La película es una de las participantes del festival Sanfic, en el marco del cual se exhibirá este viernes. Cuenta la historia de una madre cuyo bebé es secuestrado en el Perú de los años 80, en plena crisis política. Briones –nacido en Lima en 1971– es un director de fotografía de gran trayectoria, que llegó a Chile en los años 90 y ha trabajado con directores como Raúl Ruiz, José Luis Torres, Cristián Jiménez, Alejandro Fernández y Dominga Sotomayor. No por nada en 2013 fue nombrado por la revista Variety como uno de los «10 directores de fotografía a quienes mirar».
Canción sin nombre, una película sobre la violencia en Perú en los años 80, es una de las cintas destacadas del 15° Santiago Festival Internacional de Cine (Sanfic), que termina este domingo. Coproducida por el chileno-peruano, Inti Briones y basada en una historia real, está protagonizada por Georgina (Pamela Mendoza), una joven de provincia cuya hija recién nacida es secuestrada en una clínica falsa.
Su búsqueda desesperada tras su bebé la lleva a las oficinas centrales de un gran periódico, donde conoce a Pedro Campos (Tommy Párraga), un solitario periodista quien se hace cargo de la investigación.
La cinta, dirigida por Melina León, se exhibirá este viernes a las 21:00 horas en el CineHoyts Vivo Imperio (Huerfanos 830, piso -1, Mall Vivo Imperio).
Briones –nacido en Lima en 1971– es un director de fotografía de gran trayectoria, que llegó a Chile en los años 90. «Fui a reconectarme con mis raíces. Anteriormente había estado por periodos cortos, pero no había vivido en Chile, estaba impregnado en mí por mi madre. En ese tiempo estaba el régimen militar y muchos chilenos pasaban por Perú para irse a vivir a otros países por el exilio. Por todo eso, mi formación no es solamente peruana o solamente chilena, mis raíces son peruanas-chilenas, desde ese lugar», comentó.
Ha trabajado con directores como Raúl Ruiz, José Luis Torres, Cristián Jiménez, Alejandro Fernández y Dominga Sotomayor, y en 2013 fue nombrado por la revista Variety como uno de los «10 directores de fotografía a quienes mirar».
Briones proviene de una familia de artistas. Su madre es la chilena Sybila Arredondo, hija de la escritora y feminista Matilde Ladrón de Guevara. En 1965, Arredondo y sus dos hijos, producto de su relación con el poeta Jorge Tellier, se fueron a Perú. Ella quería estar con el escritor peruano José María Arguedas, y allí en Perú nació Inti.
«En el momento que asumí que quería dedicarme al cine como profesión, asumí que tenía que irme a otro lugar a buscar los caminos para hacer cine», explicó. «Para mí hacer cine es tomar una herramienta para hablar de algunos asuntos que es importante poner sobre la mesa y de discutir. Desde esa perspectiva, Europa no era el lugar apropiado, en el sentido de que los temas que quería abordar, si bien eran compartidos allá, no eran prioritarios. Los temas de los que quería hablar eran de Latinoamérica. Por eso quise recuperar mis raíces en Chile y pude vivir en un contexto en que pude desarrollarme», agregó.
En sus palabras, en Perú realizó su primera educación y en Chile, aunque no estuvo en una universidad propiamente tal, hizo lo que corresponde a la parte universitaria.
«En Chile fui acogido por Héctor Ríos, Pablo Perelman, Ignacio Agüero, Raúl Ruiz. Trabajé en varias ocasiones con él y ellos fueron muy generosos, tuvieron el cuidado de transmitirme conocimiento de una forma muy efectiva. Todos ellos me dieron la posibilidad de desarrollar un cierto conocimiento», afirmó.»Chile es importantísimo, porque generó el contexto para la posibilidad de desarrollarme como director de fotografía», dijo.
En esta cinta, Briones debuta como productor, además de su labor de director de fotografía. Fue estrenada mundialmente en el Festival Internacional de Cine de Cannes y nominada a la Golden Camera. «Nosotros estábamos haciendo una película, dando nuestros pasitos, pero nos ha ido sorprendiendo de una manera increíble», señaló sobre su paso en el país galo.
