y Evelyn Oyanadel, que comparten el amor por el folklore al igual que él. El equipo Fitfolk está presente en todas las clases, colaborando en las coreografías para que las sesiones sean mucho más provechosas, debido a la cantidad de gente que asiste.
Actualmente, Maik está considerando ampliar la gama del folklore que trabaja, con el fin de que Fitfolk no se limite únicamente a música latinoamericana.
“El folklore europeo también es un tipo de ejercicio aeróbico que conlleva harta quema calórica y tampoco existe un sistema que recaude el folklore de la zona, como el griego, croata, alemán, entre otros”, comenta Maik respecto a las novedades de su emprendimiento.
“Paulatinamente hemos podido lograr las metas que nos hemos propuesto y, soñando en grande, espero que algún día podamos folklorizar a todo el mundo”.
La certificación de nuevos instructores Fitfolk es un hito en la trayectoria del proyecto, ya que les permitió expandir el fenómeno a otras ciudades de Chile, debido a que en el primer proceso de certificación en el año 2017 se presentaron 44 personas de todas las edades y profesiones, de las cuales el 70% eran de otras ciudades, tales como Iquique, Copiapó, Caldera, Santiago, Rancagua, Viña del Mar, Valparaíso y Concepción.
¿Cuál fue la motivación de crear una certificación para nuevos instructores?
«Mucha gente se nos acercó con el interés de aprender folklore y poder enseñarlo con la pedagogía que impartimos en Fitfolk, por lo que el 2017 realizamos la primera certificación. Pudimos consolidar una alianza con la Escuela Nacional del Folklore y Deportes UA, donde contamos con cinco profesores que ayudaron a instruir a los participantes, no solo en términos de danza sino también fueron instruidos sobre la historia del folklore, expresión corporal, valores del liderazgo y capacidades para dirigir un grupo grande de personas», responde.
Para expandir la disciplina a otras ciudades, en 2017 el equipo de Fitfolk realizó una gira por Chile a través del evento “Carnaval Fitfolk 2017”, donde dio a conocer la entretenida dinámica junto a la primera generación de instructores de la certificación realizada este año.
“Este carnaval fue la oportunidad para que los nuevos instructores pudieran vivenciar el bailar y dirigir a las personas”, con el fin de mostrar sus habilidades arriba de la tarima en sus respectivas ciudades, cumpliendo con la importante misión de folklorizar en otras regiones.
Para los interesados, en julio habrá una nueva jornada de instrucción.