El segundo largometraje del realizador Theo Court está protagonizado por Alfredo Castro. «Creo que aporta un punto de vista cinematográfico distinto y trata de develar ciertas capas escondidas de nuestra sociedad y de las bases que las constituyen», comenta su director.
Una cinta chilena que indaga en los tiempos del genocidio selknam en la Patagonia será parte del Festival de Venecia, que se realizará desde el 28 de agosto al 7 de septiembre.
Se trata de Blanco en blanco, del cineasta Theo Court, donde un fotógrafo llega a una zona hostil y violenta para retratar el matrimonio de un poderoso latifundista.
Será parte de la competencia Horizontes (Orizzonti) y destaca por ser el único largometraje latinoamericano en esa sección.
En la película, la futura esposa del patrón, apenas una niña, se convierte en la obsesión del artista, interpretado por Alfredo Castro. Tratando de capturar su belleza, la fotografía a escondidas y traiciona al poder que domina al territorio.
Sin embargo, es descubierto y castigado, por lo cual es despojado de sus privilegios. No puede escapar y acaba siendo partícipe y cómplice de una sociedad que convive con el genocidio de los nativos selknam.
«No pretendo dejar mensajes con las películas, pero sí sensaciones, aproximaciones, imágenes, mundos particulares que apelan a la realidad concreta que vivimos. Aunque sea de época, hay temas en ella que subyacen en nuestro presente», comenta su director.
«Creo que aporta un punto de vista cinematográfico distinto y trata de develar ciertas capas escondidas de nuestra sociedad y de las bases que las constituyen», añade en relación con la cinta.
La película chilena participará en la 76a edición junto a El príncipe, de Sebastián Muñoz, que tomará parte en la Semana de la Crítica, y de Ema, de Pablo Larraín, que estará en la competencia oficial.
Court (España, 1980) se graduó como director en la Escuela de San Antonio de los Baños, en Cuba. Con su tesis, El espino, fue parte de la Cinéfondation del Festival de Cannes, y en 2007 obtuvo el fondo Hubert Bals para desarrollar el guion de su ópera prima, Ocaso, que participó en la competencia Bright Future del Festival de Rotterdam y también estuvo en certámenes locales como el Festival de Valdivia.
A Blanco en blanco llegó a partir de la observación de una serie de fotografías de cacerías de selknam perpetradas por Julius Popper, un ingeniero rumano que migró a Argentina y participó en la colonización del sur de ese país.
¿Quién era ese fotógrafo? ¿Quién participaba de aquellos actos, como un voyeur ausente?, se preguntaba Court.
«Después vino el territorio, un lugar de planicies vastas e infinitas, un sitio marcado por la barbarie y la supervivencia en condiciones extremas. Terratenientes que financiaban la permanencia de los asentamientos coloniales a la fuerza, la barbarie intrínseca a la sociedad ‘moderna’, organizada y legitimada. El filme con sus personajes son una vía más para representar esa zona gris, incómoda, contradictoria y perturbadora», dice.
Para el productor Giancarlo Nasi, la presencia en Venecia es muy importante para el equipo.
«‘Horizontes’ es una sección que recoge lo más innovador y radical del arte cinematográfico, y eso es justo lo que Theo Court hizo en esta película», comenta. «Venecia es un festival de mucho prestigio, por lo que esperamos que este sea un excelente puntapié inicial para la película», puntualiza.
Nasi resalta además el rodaje en locaciones naturales.
«Fue filmada en el extremo sur de nuestro país, en pleno invierno, en condiciones terriblemente difíciles pero también tremendamente hermosas. La película se llama Blanco en blanco porque transcurre en Tierra del Fuego en pleno invierno, donde efectivamente el blanco invade la desolación de este lugar», agregó.
«Theo Court es un talento en potencia, joven, tiene muchas cosas que decir sobre la historia de Chile y también sobre la naturaleza humana», remata.
Aunque no se trata de una película que hable directamente del genocidio selknam, el hecho está presente en la trama. ¿Por qué Court eligió este periodo histórico como escenario para la película?
«Como comenté anteriormente, las imágenes de las matanzas me interesaron, primero, por el acto representativo que había en ellas. Estas fotos eran tomadas en forma de representación, ya que los tiempos de exposición de la emulsión fotográfica de aquella época no dejaban capturar el instante, de modo que tenían que escenificar el acto, a posteriori de la acción real, en este caso, una matanza», dice.
«Ante esto sentí que había un símil real a la propia acción del cine: hacemos representación, mentimos, tergiversamos la realidad hacia una emoción o significado determinado. En el caso de aquellas fotografías de las matanzas, estas pretenden transformar un acto deleznable en una acción heroica y modificar su real carga moral», apunta.
Todos estos elementos le interesaron a la hora de escoger ese momento histórico, «un momento por lo demás escondido, una capa más de la historia, que determina esta película, que se va abriendo, desenterrando la real apariencia para llegar a un último gesto: un genocidio».
El fotógrafo como personaje central y el escenario también con claves en la cinta.
En cuanto al primero, en palabras de Court se trata de un personaje que tiende a estetizar lo amoral, «algo muy patente en los propios medios de hoy en día. Estetiza su propio deseo, como es una fotografía con una carga de ambigüedad sexual patente, como también estetiza el horror».
«Es una forma de no querer mirar los propios actos interiores como exteriores. Maquillando lo real. Algo que la propia película y el cine escenifican».
El escenario, en tanto, incluyó la difícil tarea de realizar la filmación en invierno, todo un desafío técnico también.
«Siempre quise que la película tuviera una pátina fabulesca, como también algo que había escondido debajo de ese blanco, de esa aparente pureza debajo de la nieve, que se va derritiendo hasta mostrarnos las reales acontecimientos morales que sujetan a esa pequeña sociedad», comenta Court al respecto.
«Sabíamos que el clima iba a ser un factor determinante tanto estéticamente, como también de una logística de producción compleja. Fuimos 45 personas expuestas a un clima que por momentos bajaba a menos 15 grados bajo cero», recuerda.
«Nos introdujimos bastante al interior y al sur de Tierra del Fuego buscando la nieve. Eso nos llevó a una logística, donde los equipos estaban divididos en 80 kilómetros de distancia, pues no hay muchos lugares donde hospedarse. Fue complejo, pero el propio cine hace que te olvides de las condiciones», afirma.
FICHA TÉCNICA:
Blanco en blanco (Chile-España-Alemania-Francia, 2019)
Director: Theo Court
Actores: Alfredo Castro, Lars Rudolph, Lola Rubio, Alejandro Goic
Productores: José Alayón, Marina Alberdi, Giancarlo Nasi
Casas productoras: El Viaje Films (España), Quijote Films (Chile), Kundschafter Filmproduktion (Alemania), La Pomme Hurlante (Francia)