«Todos queremos que nuestra película esté en una ventana como Cannes, en cualquier sección, porque todas te dan posibilidades. Pero también íbamos a estar felices en la Cueva del Milodón, porque alguien iba a poder ver nuestra película, algo que hicimos con mucho cariño, con mucho corazón, donde queríamos tocar algunos asuntos transversales a la historia».
Briones subrayó que los años 80 fueron también en Perú de mucha violencia. En una sociedad fuertemente clasista y racista, con gran parte de la población en la miseria, surgió a inicios de esa década el grupo maoísta armado Sendero Luminoso, el que hasta el año 2000 causó 70 mil muertos.
«La violencia, desde mi punto de vista, es la manifestación de dolores que no fueron resueltos. Estos dolores se transforman en frustración, y esta frustración no resuelta se transforma en violencia, eso todos lo sabemos», comentó Briones.
Agrego que los años 80 fue un periodo donde no se quiso ver eso, «entonces se intentó vender un discurso de éxito, de competitividad, de que todo estaba muy bien». En ese sentido, explicó que «en Perú no era necesario escarbar mucho para darte cuenta de que eso no solo no era real, sino que era una fantasía que estaba tratando de tapar un desmoronamiento total. Los 80 en Perú fue un terremoto a nivel social, económico, pasaron muchas cosas, fue el primer paso de Alan García de destruir todo el poco equilibrio precario en que estaba Perú, acabó siendo una debacle. Eso terminó en violencia y oscureció nuestra visión».
A pesar de esto, para Briones una de las cosas maravillosas de Perú es su capacidad de resiliencia, en general «es una característica de Latinoamérica, puede ser porque la pobreza te da la posibilidad de darte cuenta qué es lo más importante del ser, te das cuenta que tu espíritu es lo poco y nada que te queda al final, lo que tú fuiste, que son tus acciones».
Briones conoció a la directora de Canción sin nombre hace varios años en la realización de un cortometraje. «Después cada uno estaba desarrollando sus respectivos proyectos, pero seguimos conectados, principalmente por unos amigos en común que fueron muy influyentes en nuestros crecimientos creativos», recordó.
Su debut como productor se dio de forma natural. «Fui asumiendo ese rol de a poco, realizaba un trabajo productivo-creativo, era dirigir, de alguna forma, la creatividad de la película e ir encauzando dentro de cierto camino, realizamos el montaje juntos, conversamos sobre la película antes».
Y, aunque no escribió el guión, sí le tocó analizarlo desde una perspectiva práctica: «No teníamos el dinero para filmar todo lo que estaba en el guión. Entonces, había que priorizar cosas, para que la película exista. Hay que hacer una reescritura en el sentido de que todos tenemos que sincronizarnos –productor, diseñador de producción, yo como fotógrafo– para concentrar nuestras poquitas economías para tener el mejor resultado».
«Esa es una de las gracias del cine, tienes a alguien dirigiendo para que cada uno dé lo mejor de sí para el conjunto. Melina es una muy buena directora en ese sentido, articula muy bien y sabe hacia dónde quiere ir», remató.
Para Briones la fotografía, el arte, el cine, la escritura, las artes en general, son una necesidad de hablar de algo, una declaración de amor o de principios que tiene que ver con ese sentido del vivir que uno va desarrollando. En este caso, en la fotografía de Canción sin nombre, tiene que ver con el conjunto de aspectos que le tocaron vivir y experimentar.
Y aunque Perú ha dejado atrás la violencia política, muchas cosas permanecen. «El pasado son nuestros hábitos, el futuro es el potencial creativo hacia donde podemos dirigir nuestras vidas y hoy estamos viviendo esa tensión. Hay hábitos que aún no hemos querido soltar, porque tenemos miedo de vivir una vida más creativa en el amplio espectro de la palabra, no solo en términos artísticos. Hoy siguen sucediendo cosas, se siguen raptando niños. El hecho de que eso suceda o que haya violencia, tiene una razón de ser. Hay una base esencial donde, como dice Maturana, se refleja el desamor. Estamos constantemente buscando amor, pero no hemos aprendido que, para encontrarlo, hay que darlo. Si tú ordenas la casa con cariño y con afecto, va a ser acogedora. Para mí es así la cosa», recalcó.